Toda una vida con Serrat
La libertad de expresi¨®n solo se mantiene viva si se ejerce. Y ¨¦l lo hace
Mi vida sentimental se vertebra con las canciones de Serrat, es el creador de una de las bandas sonoras que he llevado en la memoria del coraz¨®n desde ni?a, a ¨¦l he de agradecerle muchas cosas: el haberme despertado un inter¨¦s por la poes¨ªa, introduciendo en mi sensibilidad adolescente los versos de Machado, Miguel Hern¨¢ndez o Joan Salvat Papasseit; el descubrir que la m¨²sica pod¨ªa contar la vida de los barrios humildes a los que ¨¦l puso o¨ªdo y prest¨® voz, y el amor por la lengua catalana. Es sabido que la letra con m¨²sica entra mejor y la familiaridad que muchos tenemos hoy con ese idioma se la debemos en gran parte a ¨¦l, a sus discos en catal¨¢n, entre los que Per al meu amic (1973) brilla como una joya rara y misteriosa. Todo esto lo he pensado muchas veces a lo largo del tiempo, no es que sus ¨²ltimas declaraciones sobre el proc¨¦s me hayan llevado a advertirlo. Serrat fue la primera persona a la que entrevist¨¦, cuando ten¨ªa 19 a?os. Con la insensatez optimista de una rendida admiradora que reci¨¦n hab¨ªa comenzado a trabajar en la radio me enter¨¦ del hotel en el que estaba, llam¨¦, le ped¨ª al de recepci¨®n que me pusiera con el se?or Serrat pensando que no me har¨ªa ni pu?etero caso, y tuve la suerte tonta de dar con un recepcionista poco celoso de la intimidad de sus clientes c¨¦lebres. Me pas¨® con ¨¦l sin m¨¢s, y entonces la voz de mi ¨ªdolo contest¨® al otro lado del hilo telef¨®nico tal y como sonaba en el tocadiscos de mi cuarto. Me recibi¨®, me concedi¨® un tiempo ins¨®lito, y si estaba enamorada antes de conocerlo en persona, despu¨¦s de aquello sal¨ª del hotel con un mareo emocional del que me cost¨® recuperarme.
Esta ma?ana, cuando vi en el peri¨®dico las palabras que sobre la posible consulta del 1-O ha pronunciado en Santiago de Chile, mi memoria ha viajado muchos a?os atr¨¢s. Hasta 1975, el a?o en que la dictadura franquista orden¨® la ejecuci¨®n de varios miembros de ETA y el FRAP. Serrat se encontraba en aquellos d¨ªas en M¨¦xico y desde all¨ª conden¨® el r¨¦gimen de Franco e hizo una firme declaraci¨®n contra la pena de muerte. No era la primera vez que el artista se hab¨ªa manifestado en ese sentido, ya lo hab¨ªa hecho en 1970, en los tiempos del proceso de Burgos, pero en esta ocasi¨®n su postura le supuso un a?o de exilio. No invento sobre la marcha, no poetizo ni dramatizo el pasado si digo que las consecuencias de sus declaraciones sacudieron mi alma a¨²n infantil: pensar que se calificaba a Serrat como un traidor a la patria no era algo que yo pudiera entender. Acababa de comprarme Para piel de manzana y en unos d¨ªas me lo hab¨ªa aprendido de la primera canci¨®n a la ¨²ltima. Esper¨¦ impaciente y desasosegada a que mi padre llegara de trabajar. Le segu¨ª hasta la habitaci¨®n como hac¨ªa todos los d¨ªas, porque mi padre era de esos hombres que aunque solo fuera por una hora se pon¨ªan el pijama para comer, y mientras le colgaba el traje por pura veneraci¨®n de hija peque?a, le pregunt¨¦ con ansiedad: ¡°Pero, ?por qu¨¦ ha tenido que decir esas cosas si sab¨ªa lo que pod¨ªa ocurrir?¡±. Yo era de derechas, como as¨ª suelen ser casi todos los ni?os en su deseo de que nada desordene el mundo en el que crecen, y no entend¨ªa que alguien se empe?ara en hablar cuando lo prudente era quedarse callado. Mi padre sonri¨®, rumiando imagino cu¨¢n candorosa es la ignorancia de los ni?os, y me dej¨® sin respuesta. La vida me la dio, ense?¨¢ndome por qu¨¦ la nobleza estriba en decir lo que se piensa, aunque no sea del gusto de todos.
Ya no vivimos en una dictadura y Serrat, al que quiero a¨²n m¨¢s por las cosas que entonces no entend¨ªa, ha dicho lo que opina con claridad y sin alterarse sobre la peligrosa fractura social que se ha abierto en su tierra en estos d¨ªas previos a la fecha se?alada. ¡°Independencia", ha dicho, "es una palabra hermosa que inflama el coraz¨®n de los j¨®venes y moviliza a la gente¡±. Pero ¨¦l, que siempre ha apoyado un refer¨¦ndum y criticado la inactividad pol¨ªtica del gobierno central, no ve transparentes ni democr¨¢ticas estas maneras. Es coherente con lo que ha sido su trayectoria p¨²blica; ejemplar, adem¨¢s, porque la libertad de expresi¨®n solo se mantiene viva si se ejerce. Y ¨¦l, en ese ejercicio de ensanchar la libertad a fuerza de decir lo que piensa, es un maestro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.