¡°Voy a ser olvidada¡±
Merece la pena ensanchar el canon fijado a prop¨®sito de la generaci¨®n del 27, e incorporar escrituras perif¨¦ricas y sumar a las mujeres
"Yo he nacido poeta y artista como el que nace cojo, como el que nace ciego, como el que nace guapo. Dejadme las alas en su sitio, que yo os respondo que volar¨¦ bien¡±. As¨ª rogaba Federico Garc¨ªa Lorca a sus padres que le mantuvieran la asignaci¨®n econ¨®mica para vivir en Madrid. Concha M¨¦ndez y Ernestina de Champourc¨ªn nacieron poetas, y nacieron mujeres: como tantas otras creadoras de su ¨¦poca, partieron de una situaci¨®n desigual que les imped¨ªa ¡ª?salvo excepciones, como las de la escritora y periodista Magda Donato¡ª un acceso a la cultura y a la educaci¨®n similar a la de los hombres.
Ni Champourc¨ªn ni M¨¦ndez ¡ªtambi¨¦n impresora; junto a Manuel Altolaguirre impulsar¨ªa las revistas H¨¦roe o 1616, y libros como La realidad y el deseo, de Luis Cernuda, y El rayo que no cesa, de Miguel Hern¨¢ndez¡ª lograron la complicidad de su familia para matricularse en la universidad, aunque su posici¨®n social les permiti¨® refugiarse en espacios para mujeres: el Lyceum Club, la Residencia de Se?oritas¡ De estos lugares quedaban excluidas las escritoras de clase obrera, como Luisa Carn¨¦s o Luc¨ªa S¨¢nchez Saornil: Carn¨¦s narr¨® su experiencia como camarera en Tea Rooms ¡ª?le¨ªda hoy gracias a Hoja de Lata, junto al volumen Trece cuentos¡ª, y el empleo de S¨¢nchez Saornil como telefonista despert¨® en ella una conciencia pol¨ªtica por la que abandonar¨ªa la pintura y la poes¨ªa, confiando en que el articulismo brindase una difusi¨®n m¨¢s amplia a sus ideas.
Casi un siglo m¨¢s tarde, merece la pena ensanchar el canon fijado a prop¨®sito de la generaci¨®n del 27, e incorporar escrituras perif¨¦ricas ¡ªpor est¨¦tica, g¨¦nero de escritura, geograf¨ªa o sexo¡ª, y sumar a las mujeres. Como punto de partida, sirvan el popular documental Las sinsombrero ¡ªdirigido por T¨¤nia Ball¨®, Serrana Torres y Manuel Jim¨¦nez¡ª y el libro hom¨®nimo de semblanzas ¡ªpor Ball¨®, en Espasa¡ª, y el trabajo ensay¨ªstico de Jairo Garc¨ªa Jaramillo en La mitad ignorada (Devenir) y Memoria contra el olvido (Atrapasue?os). Desde las lecturas de hoy ¡ªcon la antolog¨ªa Peces en la tierra (Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara/Vandalia), al cuidado de Pepa Merlo¡ª, incorporar¨ªamos a un recuento de la generaci¨®n del 27 a Champourc¨ªn, M¨¦ndez, Carmen Conde o Josefina de la Torre, adem¨¢s de tres autoras at¨ªpicas: Mar¨ªa Cegarra, Margarita Ferreras y S¨¢nchez Saornil.
Cegarra publica en 1935 el poemario Cristales m¨ªos, en el que destacan sus ¡®Poemas de laboratorio¡¯, con su encuentro revelador entre la ciencia y la poes¨ªa: ¡°La qu¨ªmica lo afirma; pero se enga?a. No existe la saturaci¨®n¡±. En cuanto a Ferreras ¡ªrecuperada por Torremozas en una edici¨®n a cargo de Fran Garcer¨¢, que tambi¨¦n nos ha devuelto la obra de Mercedes Pinto¡ª, cuyo Pez en la tierra editaron M¨¦ndez y Altolaguirre, impresiona por su uso l¨²cido del s¨ªmbolo, heredero de la vanguardia francesa. S¨¢nchez Saornil ¡ªque en los a?os veinte difundi¨® su obra bajo el seud¨®nimo de Luciano de San-Saor¡ª me parece la m¨¢s valiosa, la m¨¢s ¡°absolutamente moderna¡±. En su discurso ultra¨ªsta conviven dos fascinaciones: la de la mirada, rara notaria de las transformaciones de su mundo, y la de la escritura, sopesando las posibilidades del lenguaje para reflejarlas. Su obra se unir¨ªa a la de autoras en otros g¨¦neros, mencionadas siempre como islas: la fil¨®sofa Mar¨ªa Zambrano, la dramaturga y memorialista Mar¨ªa Teresa Le¨®n y las narradoras Carn¨¦s y Rosa Chacel, tambi¨¦n poeta. Y m¨¢s que omito, claro, por descuido o ignorancia.
A las escritoras del 27 las acompa?a un murmullo: ninguna de ellas firm¨® una obra de la altura de Poeta en Nueva York o Sobre los ¨¢ngeles. Al margen de la insistencia en presentar el trabajo de un autor como referencia para medir los textos de ellas, en lugar de valorar su escritura por s¨ª misma, ?escribieron aquellas mujeres desde las mismas circunstancias, con las mismas circunstancias, que ellos? La mayor¨ªa habr¨ªan volado bien si les hubieran cuidado las alas; sin ellas, las autoras del 27 integran esa retaguardia de la literatura que tambi¨¦n forma parte de la historia, y que durante siglos se ha le¨ªdo en masculino sin pol¨¦micas. Ahora conocemos a las mujeres, y accedemos a su obra, y podemos desmentir o afirmar aquella casi profec¨ªa de Josefina de la Torre: ¡°Voy a ser olvidada¡±.
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