En el nombre de John Coltrane
Charles Lloyd y un accidentado Saxophone Summit invocan el esp¨ªritu del legendario saxofonista en San Sebasti¨¢n
En 1967, el mismo a?o en que muri¨® John Coltrane, el ¨¢lbum Forest Flower, de Charles Lloyd, sonaba en las emisoras de m¨²sica popular norteamericanas y llegar¨ªa a despachar m¨¢s de un mill¨®n de copias, algo realmente inusitado en el jazz. Medio siglo despu¨¦s, Lloyd sigue siendo parte de la estela creativa del maestro Coltrane, y se ha convertido en un venerable saxofonista que ha sabido reinventarse una y otra vez. Galardonado con el premio Donostiako Jazzaldia de este a?o, el saxofonista actu¨® anoche en el festival apoyado en la misma f¨®rmula que entonces: rod¨¦ate de buenos m¨²sicos j¨®venes y ¨¦chate a volar.
Lloyd se mostr¨® en excelente forma, envuelto en su habitual coltrainismo y en algunos dejes que, a base de repetici¨®n, se han convertido en parte de su estilo. Nunca fue un solista abrumador, pero con los a?os ha ganado en profundidad y esp¨ªritu, y en San Sebasti¨¢n dio una aut¨¦ntica lecci¨®n de c¨®mo mantenerse en la brecha a punto de cumplir los 80. Esto resulta m¨¢s sencillo cuando uno se acompa?a por una r¨ªtmica como la que forman Gerald Clayton, Reuben Rogers y Eric Harland, una unidad en constante estado de ebullici¨®n en la que cada miembro brill¨® con luz propia.
Y hablando de herederos de Coltrane, ninguno como el gran David Liebman, que desafortunadamente sinti¨® una indisposici¨®n de ¨²ltima hora y no pudo actuar junto a Saxophone Summit, grupo que fund¨® junto a Joe Lovano y Michael Brecker hace casi 20 a?os para celebrar, precisamente, la etapa tard¨ªa de Coltrane.
Con Greg Osby reemplazando al desaparecido Brecker (puesto que ocup¨® Ravi Coltrane entre 2007 y 2014) el sexteto se volvi¨® quinteto y Saxophone Summit se transform¨® en una rev¨¢lida de aquel Friendly Fire que Lovano y Osby grabaron para el sello Blue Note en 1998. Los estilos de ambos saxofonistas son tan diferentes como complementarios y juntos afrontaron el concierto con mucho m¨¢s que solvencia, improvisando como solo los jazzistas de su categor¨ªa pueden hacer.
No fueron lo ¨²nico que propuls¨® esa excelencia: el infravalorado pianista Phil Markowitz y la colosal secci¨®n r¨ªtmica que forman Cecil McBee y Billy Hart hicieron lo suyo, completando una formaci¨®n que invoc¨® a Coltrane mediante piezas como India o un fascinante Compassion, introducido por el maestro McBee. No fue una noche tan memorable como podr¨ªa haber sido, pero tuvo algo de ¨²nico e impredecible. Y el jazz va de eso.
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