Torer¨ªsimo Antonio Ferrera
El torero extreme?o pinch¨® la mejor faena de la feria ante un toro de encastada nobleza de N¨²?ez del Cuvillo
Antonio Ferrera sac¨® al cuarto de la tarde del primer puyazo con un delantal suave, primero; otro, toreado con todo el cuerpo, y una media extraordinaria, con el capote arrebujao en la cintura. El p¨²blico, ensimismado con la merienda, ni se enter¨®, pero fue lo m¨¢s interesante de la tarde hasta el momento. Instantes despu¨¦s, con los palos en las manos, protagoniz¨® un brillante tercio, especialmente en el tercero, al quiebro, al hilo de las tablas.
Y muleta en mano, Ferrera volvi¨® a demostrar que es torero en grado sumo; se encontr¨® con un toro encastado, noble y de gran movilidad, y entre ambos compusieron una sinfon¨ªa de altos vuelos, la mejor faena, sin duda alguna, de lo que va de feria. Comenz¨® Ferrera en el centro del anillo con dos tandas de preciosos y largos naturales, grandes fueron los redondos posteriores, y sin el estoque simulado, dibuj¨® preciosos naturales con la mano derecha que supieron a gloria. Alarg¨® la faena con unos ¨²ltimos naturales pre?ados de gracia y empaque antes de cobrar un pinchazo hondo que emborron¨® la gran obra del artista. Fall¨® en el primer golpe de descabello, momento en que el toro alarg¨® el cuello, lo empal¨® por la pierna derecha, se lo ech¨® a los lomos y se dio un costalazo que se escuch¨® en toda la plaza. No hubo trofeo, pero la faena fue de aut¨¦ntica categor¨ªa.
DEL CUVILLO / FERRERA, TALAVANTE, MAR?N
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, bien presentados, mansurrones, nobles y con movilidad; deslucido el tercero y de encastada nobleza el cuarto.
Antonio Ferrera: casi entera perpendicular y un descabello (silencio); ¡ªaviso¡ª pinchazo hondo y dos descabellos (petici¨®n y vuelta).
Alejandro Talavante: estocada baja (oreja); pinchazo ¡ªaviso¡ª, tres pinchazos, media y feo bajonazo, ¡ªsegundo aviso¡ª (silencio).
Gin¨¦s Mar¨ªn: estocada baja (silencio); estocada baja (ovaci¨®n).
Plaza de Pamplona. S¨¦ptima corrida de feria, 13 de julio. Lleno.
El primer toro de la tarde se ech¨® a descansar en la arena en los primeros compases de la faena de muleta, y, en esa c¨®moda postura, los pitones llegaban a la altura de las hombreras de Antonio Ferrera. As¨ª de grand¨®n era el animal, uno de los m¨¢s espectaculares de esta feria. Pero ese padre de la ganader¨ªa, con casi seis a?os de edad, y con los achaques propios de la edad, encerraba poca historia brava. Tuvo la suerte de que le tocara un matador en estado de gracia, -f¨¢cil y fr¨ªo, esta vez, con las banderillas- solvente, suficiente, maestro, que anduvo por all¨ª con un deslumbrante conocimiento de los misterios de la lidia. La faena tuvo poco eco en los tendidos, pero fue una muestra de lo que debe hacer un torero en la plaza. El toro carec¨ªa de clase, acud¨ªa a rega?adientes y a media altura, sin atisbo de calidad. Pero lo poco que aprendi¨® se lo ense?¨® el torero, con suavidad y naturalidad, como debe ser. No le concedieron ning¨²n trofeo, pero la suya fue una lecci¨®n ejemplar.
El primer ejemplar de Talavante luc¨ªa una cornamenta de miedo por la largura y finura de los pitones. El torero sabr¨¢ si ese fue el motivo por el que la faena no alcanz¨® el arrebato que se esperaba de la casta que mostr¨® el animal en la muleta. Ciertamente, todo comenz¨® con los mejores augurios, pues hermosos y largos fueron los tres naturales con los que inici¨® su labor el torero; hubo, despu¨¦s, otra tanda con la mano derecha de trazo excelente, pero ni uno ni otro fueron a m¨¢s. Ni el animal mejor¨®, ni la labor de Talavante fue concluyente y maciza. Mat¨® de un bajonazo, y como eso importa poco en esta plaza, le concedieron una oreja porque el toro muri¨® con rapidez, asunto que aqu¨ª es fundamental.
Tore¨® muy bien Talavante al quinto, un toro noble y con evidente movilidad, y destac¨®, especialmente, en una tanda de muletazos con la mano derecha, con el toro sometido, al final de la faena, que presagiaba puerta grande para el torero. Todo se emborron¨® con la espada, llegaron a sonar dos avisos y la puerta se cerr¨®.
La corrida de hoy
Toros de Miura, para Rafaelillo, Javier Casta?o y Rub¨¦n Pinar.
El tercero huy¨® sin verg¨¹enza alguna del caballo de picar en las dos entradas, y se doli¨® amargamente en el tercio de banderillas. Que era un manso de libro, vamos, y no le hicieron sangre, lo que no fue nada bueno para su comportamiento posterior. M¨¢s a gusto se sinti¨® el animal en la muleta, sobre todo por el lado derecho, y mezcl¨® una dosis de nobleza con otra de genio molesto, motivo por el que la entrega de Gin¨¦s Mar¨ªn no tuvo el efecto deseado. M¨¢s inc¨®modo fue por el otro pit¨®n, y, al final, lo extra?o fue que el torero no paseara una oreja, pues lo mat¨® de otro bajonazo y la muerte fue fulminante.
No pudo redondear Mar¨ªn su exitosa feria ante el sexto, un toro con movilidad y poca clase, con el que mostr¨® decisi¨®n y buenas maneras en una labor con pasajes muy aceptables, pero sin el arrebato necesario. En ese toro, Antonio Ferrera volvi¨® a dejar unas gotas de exquisitez en un quite de tres chicuelinas y una media de aut¨¦ntica categor¨ªa.
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