Vicente Aleixandre, en el coraz¨®n del lector
La concesi¨®n del Nobel al poeta sevillano fue recibida con desagrado por miembros de su generaci¨®n
Cuando Vicente Aleixandre supo de la decisi¨®n final de la Academia Sueca el 6 de octubre de 1977, reaccion¨® enseguida con generosidad asegurando que era un premio concedido a toda su generaci¨®n, la de los poetas del 27, a la cual ¨¦l pertenec¨ªa ¡°como uno m¨¢s¡±, precis¨®. No obstante, a partir de ese momento o poco despu¨¦s comenz¨® el lento declive y el desapego hacia su poes¨ªa, ese duro purgatorio por el que tantos grandes escritores de nuestra lengua han pasado (el caso de Gald¨®s vale por muchos) y del que solo es posible salir cuando la obra, despu¨¦s de un tiempo de aparente postergaci¨®n, acaba mostrando a la vista de todos su val¨ªa y su indiscutible importancia.
En el caso de Aleixandre esa retracci¨®n parti¨®, en principio, de sectores afines a otros autores de su generaci¨®n, que ¨ªntimamente hab¨ªan aspirado tambi¨¦n al prestigioso premio. La intelectualidad m¨¢s de izquierdas se sinti¨® defraudada al no haber reca¨ªdo este sobre Rafael Alberti, al que consideraban por su ¡°compromiso¡± con la causa del pueblo y su largo destierro, el digno candidato de la Espa?a peregrina. Otro sector, de proyecci¨®n internacional ¡ªespecialmente desde universidades francesas, italianas y de Estados Unidos¡ª, auspiciaba la candidatura de Jorge Guill¨¦n como la de mayor merecimiento. Guill¨¦n no se muerde la lengua y le escribe por aquellos d¨ªas a un amigo: ¡°Bien est¨¢ el Premio Nobel para Aleixandre, pero le tendr¨ªan que haber dado el de la Paz¡±.
Siete a?os despu¨¦s fallece el solitario de Velintonia, y aunque los medios de comunicaci¨®n le dedican fervorosos homenajes que enaltecen su figura, su dignidad humana y su lenguaje po¨¦tico de fuerte y original personalidad, la llama de su celebridad empieza a decaer. La muerte deja siempre la obra de un autor expuesta a las veleidades de la novedad y sin tener a nadie ya que la defienda de los ataques de los detractores. La obra pasa a ser, en definitiva, la verdadera hu¨¦rfana del autor.
En el caso de P¨¦rez Gald¨®s, y siendo como es uno de los novelistas m¨¢s importantes de la lengua castellana junto con Cervantes y Clar¨ªn, tuvieron que pasar varias d¨¦cadas hasta su definitiva recuperaci¨®n. Con Aleixandre el tiempo ha sido m¨¢s complaciente. Tras unos 14 o 15 a?os de latente supervivencia (y negado a veces hasta por poetas amigos que lo hab¨ªan visitado con asiduidad en Velintonia, seg¨²n atestigua Manuel Mantero), puede asegurarse hoy que su obra ha dejado atr¨¢s ese pozo de olvido y que, desde 2001, coincidiendo con la salida de sus Poes¨ªas completas (ed. Visor, Madrid), de las que por cierto yo mismo cuid¨¦, ha vuelto a recobrar la estima que como poeta excepcional siempre tuvo. Un volumen de Prosas completas, en el que se inclu¨ªa como novedad principal m¨¢s de un centenar de cartas de Aleixandre, apasionadas, bellas y en su mayor¨ªa in¨¦ditas, le seguir¨ªa un a?o despu¨¦s.
La excelente acogida de sus completas hizo que muy pronto se agotaran y tuvieran que reimprimirse en 2005. Fue seguramente una simple coincidencia, pero a partir de entonces la fama, esa gitana rebelde, volvi¨® a sonre¨ªr a Aleixandre. En estos ¨²ltimos a?os se han sucedido los homenajes y los libros en su recuerdo, incluso unas nuevas Poes¨ªas completas acaban de aparecer, lo que le sit¨²a otra vez en la primera l¨ªnea de una actualidad que no depende de nada externo a ¨¦l, sino de la admiraci¨®n que hoy sigue despertando su obra.
