Una noche de jazz avanzado en el museo

Riesgo no es una palabra com¨²n en el vocabulario de los festivales de verano. No es ¨¦poca de eso, dicen. ?Qui¨¦n desear¨ªa ver un concierto de m¨²sica experimental un s¨¢bado por la noche de final de julio? Desde el viernes pasado y hasta el 6 de agosto, hasta 1.000 espectadores se citan a diario en el anfiteatro al aire libre y en otros espacios de la Fundaci¨®n Calouste Gulbenkian, en Lisboa, precisamente para eso. La rareza se llama Jazz Em Agosto y es una cita excepcional en el calendario europeo de festivales; donde otros programan una y otra vez a aquella vieja gloria del jazz fusi¨®n que toc¨® cinco minutos con Miles Davis, este apuesta por la parte menos complaciente de las artes de la improvisaci¨®n.

Detr¨¢s del proyecto desde su creaci¨®n en 1984 est¨¢ Rui Neves, hombre perpetuamente interesado ¡°en lo nuevo, en la vanguardia¡±. Gracias al apoyo de la fundaci¨®n, Neves ha desarrollado un trabajo de educaci¨®n musical que ha dado sus frutos; entre ellos, que el s¨¢bado por la tarde se agotaran las entradas para ver a Steve Lehman, estrella de la reciente vanguardia neoyorquina. El m¨²sico ofreci¨® en una de las salas del ala moderna de la Gulbenkian un concierto de saxof¨®n, solo con el acompa?amiento caprichoso de su ordenador port¨¢til. La estampa, con el larguirucho int¨¦rprete sentado en mitad de una sala de exposiciones, parec¨ªa hacer realidad la vieja aspiraci¨®n de juntar jazz y arte abstracto como promesas de una misma modernidad.

El festival lo abri¨® el propio Lehman el viernes por la noche en los jardines del centro de arte, bello ejemplo del movimiento moderno portugu¨¦s. El saxofonista acud¨ªa a presentar su ante¨²ltimo proyecto, S¨¦l¨¦b¨¦yone, septeto resultante de a?adir dos raperos a un quinteto de jazz. El nombre de la banda significa ¡°intersecci¨®n¡± en wolof, idioma hablado en Senegal y Gambia y empleado por Gaston Bandimic para recitar. Sus rimas entrecortadas escupidas con prisas buscaron equilibrio con las de su contraparte en el micr¨®fono HPrizm, que alcanz¨® notoriedad en el underground del cambio de siglo con Antipop Consortium y a¨²n sigue rapeando como desde el interior de un tanque de anest¨¦sico. La combinaci¨®n de ambos funcion¨® solo a medias. En el accidentado historial de cruces entre jazz y rap, en el que han probado suerte grandes nombres como Herbie Hancock, Guru o, m¨¢s recientemente, Kendrick Lamar, S¨¦l¨¦b¨¦yone opta por erradicar el ritmo para centrarse en un sonido oscuro, casi apocal¨ªptico, y salpicado de comentario pol¨ªtico, en el que la m¨²sica debe mucho a las proclamas de Steve Coleman y su colectivo M-BASE que en los a?os ochenta y noventa renovaron el jazz.

La propuesta de la noche del s¨¢bado, Sun of Goldfinger, tr¨ªo formado por el guitarrista ambiental David Torn, el saxofonista Tim Berne, y el bater¨ªa Ches Smith, se presentaba con menor ambici¨®n y tal vez por eso logr¨® mejores resultados. Torn, colaborador de David Bowie en su etapa final, lleg¨® armado en su ¡°primera visita al pa¨ªs¡± con una guitarra el¨¦ctrica rosa y un mont¨®n de pedales de distorsi¨®n. El l¨ªder marc¨® el paso en una exploraci¨®n estructurada en torno a una pieza larga, de casi una hora de duraci¨®n, en la que se apoy¨® en la inventiva r¨ªtmica de Smith (que domina tambi¨¦n el lenguaje del rock contempor¨¢neo) y las meditaciones mel¨®dicas de Berne, cuyo saxof¨®n alto son¨® emparentado a Julius Hemphill o Marion Brown, dos ejemplos de que el free jazz no siempre ri?e con el lirismo.