Una alternativa ilusionante¡ y una despedida sentida
Talavante, que cort¨® una oreja, vuelve este domingo, inexplicablemente, para sustituir a Manzanares
Pablo Aguado tom¨® la alternativa y dej¨® en los tendidos el buen sabor de boca de un torero con aroma y sensibilidad, pero no se retir¨®. Acaba de empezar la que ojal¨¢ sea una larga y fruct¨ªfera carrera como matador de toros.
El que se retir¨® a lo grande fue el picador Manuel Quinta, despu¨¦s de toda una vida -27 a?os- a las ¨®rdenes de Enrique Ponce. A lo grande porque ha dicho adi¨®s en la Maestranza, y porque su maestro le oblig¨® a bajar del caballo tras picar al cuarto de la tarde, lo abraz¨® emocionado, le brind¨® la muerte del toro y lo invit¨® a que lo acompa?ara en la posterior vuelta al ruedo. Un broche de oro a una brillante carrera profesional.
Fue un momento emotivo, refrendado por el cari?o y el respeto de los tendidos; y hubo otro, el de la alternativa del sevillano Pablo Aguado, que lograba as¨ª el primer gran objetivo de su vida torera.
Rubric¨® Aguado lo que ya hab¨ªa anunciado como novillero: que maneja con soltura el capote y la muleta, que su toreo posee hondura y gracia, y se entreg¨® como la ocasi¨®n merec¨ªa. Tanto es as¨ª que hubiera alcanzado un triunfo grande si mata a la primera al sexto de la tarde; pero pinch¨® dos veces y lo hizo sali¨¦ndose de la suerte, lo que enfri¨® los ¨¢nimos y emborron¨® una tarde que pudo ser de gloria.
Garcigrande/Ponce, Talavante, Aguado
Toros de Garcigrande, bien presentados, de juego desigual en los caballos, nobles y de poca clase; sobresali¨® el tercero por su calidad.
Enrique Ponce: media ca¨ªda y atravesada (silencio); dos pinchazos y casi entera (vuelta al ruedo).
Alejandro Talavante: media trasera (oreja); estocada baja (ovaci¨®n).
Pablo Aguado, que tom¨® la alternativa: pinchazo y estocada ca¨ªda (vuelta al ruedo); dos pinchazos, estocada _aviso_ (ovaci¨®n).
Plaza de la Maestranza. Primera corrida de feria. 23 de septiembre. Tres cuartos de entrada.
Lo mejor lo hizo ante ese toro ¨²ltimo, en una faena de menos a m¨¢s; se entretuvo antes en cuatro tandas de aceptables y desapasionados muletazos, hasta que a partir de la quinta, la muleta en la mano derecha, se entreg¨®, se vaci¨® y traz¨® muletazos largos, hondos, bell¨ªsimos, con los que la plaza vibr¨® como en las mejores tardes. Fueron tres tandas m¨¢s en las que oblig¨® al toro a humillar, llev¨¢ndolo prendido en la franela y cantando de verdad el toreo aut¨¦ntico. Unos airosos ayudados por bajo presagiaban un triunfo grande. Se perfil¨® para matar y se ech¨® fuera. ?Horror! Y volvi¨® a hacerlo. ?Terror! Y a la tercera, cuando el ¨¦xito se hab¨ªa esfumado, enterr¨® la espada. ?Mucho se va a acordar Pablo Aguado de esos dos pinchazos¡!
En el toro de la alternativa, de ins¨ªpida dulzura, dej¨® pasajes toreros de gran m¨¦rito. Antes de pedir permiso al presidente y brindar a su padre, el toro se le arranc¨® y lo recibi¨®, la muleta en la zurda, con cuatro o cinco muletazos por bajo pre?ados de categor¨ªa. Despu¨¦s, ante un animal agotado y sin celo, dej¨® detalles sueltos de buen toreo. Antes se hab¨ªa lucido a la ver¨®nica, y, despu¨¦s, en un quite por elegantes chicuelinas ante el quinto.
A ese toro quinto, de poca clase, Talavante, (que vuelve este domingo sin justificaci¨®n alguna para sustituir al lesionado Manzanares), le hizo una faena construida desde la mediocridad, carente de dominio y sin inter¨¦s. Y le hab¨ªa cortado una oreja al tercero, el mejor toro de la tarde por nobleza, movilidad y prontitud en la muleta; pero fue una oreja generosa y barata, solicitada minoritariamente. Comenz¨® con muletazos por bajo, largos y cadenciosos, en los que el animal mostr¨® sus excelentes cualidades; se preocup¨®, despu¨¦s, m¨¢s por la postura que por la hondura; destac¨® en tres naturales, un farol, un pase del desprecio y el de pecho, y se acab¨®. Hab¨ªa toro de dos orejas y le concedieron una que no mereci¨®. No hubo obra, ni intensidad ni emoci¨®n.
Nada pudo hacer Ponce ante su primero, un animal amuermado y noqueado. ?C¨®mo ser¨ªa el toro para que el maestro valenciano no le pudiera dar un pase! Complicado fue el cuarto, y el torero despleg¨®, entonces, su oficio, su conocimiento y su t¨¦cnica para impartir una lecci¨®n de torero grande. No fue un faen¨®n porque la poca calidad del toro lo impidi¨®, pero cualquiera sabe lo que hubiera ocurrido si mata a la primera.
P.D.
¡°Esto se acaba, amigo; y los responsables no ser¨¢n los antitaurinos, sino los de dentro. ?C¨®mo se explica este empacho de Talavante, por Dios? Cuando le¨ª que se ca¨ªa Manzanares, pens¨¦ que lo sustituir¨ªa Pepe Moral, triunfador en la Feria de Abril, o alg¨²n chaval de los nuevos. Pues, no. Sin explicaci¨®n alguna -y creo que la empresa Pag¨¦s estaba obligada a ello- nos han colocado injustificadamente a Talavante. ?Por qu¨¦? Otra vez, las componendas de los despachos. Estos taurinos no aprenden. Dan la espalda a los aficionados y se equivocan gravemente. Yo ya le digo que me est¨¢n robando la afici¨®n. Esto da asco¡±.
(Reflexiones de un veterano aficionado en las puertas de la Maestranza).
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