Los infinitos enigmas de la Cueva de La Pileta
Un proyecto cataloga los descubrimientos del enclave malague?o referente del arte paleol¨ªtico
A?o 20.000 antes de nuestra era. Los ojos escuecen por el humo de una antorcha que apenas alcanza a iluminar los pasos de alt¨ªsimos hombres atl¨¦ticos que han recorrido pasadizos de roca caliza durante varias horas en una h¨²meda cueva de la sierra de M¨¢laga. Ven aparecer de entre la negrura una amplia y blanca pared. Bajo sus pies sortean peque?os lagos llamados gours que terminan de otorgar al entorno un ambiente m¨ªstico. Cogen pigmentos ferrosos que brotan de la piedra y pintan ah¨ª circunferencias con rayitas dentro y una suerte de filamentos alrededor. No se sabe qu¨¦ pueden significar, ni una sola idea, pero es ¨²nico en el mundo. Uno de los grandes enigmas que todav¨ªa esconde la Cueva de la Pileta, en Benaoj¨¢n, un referente mundial de arte paleol¨ªtico descubierto por un campesino en 1905 cuando iba a buscar guano de murci¨¦lago para usarlo como abono.
Se ve la oscuridad y se oye el silencio entre estas pinturas ferrosas que no son lo m¨¢s ancestral de la caverna. En sus galer¨ªas se observan trazos de carb¨®n negro y otros rojos y amarillos que delinean contornos de c¨¦rvidos, caballos, cabras, rinocerontes¡ desde hace alrededor de 40.000 a?os en adelante. Quedan plasmadas figuras de toros de una tonelada llamados uros, de un pez de dos metros y la perfecta silueta de una yegua pre?ada que se ha convertido en el s¨ªmbolo de la comarca. ¡°Es impresionante que una persona hace tant¨ªsimo tiempo dibujara esto y nosotros, ahora, seamos capaces de sentirlo como obra humana¡±, se?ala el profesor de Prehistoria de la Universidad de Sevilla, Miguel Cort¨¦s, director de un proyecto aprobado por el Ministerio de Econom¨ªa con un presupuesto de casi 46.000 euros que da la posibilidad de datar las pinturas, estudiar los pigmentos y documentar el arte paleol¨ªtico de esta cueva, que es monumento nacional desde 1924 y Bien de Inter¨¦s Cultural.
Tras subir una empinada escalinata de piedras, una oquedad tapada con una cancela de hierro da la entrada a lo que fue un lugar de agregaci¨®n o peregrinaci¨®n de las comunidades del sur. Donde grupos humanos residentes por la actual serran¨ªa de Ronda y de Grazalema, que probablemente en un verano con ocho grados menos que el actual y m¨¢s cerca de la costa, acudieran a este enclave en la ¨¦poca de la glaciaci¨®n para intercambiar productos o ideas. ¡°Era un punto de encuentro para celebrar un acto social de relevancia cuya ubicaci¨®n se pasaba de entre generaciones¡±, a?ade Cort¨¦s. Dejaban sus huellas literales y sus inquietudes y creencias con las pinturas. ¡°Hay por ejemplo figuras de cabras que se han encontrado id¨¦nticas en otros lugares, es como si ahora se compara con la escultura barroca o g¨®tica, siguen todas los mismos patrones¡±, detalla.
Solo pasar esa cancela de hierro y pisar la cueva es sobrevolar un terreno que esconde 150.000 a?os de secuencia hist¨®rica desconocida entre sus sedimentos, cuenta Cort¨¦s, que sin problema responde ¡°no se sabe, no se sabe¡± a la infinidad de interrogantes que se abren a cada paso y que se ir¨¢n respondiendo en este proyecto con herramientas como un lector que permite a trav¨¦s de infrarrojos descubrir la composici¨®n qu¨ªmica de los pigmentos. Entre los ¨²ltimos descubrimientos que ha hallado Cort¨¦s junto a su equipo est¨¢ la primera l¨¢mpara port¨¢til de la pen¨ªnsula ib¨¦rica, datada en 32.000 a?os. Una concha marina f¨®sil a la que se le pon¨ªa grasa de tu¨¦tano animal y una mecha vegetal. ¡°En la valva se han encontrado adem¨¢s pigmentos amarillos y rojos que ilustra que la utilizaban para iluminarse mientras pintaban¡±, apunta el experto.
