Basilio Mart¨ªn Patino, el creador ¨²nico
Muere un autor irrefutable en el cine mundial que, sin embargo, para verg¨¹enza de muchos, nunca gan¨® ni un Goya ni el Premio Nacional de Cine
Cuando ustedes lean este texto, el ministro de Educaci¨®n, Cultura y Deporte habr¨¢ enviado sus condolencias por la muerte de Basilio Mart¨ªn Patino, la Academia de Cine habr¨¢ lamentado el fallecimiento del cineasta, y ya habr¨¢ varios obituarios publicados alabando su filmograf¨ªa. Pero en vida, ?qui¨¦n se acord¨® de Mart¨ªn Patino (Salamanca, 1930 - Madrid, 2017)? Como bien cuenta Roc¨ªo Garc¨ªa, el mismo autor miraba con socarroner¨ªa -pose¨ªa un brillante sentido del humor- la cr¨ªtica a su obra: ¡°Mi trabajo no es el de historiador, sino el de fabulador. No me gusta investigar, pero me meto en las cosas que me gustan. Me lo han criticado a veces, pero no me importa nada. Son una forma de expresi¨®n aunque puedan parecer chorradas¡±. No eran chorradas, sino la recuperaci¨®n por el audiovisual de la memoria de varias generaciones, historias que intent¨® esconder el franquismo -y el tardofranquismo, que a¨²n dura...- y levantar testimonio de lo que estaba ocurriendo, acontecimientos que a Mart¨ªn Patino le parec¨ªa hab¨ªa recoger y documentar. Su olfato nunca le fall¨®, la crueldad lleg¨® cuando empez¨® a hacer efecto en el cineasta salmantino una enfermedad degenerativa que carcomi¨® uno de sus mayores dones: esa memoria.
Nunca obtuvo un Goya, ni siquiera el de Honor, aun cuando su nombre apareciera en alguna junta de la Academia al inicio de los c¨®nclaves para otorgar ese reconocimiento. Ni el Premio Nacional de Cinematograf¨ªa. A ¨¦l probablemente le hubiera dado igual, pero su nombre habr¨ªa dado mayor fuste a esos galardones y no al rev¨¦s. Recibi¨® otros premios (Medalla de Oro de Academia de Cine, de Bellas Artes, trofeos en festivales de todo el mundo), poco parecen para un cineasta que aun¨® dos vertientes muy dif¨ªciles de ver unidas en otro creadores: una dimensi¨®n ¨¦tica que marc¨® cada fotograma de sus cerca de cuarenta pel¨ªculas y una fuerza po¨¦tica que hac¨ªa que cada uno de esos trabajos fueran tan brillantes como hipn¨®ticos. Hoy merece la pena detenerse en algunos de ellos, surgidos de un cineasta anarquista, de un esp¨ªritu cultivado y libre, ¨²nico en Espa?a y con pocos referentes similares en el resto del mundo, el hombre que recuper¨® la historia de nuestro pa¨ªs mientras otros la intentaban aplastar con su Historia oficial. Contra la censura y el olvido, ah¨ª se coloc¨® el cineasta.
Llega el momento de volver a ver Nueve cartas a Berta, Canciones para despu¨¦s de una guerra, Caudillo, Los para¨ªsos perdidos, Madrid, Querid¨ªsimos verdugos o Libre te quiero, a luchar porque otros no impongan su narraci¨®n de lo que ocurre o ha ocurrido, y a que el nombre de Mart¨ªn Patino obtenga el mismo respeto que el de sus compa?eros de oficio. No es hacer de menos a otros, s¨ª de colocar en su lugar el de Mart¨ªn Patino, que ha muerto a los 86 a?os demasiado joven y con demasiadas pel¨ªculas pendientes.
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