Las natillas que entusiasmaban a Juan Ram¨®n y Zenobia
Un libro acerca el lado m¨¢s humano de la pareja de literatos al rescatar sus recetas y la relaci¨®n de ambos con los alimentos y las tareas dom¨¦sticas
¡°Si no es por Zenobia, Juan Ram¨®n habr¨ªa muerto antes o se habr¨ªa vuelto loco¡±, afirma Mar¨ªa Jos¨¦ Blanco mientras su compa?era Pepi Gallinero asiente y ratifica: ¡°Ella salv¨® a Juan Ram¨®n¡±. Lo afirman tras haber investigado durante dos a?os un aspecto in¨¦dito de la pareja: sus recetas culinarias y su relaci¨®n con los alimentos. De ese trabajo ha salido el libro La cocina de Zenobia (Editorial Niebla), que se presenta este mi¨¦rcoles en Moguer (Huelva). La obra recoge qu¨¦ com¨ªan los dos literatos, c¨®mo cocinaban, los cuidados que se profesaban, qui¨¦n hac¨ªa las tareas y hasta el asombro ante los primeros avances y electrodom¨¦sticos como la olla expr¨¦s, el frigor¨ªfico o el tostador.
¡°Adentrarse en la cocina del nobel Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y de su esposa, Zenobia Camprub¨ª, permite descubrir aspectos desconocidos de ambos¡±, resalta Rafael P¨¦rez, el editor que ha asumido la idea de Carmen Hern¨¢ndez-Pinz¨®n (sobrina nieta del autor) materializada por las dos trabajadoras de la fundaci¨®n que lleva el nombre del poeta. ¡°En la intimidad son m¨¢s humanos todav¨ªa¡±, afirma Gallinato.
Ambas destacan el trato exquisito de la pareja a sus amigos y empleados, cuando los tuvieron, y c¨®mo la comida fue una manera de expresar ese cari?o en todos los sentidos. De ah¨ª los intercambios de recetas para cuidar el delicado est¨®mago de Juan Ram¨®n o los env¨ªos de dulce membrillo para ¨¦l o para los allegados o c¨®mo un providencial regalo de jam¨®n de Huelva y aceite de oliva consigui¨® frenar una persistente diarrea del escritor.
Juan Ram¨®n no era exigente con la comida. Una copa de Danone a las seis y media de la tarde, jam¨®n cocido, huevos, leche y d¨¢tiles eran parte de la dieta b¨¢sica del nobel. Pero Zenobia, inquieta y ¨¢vida de nuevos conocimientos, asiste a clases de cocina en Cuba y las intercambia por lecciones de espa?ol en Estados Unidos para mejorar en la alimentaci¨®n y buscar de forma constante comidas que le sentaran bien al delicado est¨®mago de su esposo. As¨ª va conformando un men¨² de 158 recetas (en espa?ol e ingl¨¦s) que se incluyen en la publicaci¨®n.
Entre los postres destacan las natillas de las hermanas Laved¨¢n, que entusiasman a la pareja y que consumen hasta dos veces por semana, o el sufl¨¦ de queso de Llo Browne Wallace, esposa del vicepresidente de Estados Unidos Henry A. Wallace, a quien Zenobia ense?a espa?ol a cambio de clases de cocina.
La obra, adem¨¢s, describe la relaci¨®n de ambos con las tareas dom¨¦sticas. ¡°J. R. ha estado fregando los cacharros en mi lugar y es una fregona de buena voluntad, pero deja acumular lo sucio de dos o tres comidas para no interrumpir su trabajo y despu¨¦s lo lava todo a las seis, cuando ya la luz no le sirve para trabajar. Es un buen m¨¦todo para no interrumpir el trabajo importante, pero se acumula el mal olor de la cocina¡±, escribe Zenobia.
El poeta tambi¨¦n asume algunas labores culinarias para lo que, seg¨²n relata su esposa, ¡°se da una ma?a grand¨ªsima¡± que asombra a su familia. Le prepara el almuerzo a Zenobia para que se lo lleve a la universidad. ¡°Me hace llevarme seis cosas: un s¨¢ndwich, un huevo duro, un pl¨¢tano, un bizcocho, una barra Suchard y alguna otra cosa¡±, describe la escritora. En 1952, antes de que Zenobia viaje a Boston para otra intervenci¨®n del c¨¢ncer que le termin¨® costando la vida, el poeta le prepara huevos revueltos con papas fritas y carne molida. ¡°Me chup¨¦ los dedos¡±, destaca la autora.
Desde un a?o antes de la muerte de Zenobia, el 28 de octubre de 1956, tres d¨ªas despu¨¦s de que le concedieran a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez el Nobel, el poeta entra en una espiral de desorden alimenticio que le lleva a pasarse d¨ªas (hasta dos semanas) sin comer o a mostrar un hambre insaciable. Hasta que fallece el 29 de mayo de 1958.
Las penurias de la pareja y el entusiasmo por la primera cocina
Durante el exilio, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y Zenobia Camprub¨ª pasan momentos de penuria econ¨®mica que la esposa sobrelleva con ¨¢nimo y que, cuando revierten, utiliza el dinero en parte para dotarse de aparatos de cocina por los que muestra un extraordinario entusiasmo.
El gasto de 75 centavos en flores para agradecer a su amiga Katy Owre su ayuda y que le mostrara un mercado de Miami le lleva a quedarse con solo 12 d¨®lares para pasar nueve d¨ªas. El saldo era el equivalente a la cuenta del lechero. La luz les costaba cuatro d¨®lares al mes y una cena de sopa, jam¨®n, lechuga, fresas y leche les sale a 55 centavos.
Hasta 1939 no dispone la pareja de una casa con cocina moderna, algo que entusiasma a Zenobia, quien escribe a sus amigos que deja la puerta abierta solo para contemplarla. Cuatro fuegos con mandos para regular la intensidad, horno con termostato, frigor¨ªfico con luz interior y fregadero de porcelana son las caracter¨ªsticas que describe a sus amigos y que le hacen volver a dar clases de cocina.
A Zenobia le encantan los utensilios de cocina y ans¨ªa tener un tostador, su hermano Augusto le regala por Navidad una parrilla con tapa y llega a ¡°invertir¡± 20 d¨®lares en una olla a presi¨®n porque calcula que en un a?o lo habr¨¢ ahorrado en gas y porque la comida hecha as¨ª le sienta bien a Juan Ram¨®n.
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Autor:?Pepi Gallinato Ollero.
Editorial:?Niebla Editorial (2017).
Formato:?tapa blanda (226 p¨¢ginas).
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