Paul Oliver, investigador del blues
El estudioso brit¨¢nico tambi¨¦n fue celebrado por su defensa de la arquitectura popular
El martes 15 de agosto mor¨ªa Paul Oliver, a la edad de 90 a?os, en una residencia de Oxfordshire (Reino Unido). Reconocido como el gran erudito que proporcion¨® los fundamentos de lo que ahora sabemos sobre el blues, este natural de Nottingham tambi¨¦n era experto en lo que llamaba vernacular architecture, la arquitectura tradicional.
En Vida, su celebrada autobiograf¨ªa, Keith Richards narra sus inc¨®modos encuentros con coleccionistas de blues, que escuchaban pizarras de 78 rpm con silencio reverente, como si se tratara de mensajes de otra dimensi¨®n (efectivamente, lo eran). ?l, claro, aspiraba a vivir la vida de aquellos bluesmen con la esperanza de llegar a tocar algo parecido. Obviamente, Paul Oliver pertenec¨ªa al sector de los puristas, sin veleidades bohemias: consideraba el blues como una expresi¨®n art¨ªstica, la respuesta creativa a situaciones de opresi¨®n.
Profesor de arte, Oliver entr¨® en el mundillo del blues colaborando en revistas de jazz, dise?ando portadas para la discogr¨¢fica Decca y escribiendo una monograf¨ªa sobre la cantante de Bessie Smith. Hasta que su rigor intelectual le llev¨® a comprender que no bastaba con regurgitar los conocimientos adquiridos en libros. Adem¨¢s, los bluesmen que giraban por Europa modificaban su m¨²sica y su relato seg¨²n el p¨²blico que ten¨ªan delante.
Gracias a una beca estadounidense, en 1964 pudo hacer trabajo de campo, en ciudades como Chicago y viajando por el Delta del Misisipi. Repiti¨® gracias a los adelantos de la BBC, que le encargaba programas y le proporcionaba cierta cobertura institucional en lugares donde no era habitual que un blanco se moviera por barrios negros.
Apoyado por su afable esposa, Valerie, Paul establec¨ªa relaciones de complicidad con bluesmen a los que entrevistaba, fotografiaba y grababa. Aunque pagaba un modesto estipendio por canci¨®n, seg¨²n las reglas de la BBC, no se lo dec¨ªa a los m¨²sicos hasta despu¨¦s de la grabaci¨®n, para que no afectara a sus interpretaciones.
Su curiosidad le llev¨® hacia asuntos poco explorados o no estudiados sistem¨¢ticamente. En Blues fell this morning, analiz¨® las letras y comprob¨® que, m¨¢s all¨¢ de lamentos, incorporaban humor, sexualidad y poes¨ªa. En Songsters and saints, se sumergi¨® en las m¨²sicas religiosas y profanas que grababan las mismas compa?¨ªas que editaban los discos de blues. Savannah syncopators fue el feliz subproducto de sus viajes a ?frica en busca de arquitectura aut¨®ctona, donde aprovech¨® para rastrear m¨²sicas locales afines al blues.
Su obra m¨¢s difundida fue The story of the blues (1969), tomo panor¨¢mico ricamente ilustrado y potenciado por los recopilatorios discogr¨¢ficos que prepar¨® para la compa?¨ªa CBS. En general, Oliver evit¨® convertir el blues en su modus vivendi; otros colegas aprovecharon para convertirse en productores o managers de artistas. Un desdichado proyecto inacabado, una visi¨®n enciclop¨¦dica del blues tejano, a medias con un inestable experto local, Mack McCornick, le fue alejando de la primera l¨ªnea de investigaci¨®n (aunque incompleto, el libro va a ser rescatado el pr¨®ximo a?o por la Texas A & M University Press).
Conviene mencionar que muchos de los planteamientos de Oliver son ahora discutidos por una nueva generaci¨®n de historiadores del blues. Prefiri¨® no entrar en pol¨¦micas y, por lo que se sabe, tampoco concluy¨® su tantas veces prometida autobiograf¨ªa. En el fondo, era extremadamente consciente de la distancia que le separaba del ambiente en que hab¨ªa nacido y crecido el blues.
Oliver traslad¨® sus abundantes energ¨ªas a su otro campo de inter¨¦s, la arquitectura popular, donde dej¨® su marca en trabajos monumentales como la Encyclopedia of vernacular architecture of the world, en tres tomos. Fue nombrado miembro de honor del Royal Institute of British Architects y, en 2003, recibi¨® la Orden del Imperio Brit¨¢nico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.