Salvar los oc¨¦anos a ritmo de ¡®dj¡¯
Una fiesta en Ibiza con la m¨²sica y el arte como protagonistas conciencia sobre el grave estado de salud de los mares
Los ingleses, a San Antonio; Santa Eulalia es tranquilo y familiar; los italianos, en la isla vecina, Formentera: en Ibiza hay muchas Ibizas, incluso falta alguna. Por ejemplo, ese lugar que conoci¨® Manu San F¨¦lix, bi¨®logo marino y colaborador de National Geographic, hace 25 a?os, cuando lleg¨® y del que tiene una referencia personal ¡ªno necesita que nadie se lo cuente porque tiene en su haber entre 4.000 o 5.000 inmersiones¡ª. Sus recuerdos son un registro del deterioro del patrimonio natural subacu¨¢tico (no solo espa?ol): "Antes ve¨ªas congrios, meros, tiburones (la especie Squallus aqantias), centollos (eran una plaga) , la foca monje... Ahora, estamos agotando el Mediterr¨¢neo". Extiende esta teor¨ªa a todos los oc¨¦anos: "Los tratamos como si fueran una cuenta bancaria de la que todo el mundo saca y nadie ingresa". Asegura que se vive de espaldas al mar y "cuando se le mira, solo se ve la superficie".
Y en la superficie se quedan las ayudas econ¨®micas que se necesitan para la protecci¨®n de los oc¨¦anos. "Un 98% de las donaciones est¨¢ destinado a paliar los problemas de conservaci¨®n de la naturaleza terrestre y solo un 2%, a la marina", seg¨²n Susan Rockefeller, directiva de Oceana ¡ªorganizaci¨®n dedicada a esta labor¡ª. Todos estos asuntos sobre la salud del planeta en el que vivimos y del que nos nutrimos invadieron el jueves un hotel del interior ibicenco, donde la fauna marina se mezclaba con la isle?a veraniega, la de la Ibiza que m¨¢s trasciende, esos que duplican la poblaci¨®n en verano. En 2016 ning¨²n d¨ªa de julio o agosto baj¨® de las 300.000 personas cuando el resto del a?o la isla no llega a los 150.000 habitantes.
La celebraci¨®n de la cita Oceanic por Ibiza fusion¨® el interior de la isla con criaturas marinas mutantes hechas con pl¨¢stico; artistas que usan este material que lo est¨¢ invadiendo todo para sus instalaciones; performances con esculturas; barbacoas con DJ; m¨²sica electr¨®nica con el directo de una guitarra, todo, vivido desde una cama balinesa y acompa?ado por sushi tanto por participantes que bien podr¨ªan salir de cualquier cat¨¢logo de moda como por familias con ni?os. Un marem¨¢gnum ideado por la activista Lea d'Auriol ¡ªfundadora de la ONG Oceanic, que aprovecha el arte, la m¨²sica y la tecnolog¨ªa para educar sobre los problemas que afectan a los oc¨¦anos y proporcionarles soluciones para impulsar un cambio positivo¡ª, en el que colabora Naciones Unidas, cuyo objetivo es acercar la grave situaci¨®n en la que se encuentran las aguas del planeta a un p¨²blico menos concienciado con el problema. Para ello, "el arte es el lenguaje perfecto, la creatividad llega a todos, e Ibiza el lugar ideal, donde en verano confluye todo tipo de p¨²blicos", considera D'Auriol. Aunque esta solo es la primera cita, en el futuro quiere exportar la idea a Hong Kong y a Nueva York.
Si bien el pl¨¢stico que invade cada gota de agua del mar ¡ªSan F¨¦lix asegura que no hay muestra que se coja en la que no se detecten micropl¨¢sticos (fragmentos inapreciables)¡ª fue lo que envolvi¨® el evento-concienciaci¨®n que termin¨® con DJ Solomun haciendo bailar a todos los asistentes (muchos tomando sus bebidas en vasos de pl¨¢stico ¡ªcraso error, disonante con el mensaje¡ª), para especialistas como San F¨¦lix o Rockefeller este todav¨ªa no es el mayor problema del oc¨¦ano. S¨ª lo es la sobrepesca, la cantidad de especies que en un periodo muy corto de a?os ha disminuido peligrosamente su n¨²mero. Ambos mantienen un resquicio de esperanza. "Estamos a tiempo de actuar, pero tenemos poco tiempo para seguir diciendo que estamos a tiempo", sostiene San F¨¦lix.
En esa actuaci¨®n es en la que trabaja D'Auriol, en la concienciaci¨®n, en la implicaci¨®n de peque?os colectivos. Su objetivo no es llegar a los Gobiernos, le interesan las personas, las acciones que cada uno puede incorporar a su vida para que, por ejemplo, el pl¨¢stico, cuya presencia ya es seis veces mayor en los oc¨¦anos que la vida marina, disminuya del medioambiente donde tarda d¨¦cadas, incluso siglos en desaparecer. D'Auriol se?ala que se gastan 500 millones de pajitas diarias en el mundo. ?De verdad son necesarias? Ella da a elegir: "?Quieres ser parte del problema o de la soluci¨®n?".
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