Pel¨ªculas de esp¨ªas, entre la propaganda y el entretenimiento
Desde hace un lustro el g¨¦nero parece ensalzar la naturaleza heroica de las grandes agencias de inteligencia
Phillip Knightley, el mayor experto en espionaje de la Guerra Fr¨ªa, el hombre que desde las p¨¢ginas del Sunday Times, revel¨® al mundo las andanzas de Kim Philby y los dem¨¢s miembros del C¨ªrculo de Cambridge, siempre tuvo claro que el cine de esp¨ªas era propaganda. ¡°Que sea entretenida no significa que no sea propaganda. De hecho, la propaganda m¨¢s eficaz es la que no resulta obvia¡±. Aunque ya se estrenaban pel¨ªculas de esp¨ªas desde el cine mudo, Knightley se refer¨ªa a la eclosi¨®n de los 60, cuando se convierten en un g¨¦nero por derecho propio. En aquella ¨¦poca, el MI6, el servicio secreto brit¨¢nico, qued¨® devastado tras descubrirse que hab¨ªa sido penetrados por los sovi¨¦ticos, gracias a topos como Kim Philby o George Blake, brit¨¢nicos al servicio de Mosc¨². Sin embargo, el cine mostraba la imagen opuesta, unos servicios secretos victoriosos que derrotaban permanentemente a sus enemigos. James Bond y Georges Smiley, los esp¨ªas de ficci¨®n m¨¢s populares, creados por Ian Fleming y John Le Carr¨¦, escritores con experiencia en el mundo de la inteligencia, no pod¨ªan ser m¨¢s diferentes. Mientras Bond es un seductor mundano y elegante, Smiley es un cornudo y vulgar funcionario de Whitehall. Y, sin embargo, los relatos que protagonizan comparten algo fundamental a efectos de la propaganda: los h¨¦roes del MI6 siempre ganan. Bond y Smiley marcaron los l¨ªmites en los que se mover¨ªa el h¨¦roe del relato de esp¨ªas en la guerra fr¨ªa, desde el Harry Palmer de Len Deighton, hasta el agente de la CIA Jack Ryan. Todos ellos, en sus diferentes veh¨ªculos literarios y cinematogr¨¢ficos, exaltaban a los servicios secretos anglosajones, CIA y MI6, al tiempo que ocultaban su fracaso en todos los conflictos en los que tuvieron la oportunidad de desempe?ar un papel relevante: la revoluci¨®n de Hungr¨ªa de 1956, la crisis de los misiles de Cuba en 1962, el derrocamiento del Sah de Ir¨¢n y la invasi¨®n de Afganist¨¢n en 1979 o el propio final de la Guerra Fr¨ªa cuyo desenlace no supieron prever. Legado de cenizastitul¨® el periodista Tim Weiner su historia de la CIA , American Book Award de 2007.
Con la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la mayor¨ªa de estos personajes de ficci¨®n quedaron amortizados. Los nuevos h¨¦roes del g¨¦nero de esp¨ªas no trabajan para las grandes agencias sino al margen de ellas. Ser¨¢ Jason Bourne, un personaje que carece de memoria, y por tanto de identidad, y cuyas aventuras se limitan a la lucha por la supervivencia, quien mejor refleje el caos del mundo multipolar posterior al fin de la Guerra Fr¨ªa.
Y sin embargo, desde hace un lustro el g¨¦nero parece haber recuperado su naturaleza propagand¨ªstica, ensalzando la naturaleza heroica de las grandes agencias de inteligencia. La primera pel¨ªcula que dio el aldabonazo fue Argo de Ben Affleck, ganadora del Oscar a la mejor pel¨ªcula en 2013, y que muestra el rescate de seis ciudadanos norteamericanos del Ir¨¢n de Jomeini gracias a un agente de la CIA. Ese mismo a?o, Kathryn Bigelow tambi¨¦n compiti¨® por el Oscar a la mejor pel¨ªcula con La noche m¨¢s oscura la versi¨®n oficial de la eliminaci¨®n de Osama Bin Laden; en 2014 Descifrando Enigma nos record¨® como el MI6 y los descifradores de Bletchley Park contribuyeron decisivamente a la victoria aliada sobre la Alemania nazi y en 2015, el m¨¢s exitoso cineasta de Hollywood de las ¨²ltimas d¨¦cadas, Steven Spielberg, nos mostr¨® en El puente de los esp¨ªas como la CIA luchaba por la libertad en el Berl¨ªn dividido por el Muro. Y uno no puede evitar preguntarse si todas estas pel¨ªculas que exaltan los ¨¦xitos de la inteligencia anglosajona y de sus agentes, no tienen como finalidad, al igual que hizo el g¨¦nero en la d¨¦cada de los 60, ocultar otro desastre, el de los servicios de inteligencia creados durante la administraci¨®n de George W. Bush, naufragados en el oc¨¦ano de la informaci¨®n digital, estrellados contra un iceberg compuesto por unos y ceros, en los que aventureros, como Julian Assange o Edward Snowden, han abierto brechas por donde se ha filtrado todo el chapapote de las c¨¢rceles clandestinas, las torturas y las escuchas masivas ilegales. Un nuevo e inmenso legado de cenizas, herencia de la Global War On Terrorism, iniciada despu¨¦s del 11 de septiembre de 2001, y cuyas consecuencias a¨²n sufre el mundo.
Enrique Bocanegra es escritor, ganador del premio Comillas 2017 por Un esp¨ªa en la trinchera. Kim Philby en la guerra de Espa?a (Tusquets).
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