El British Museum de Londres exhibe restos ¨®seos encontrados en la Cueva de la Pileta
Conocer este hallazgo habr¨ªa sido una satisfacci¨®n para el campesino andaluz que un d¨ªa cualquiera de 1905, mientras recorr¨ªa las verdes monta?as del imponente paisaje del Alto Guadiaro para buscar la murcielaguina que abonara sus tierras, encontr¨® una sima con restos ¨®seos, cer¨¢micas y pinturas negras. Era Jos¨¦ Bull¨®n Lobato, el predecesor de una estirpe propietaria y vigilante de esta cueva que ahora gestiona Jos¨¦ Tom¨¢s Bull¨®n, bisnieto del descubridor.? ¡°El nuevo proyecto es una oportunidad incre¨ªble para conocer en profundidad la riqueza de la cueva. La prehistoria europea es mayor y m¨¢s diversa que la encontrada en el norte. La investigaci¨®n en el sur est¨¢ bastante abandonada¡±, apunta Bull¨®n, que a?ade que hay otros proyectos simult¨¢neos como el estudio de los murci¨¦lagos del Centro Superior de Investigaciones Cient¨ªficas y otros de biolog¨ªa. ¡°Se han encontrado tambi¨¦n cuatro especies end¨¦micas de pseudoescorpiones. Uno lleva mi nombre¡±, dice sonriente el gerente, que organiza las visitas con un cupo limitado.
Interminables historias
Su familia ha custodiado con la vida este libro en piedra. ¡°Mi bisabuelo y su hermano se atrincheraron aqu¨ª con sus escopetas varios d¨ªas durante la Guerra Civil cuando supieron que los republicanos quer¨ªan montar un polvor¨ªn dentro. Mi t¨ªo abuelo falleci¨® de una pulmon¨ªa por dormir con la humedad durante esos d¨ªas. Fueron tiempos muy malos¡±, recuerda Bull¨®n, que enumera interminables historias vividas desde 1905.? "En la ¨¦poca de los sesenta ven¨ªan Los Beatles a visitarla cuando iban a Gibraltar, y Ringo Starr grab¨® unas pistas musicales del sonido que emite lo que llamamos el ¨®rgano de la cueva ¨Cunas formaciones calc¨¢reas verticales similares a los tubos del instrumento-¡±, asegura Bull¨®n, que cuenta tambi¨¦n que andan perdidos unos restos ¨®seos que se trasladaron a Madrid en 1933 y que otros se exhiben en el British Museum de Londres.?
En las paredes est¨¢n representados c¨¦rvidos, caballos, cabras, rinocerontes¡ desde hace alrededor de 40.000 a?os
Es as¨ª la cueva de los enigmas y las historias. En la sala de la mujer muerta se esconde el esqueleto petrificado de una ni?a del Neol¨ªtico, y buena parte de lo investigado hasta el momento fue financiado por Alberto I de M¨®naco, que confi¨® en el afamado experto en Prehistoria Henri Breuil a comienzos del siglo XX para desentra?ar las primeras inc¨®gnitas. "En el a?o 1935, con una cuerda de 100 metros que trajo desde M¨¢laga en tren hasta la estaci¨®n de Benaoj¨¢n, y a continuaci¨®n en burro, hasta el cerro de La Pileta (...) baj¨® a la gran sima, de 75 metros", se lee en el libro Acontecimientos hist¨®ricos m¨¢s importantes sobre La Pileta y la familia Bull¨®n (1905-2005).
Pero han sido miles los siglos que han conformado esta amalgama de enigmas incesante, casi los mismos que se necesitar¨ªan para responder a las preguntas que lanza por mil¨ªmetros este patrimonio ¨²nico. El valor del s¨ªmbolo, el rastro de los ancestros, la extra?a vida animal, la curiosidad por las vivencias pasadas, el ritmo del musgo y los insectos, las inquietudes humanas de hace milenios¡ Son los ¡°no se sabe, no se sabe¡± de la Cueva de La Pileta. ¡°Mientras m¨¢s se conoce, m¨¢s aparece. La Pileta no para de sorprender¡±, culmina Bull¨®n.
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