Reconocido como cl¨¢sico cuando a¨²n estaba en la plenitud de su vida, no necesita de reactualizaciones m¨¢s o menos coyunturales para despertar el fervor de los buenos lectores de poes¨ªa, siempre exigentes y atentos. La condici¨®n de cl¨¢sico le convierte tambi¨¦n, en cierto modo, en poeta intemporal. Poeta de ayer, de hoy y de ma?ana. As¨ª como Montale dispuso que a su muerte, cada equis a?os, su albacea literario abriera un sobre con nuevos poemas suyos y los entregara a la publicaci¨®n, como una forma previsora y extra?a de administrar su fama p¨®stuma, Aleixandre no necesit¨® de esas estrategias m¨¢s propias de un publicista que de un poeta. ?l sigui¨® su vocaci¨®n creadora obedeciendo a un ¨²nico imperativo: escribir y vivir. Escribir como una forma de intensificar la vida. En eso tuvo por modelo a Goethe, cuyo lema ¡°sin prisa pero sin pausa, como la estrella¡±, que tanto fascin¨® a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, hizo igualmente suyo en la tarea de cada d¨ªa, con una ligera variaci¨®n: ¡°Hacer es vivir m¨¢s¡±.
Escribir no supon¨ªa para ¨¦l necesariamente publicar. Era, ante todo, un impulso ciego, una liberaci¨®n restauradora por la que el dolor ¡°se volv¨ªa iluminativo¡±. Dej¨®, pues, muchas p¨¢ginas in¨¦ditas que hoy permanecen desperdigadas entre los archivos de amigos e instituciones y que el d¨ªa que se recuperen supondr¨¢n un considerable avance en el conocimiento de su obra. El archivo personal del solitario de Velintonia guarda, entre otros importantes documentos, las prosas que faltan a¨²n por conocerse de Pasi¨®n de la Tierra, y que tuvo en sus manos y envi¨® a M¨¦xico su amigo Gerardo Diego en 1935, pero por tratarse de una edici¨®n restringida quedaron fuera del libro.
Interesante ser¨¢ poder acceder tambi¨¦n alg¨²n d¨ªa a las numerosas copias que conserv¨® durante a?os Jes¨²s Bocanegra, amigo muy allegado al poeta y que haciendo las veces de secretario suyo mecanografi¨® buena parte de sus poemas. Bocanegra falleci¨® hace unos a?os, pero en su poder quedaron poemas no editados y hoy inencontrables (como el di¨¢logo Noche del asesino) que se conservan entre las copias que ¨¦l sac¨® con un af¨¢n casi de coleccionista. El epistolario privado que custodia la Fundaci¨®n Gregorio Prieto, de Madrid, o el depositado en la Fundaci¨®n Guill¨¦n, de Valladolid, abrir¨¢n nuevas v¨ªas de conocimiento de la vida, la obra y la personalidad del poeta cuando pueda accederse a ellos. Y, en fin, bueno ser¨ªa igualmente averiguar ¡ªy esa es misi¨®n m¨¢s pertinente para un Ministerio de Cultura con iniciativa y empuje que para un investigador individual¡ª si se conservan poemas y cartas de las que Vicente Aleixandre mand¨® a su ¨ªntima amiga norteamericana Margarita Alpers, fallecida en 1965, y que corren el peligro de desaparecer, por desconocimiento, en manos de sus descendientes.
Todo llegar¨¢ a su tiempo. Y cuando ese rico fil¨®n de obra aleixandrina sea recuperado y llegue a las manos del futuro lector, adem¨¢s de confirmar el reconocimiento de la Academia Sueca de 1977, vendr¨¢ a coronar y a cumplir el secreto sue?o al que aspir¨® el poeta durante toda su vida: ¡°Siento ¡ªas¨ª formulaba Aleixandre su deseo¡ª no s¨¦ qu¨¦ consuelo, qu¨¦ dulce sensaci¨®n de estar ma?ana solo dormido y no muerto. Quedar en los corazones de los que me lean. Y rechazo ese escepticismo que duda de que los hombres de ma?ana se ocupen de leer a un poeta como yo¡±.
Alejandro Duque Amusco es poeta y experto en la obra de Vicente Aleixandre
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