La ¨²ltima cena con Bruto

Una puesta en escena vigorosa, bru?ida y atravesada por un venero po¨¦tico violento. El director rumano Silviu Purcarete, celebrado en toda Europa desde que en 1995 presentara en Avi?¨®n su Ub¨² rey con escenas de Macbeth, se ha estrenado en el Festival de Almagro con un Julio C¨¦sar sin tregua ni desperdicio, interpretado por el formidable elenco estable del Teatro H¨²ngaro de Cluj, financiado por el Estado rumano.

Desde la irrupci¨®n del herc¨²leo tribuno tonante por mitad de la grada, que levant¨® un sorprendido murmullo general, hasta la ca¨ªda del tel¨®n como un cortafuegos protector de la masacre en curso, la funci¨®n va de hito en sorpresa: incluso las decisiones que pudieran parecer menos afortunadas cobran sentido pasados unos minutos. El primer acto, que tiene como terreno de juego tambi¨¦n la platea, transcurre con la luz de sala encendida, para persuadir al p¨²blico de que cuanto sucede a pueblo y senadores romanos le sucede a ¨¦l.

Purcarete marida est¨¦ticas antag¨®nicas: una composici¨®n espacial velazque?a con efectos de pel¨ªcula de terror de serie B cuando se manifiestan los efectos de los idus de marzo. El discurso demag¨®gico de Marco Antonio, interpretado habitualmente en vibrante crescendo, lo sirve fr¨ªo, como debe servirse la venganza: diluvia aqu¨ª sobre el locuaz amigo de C¨¦sar y sobre una multitud harapienta empapada, que lo vitorea con gesto exhausto sin emitir sonido alguno; es el Or¨¢culo quien, sabedor del futuro y de la recurrente torpeza humana, pone sin entusiasmo la voz que al pueblo le falta.

Tanta agua real cay¨® en la ficci¨®n, que refresc¨® el ambiente de la Antigua Universidad Renacentista: el p¨²blico dej¨® de abanicarse mientras el pobrecito pueblo romano se abrazaba y patinaba sobre el escenario anegado para celebrar que C¨¦sar le hab¨ªa dejado en testamento sus jardines privados. En la escena anterior, mientras C¨¦sar les daba la r¨¦plica micro en mano, los conspiradores hicieron una mel¨¦ sanguinaria en torno suyo y tras exclamar: "?T¨² tambi¨¦n, Bruto,? hijo m¨ªo!¡±, el aludido le extrajo el micro como se extrae un pu?al.

Otro hallazgo: la guerra entre los partidarios de los asesinos y los de Octavio, desnudos y cubiertos de talco, transcurre sobre una mesa de disecci¨®n donde, amontonados, retorci¨¦ndose vivos y moribundos los unos sobre los otros, preludian todos la gusanera que pronto ser¨¢n. El espect¨¢culo caus¨® en buena parte del p¨²blico parecido impacto an¨ªmico al de un tr¨¢iler estamp¨¢ndose contra el escaparate de una joyer¨ªa.