Ram¨®n Xirau, poeta de vanguardias
Sus ensayos, ya filos¨®ficos, ya literarios, son una celebraci¨®n
Ram¨®n Xirau (Barcelona, 1924-M¨¦xico, 2017) era el ¨²ltimo de los transterrados. As¨ª hay que llamar a los espa?oles expulsados de su tierra por las atrocidades de la Guerra Civil y que arribaron a M¨¦xico para hallarse en circunstancias ¨²nicas de interlocuci¨®n, colaboraci¨®n y mutuo redescubrimiento. A esto no cabe llamarlo exilio porque pronto estaban ¡°en casa¡±. Mucho menos refugio: fueron parte nodal en la creaci¨®n de instituciones p¨²blicas mexicanas como el Fondo de Cultura Econ¨®mica y el Colegio de M¨¦xico.
Xirau, que hab¨ªa llegado a los 15 a?os, fue no solo el ¨²ltimo sino el punto medio de aquellos encuentros. Suficientemente mayor como para considerarse de forja hispana, catalana, y suficientemente joven para descubrirse disc¨ªpulo y heredero de ambas tradiciones, ambas culturas. No es raro que alguien se halle en medio de dos mundos y se sienta escindido. Raro es que Xirau haya encontrado estancia justo en el punto medianero de varias encrucijadas: Espa?a y M¨¦xico, su catal¨¢n materno y el castellano de su prosa y vida civil, la poes¨ªa y la filosof¨ªa, la m¨ªstica y la cr¨ªtica, y la Teor¨ªa de los dos libros...
?De qu¨¦ se trata? De una tradici¨®n de ramones. Su padre, el fil¨®sofo Joaqu¨ªn Xirau, eligi¨® el nombre de su hijo en honor a Ramon Llull, el primer gran poeta, fil¨®sofo y m¨ªstico de la lengua catalana. Poco despu¨¦s llega el segundo Ram¨®n, Ramon Sibiuda, cantor de las criaturas, tambi¨¦n en catal¨¢n, que dec¨ªa: ¡°pues dos son los libros que Dios nos ha entregado, a saber, el libro del conjunto de las criaturas, o sea, el libro de la naturaleza, y el libro de la Sagrada Escritura¡±.
Y gloso a Llull: el primer libro le fue entregado al hombre desde el principio, cuando fue creada la totalidad de las criaturas, pues cada criatura no es sino una letra escrita por el dedo de Dios, y con todas las criaturas, o sea, con todas las letras se compone un libro que llamamos libro de las criaturas.
En ese libro est¨¢ tambi¨¦n escrito el propio hombre, que es la principal de sus letras. El segundo libro, el de las Escrituras, fue entregado al hombre en segundo lugar, cuando ya no supo leer porque estaba ciego. Sin embargo el primer libro, el de las criaturas, es com¨²n a todos, mientras que el libro de la Escritura no es com¨²n a todos porque s¨®lo los sacerdotes saben leer en ¨¦l.
Octavio Paz dijo que Ram¨®n Xirau era un ¡°hombre puente¡±. Pensaba Paz en los lazos con que Xirau hac¨ªa pasar esa luz y esa tradici¨®n del Mediterr¨¢neo por sobre el Atl¨¢ntico, hasta M¨¦xico. Y, en efecto, Xirau incluy¨® en el canon po¨¦tico de sus lectores mexicanos a los trovadores provenzales y la formas de una tradici¨®n intelectual que no hab¨ªa logrado llegar por otras v¨ªas de inmigraci¨®n. Para nosotros, que recuperamos del Mediterr¨¢neo algunas formas de la poes¨ªa trovadoresca, suele perderse buena parte de la tradici¨®n. Tal vez nuestra idea del amor, recogida de Petrarca, no sea del todo exacta. En catal¨¢n, el amor no s¨®lo es el de los amantes, amado y amada, sino, adem¨¢s, el amor a las criaturas, la sorpresa por el encanto de las criaturas m¨ªnimas, por el mar, por las naranjas. Lejos de la poes¨ªa buc¨®lica castellana, que se lamenta entre pinos y ¨¢lamos, Xirau ¡ªy antes Sibiuda, y antes Llull¡ª canta, entre vides y naranjos, unas bestezuelas verdes, verdes ¡ªen catal¨¢n: bestioles, fauna m¨ªnima, escrita por Ram¨®n a lo largo de ocho siglos.
Octavio Paz dijo que Ram¨®n Xirau era un ¡°hombre puente¡±. Pensaba Paz en los lazos con que Xirau hac¨ªa pasar esa luz y esa tradici¨®n del Mediterr¨¢neo por sobre el Atl¨¢ntico, hasta M¨¦xico.
Desde el Libro de las maravillas, pasando por el Tratado del amor a las criaturas y en la poes¨ªa de Xirau, los tres, son dualistas an¨®malos, sabios proclives a la docta ignorantia, simpatizantes del h¨¢bito de Francisco y la inteligencia de Domingo; los tres se extienden y recogen en intensidad frente a las criaturas y, al fin, los tres comparten la teor¨ªa de los dos libros.
Estas tradiciones y recursos po¨¦ticos no han sido frecuentes en la tradici¨®n mexicana. Pero, junto con echar a vivir de nuevo, entre nosotros, la solar amabilidad del catal¨¢n mediterr¨¢neo, Xirau es tambi¨¦n un poeta de vanguardias, de formas desafiantes, novedosas, los retos formales de las modernidades. Pero difer¨ªa tambi¨¦n del tono de la poes¨ªa del siglo XX: Xirau nunca sospech¨® que pudi¨¦ramos ser cascajo de los siglos o entes olvidados, ni orfandad encallecida:
y lentamente, enamoradamente, todo es belleza.
Todo es sencillo, todo claro.
Mirad:
el mundo es tal como se ve.
Parece as¨ª de sencillo, pero se trata de un punto inflexible en toda la obra de Xirau, prosa, o poes¨ªa. Jam¨¢s escribi¨® algo que no estuviera tocado por la admiraci¨®n o el entusiasmo. Su obra en prosa est¨¢ toda escrita desde all¨¢ mismo, desde la semejanza con la que ley¨® todo. Y es un lugar no apto para cobardes. Sus ensayos, ya filos¨®ficos, ya literarios, son una celebraci¨®n. Y solo un tonto podr¨ªa creer que el entusiasmo y los encomios pueden mellar el filo de la cr¨ªtica. Nada m¨¢s f¨¢cil que el desprecio y el denuesto, pero de ellos no sale nada qu¨¦ habitar, qu¨¦ construir. Pueden tener el valor de frenar y disuadir, pero todo lector sabe que no hay nada m¨¢s dif¨ªcil que la celebraci¨®n.
Xirau nunca escribi¨® sobre obras que despreciara o carecieran de valor. Su cr¨ªtica nunca fue laxa: era severo, inquisitivo, anal¨ªtico, pero su motor fue siempre el entusiasmo, el hallazgo del mundo y la luz; de las criaturas y su rumor musical; del pensamiento, sus ¨¢mbitos, su descubrimiento. La inteligencia real, no las poses de los listos. La sabidur¨ªa no fabrica ruinas, ni idolatr¨ªa, ni resentimiento. ¡°Todo es ejercicio de belleza¡±, dice en Gradas, uno de los poemas mayores del siglo XX.
Julio Hubard es escritor mexicano.
Babelia
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