La necrol¨®gica de 35.000 libros
La melanc¨®lica operaci¨®n de embalar su biblioteca en Francia inspira una de las obras m¨¢s personales de Alberto Manguel
En 1931 Walter Benjamin escribi¨® un breve texto sobre la experiencia de desembalar su biblioteca, que se convirti¨® en una reflexi¨®n sobre la relaci¨®n con sus libros. Ahora, Alberto Manguel, conocido escritor, editor y traductor argentinocanadiense, glosa la operaci¨®n inversa. Una nutrida biblioteca personal puede ser tanto una bendici¨®n como todo lo contrario. La que hab¨ªan acumulado Manguel y su compa?ero en su hogar franc¨¦s ascend¨ªa a unos 35.000 vol¨²menes: para entendernos, quiz¨¢ tantos como reunir¨ªan siete u ocho librer¨ªas peque?as. La melanc¨®lica operaci¨®n de abandonar un lugar que hab¨ªan hecho suyo, empaquetando su contenido y preservando en lo posible ¡°el orden de los libros¡± (seg¨²n la expresi¨®n de otro conocido bibli¨®filo, Roger Chartier), es lo que da lugar a esta obrita.
Si ¡°eleg¨ªa¡± es una composici¨®n que lamenta ¡°un acontecimiento infortunado¡± (y el desmantelamiento de una ingente biblioteca personal lo es), el g¨¦nero de la digresi¨®n permite tratar ¡°cosas que no tengan aparente relaci¨®n directa con el asunto principal¡±. La palabra clave aqu¨ª es ¡°aparente¡±, y naturalmente tiene trampa, porque, ?qu¨¦ no tiene relaci¨®n directa con el contenido de una vasta biblioteca? As¨ª, el autor puede hablar de sue?os, de lenguas desaparecidas, del Quijote y de Bradbury, de diccionarios y de novelas antiguas¡
Naturalmente (y esto lo sab¨ªa bien Benjamin), tras cada biblioteca hay un impulso de coleccionismo, lo que llevar¨¢ a Manguel a tratar su elemento sim¨¦trico: la p¨¦rdida, que en el caso de la familia del autor no es s¨®lo de libros, sino de pa¨ªses, lenguas, or¨ªgenes¡ Pero adem¨¢s, si ¡°toda biblioteca es autobiogr¨¢fica¡±, embalarla equivale a ¡°hacer la necrol¨®gica de uno mismo¡±. El sue?o de la imposible recuperaci¨®n aflora en la reconstrucci¨®n en realidad virtual que hizo el dramaturgo Robert Lepage de una serie de bibliotecas, entre las que estaba la que Manguel hab¨ªa tenido que abandonar en Francia. O la del primero de los sue?os en este terreno: la biblioteca de Alejandr¨ªa, de la que sabemos menos de lo que imaginamos. Incluso la vuelta de los libros de la infancia: el hallazgo en una librer¨ªa de viejo de un libro que le¨ªa de ni?o, en id¨¦ntica edici¨®n, le hace preguntarse: ?es acaso el mism¨ªsimo libro que ley¨® a?os atr¨¢s, o solamente otro ejemplar?
Este libro, tal vez el m¨¢s personal de todos los de Alberto Manguel, concluye inevitablemente con su toma de posesi¨®n del cargo que ejerci¨® Jorge Luis Borges, la direcci¨®n de la Biblioteca Nacional de Argentina. Si su biblioteca personal ten¨ªa una ordenaci¨®n ¡°azarosa¡±, dependiente de sus caprichos, como director ahora de una instituci¨®n oficialmente encargada de la memoria libresca de una naci¨®n tiene que proyectarla hacia sus usuarios potenciales, para lo que forzosamente tiene que contar con saberes no solamente sobre libros, sino tambi¨¦n de ¡°contable, t¨¦cnico, abogado, arquitecto, electricista, psic¨®logo¡± e incluso de ¡°especialista en pol¨ªtica sindical¡±. Y esta es quiz¨¢ la moraleja que cierra la obra: quien s¨®lo sabe de libros no puede defender los libros.
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Autor:?Alberto Manguel.
Editorial:?Alianza (2017).
Formato:?versi¨®n Kindle y tapa dura (240 p¨¢ginas).
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