El mensajero habla y muere
La implosi¨®n de una compa?¨ªa teatral sirve de pretexto a Pascal Rambert para hablar del agotamiento de las relaciones personales y profesionales, de la pasi¨®n y del rescoldo de antiguos v¨ªnculos
ENSAYO
Autor y director: Pascal Rambert.
Traducci¨®n y adaptaci¨®n: Coto Ad¨¢nez.
Int¨¦rpretes: Fernanda Orazi, Mar¨ªa Morales, Jes¨²s Noguero e Israel Elejalde.
Vestuario: Sandra Espinosa.
Madrid. El Pav¨®n Teatro Kamikaze.
Dos actrices, el autor y el director, toman la palabra sucesivamente durante la implosi¨®n de una compa?¨ªa teatral de ensortijados lazos personales y larga trayectoria.
En el primero de los cuatro mon¨®logos de Ensayo, interpretado por Fernanda Orazi, el despliegue gestual con el que la actriz ilustra cuanto dice no deja escuchar cabalmente lo que Pascal Rambert quiere transmitirnos: cada vez que dice vocablos como palabra, sonido o lenguaje, se lleva las yemas de los dedos, puestas en pi?a, a los labios; cuando dice ¡®luces de ne¨®n¡¯, se?ala el cielo del escenario, lleno de tubos fluorescentes; cuando pronuncia la palabra estructura, opone sus dos manos abiertas, como si estuviera agarrando algo, y as¨ª sucesivamente.
Puesto el grueso de la energ¨ªa de la int¨¦rprete en ejercicio gestual tan redundante, se diluye el sentido global del texto, el cual suena al cabo como una melod¨ªa o una melopea, pues Orazi declama con soberana musicalidad. Vi¨¦ndola aqu¨ª y en Barbados, etc¨¦tera, su trabajo inmediatamente anterior, cabe pensar que la suya de ahora es versi¨®n estilizada y actual de la gestualidad extrema de los actores rom¨¢nticos.
La expresi¨®n f¨ªsica de Mar¨ªa Morales no es menor, pero no parece bajo ese hipercontrol consciente al que Orazi somete cada movimiento suyo: se percibe org¨¢nica y visceral, surge con otro arranque. Morales pone a volar su texto, te obliga a escucharlo, lo hace interesante sin querer ser ella la interesante, lo abaja, despu¨¦s de inyectarle vitalidad. Consigue que no perdamos ripio. Trat¨¢ndose de mon¨®logos sucesivos, resulta inevitable hacer cr¨ªtica comparada: quiz¨¢ el segundo sea m¨¢s agradecido que el primero, pero la actuaci¨®n de Morales entra por la piel y la pituitaria, llega neta y sin procesar.
Jes¨²s Noguero tambi¨¦n se hace escuchar a fondo: en el papel del autor, eleva la temperatura emocional a punto de ebullici¨®n, vibra, transmite una racionalidad airada, resuelve su parte cristalinamente y entrega el testigo a Israel Elejalde, cuya feroz vehemencia inicial se opaca y agota en si misma luego, por falta de matices. Su presencia tiene empaque y su actuaci¨®n es resolutiva, pero, en esta ocasi¨®n, sin un centro fuerte, sin un venero que renueve el caudal y nos haga sentir que el r¨ªo es nuevo cada vez.
Escrita sin r¨¦plica ni di¨¢logo alguno, la funci¨®n invita a contemplar puro y sin m¨¢cula el estilo de cada int¨¦rprete, su t¨¦cnica y el grado de veracidad alcanzado. El estreno encandil¨® a un p¨²blico compuesto casi exclusivamente por profesionales del teatro, del cine y por periodistas especializados.
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