La misma hoguera, las mismas vanidades
La gran novela de Nueva York, de Tom Wolfe, cumple 30 a?os. La ciudad ha cambiado de aspecto, pero los asuntos que trataba permanecen
La cerveza artesanal y los apartamentos de dise?o se han colado en el South Bronx, que es esa jungla de Nueva York en la que hace 30 a?os se adentr¨® Sherman McCoy con un Mercedes deportivo de 48.000 d¨®lares (41.000 euros) como si se llegase a una civilizaci¨®n desconocida. Ahora muchos lo llaman SoBro, o el nuevo Williamsburg, los precios de la vivienda se han disparado y The New York Times lo seleccion¨® este a?o como unos de los 52 lugares del mundo que habr¨ªa que visitar. Los bloques en construcci¨®n se multiplican en la avenida 134 y algunos comercios coquetos abren sus puertas, pero conviven con edificios miserables que recuerdan que esa es una zona a¨²n en transici¨®n, que sigue siendo de los barrios m¨¢s peligrosos, que hace unos a?os, all¨ª, a¨²n ard¨ªan las calles.
La hoguera de las vanidades, la que a¨²n se considera la gran novela de Nueva York, sali¨® a la venta en el oto?o de 1987, el a?o del lunes negro de Wall Street, la ¨¦poca en que los homicidios se contaban por miles, la discoteca Studio 54 viv¨ªa su declive y Donald Trump, ya due?o de su torre de la Quinta Avenida, estaba construyendo su imperio de casinos en Atlantic City. El debut en la ficci¨®n de Tom Wolfe narraba la historia de McCoy, un joven y triunfador vendedor de bonos que una noche se pierde junto a su amante por el South Bronx, atropellan a un negro y huyen. A partir de ah¨ª, empieza su ca¨ªda libre y, en paralelo a ella, Wolfe retrata todo el submundo de la ciudad.
El libro sent¨® mal, se regodeaba en los t¨®picos sobre negros y blancos y se burlaba de todo: la tensi¨®n racial, el dinero, las miserias pol¨ªticas. ¡°Tom Wolfe no deja prisioneros en su comedia¡±, dec¨ªa la cr¨ªtica de The New York Times, escrita por Christopher Lehmann-Haupt. Hoy, este cree que ¡°las cosas se ha vuelto tan pol¨¦micas que la gente es muy sensible, y esta obra parecer¨ªa una trivializaci¨®n de los problemas¡±. ¡°Las cosas que se satirizan en la novela est¨¢n m¨¢s vivas que nunca, dominan el debate p¨²blico y han invadido la literatura: la tensi¨®n racial, la pol¨ªtica identitaria¡ Trump es una personificaci¨®n de Sherman McCoy¡±, a?ade a este peri¨®dico.
30 a?os despu¨¦s, un personaje protot¨ªpico de La hoguera como Trump, se ha convertido en presidente de Estados Unidos y el Bronx, aquella vieja jungla, sale recomendada en una gu¨ªa del Times. Pero la esencia de aquella ciudad sigue viva.
Al reverendo Al Sharpton, en quien dicen que se inspir¨® el escritor para crear al personaje del padre Bacon, a¨²n hoy le huele a cuerno quemado que le pregunten por ello. Sharpton, un viejo y pol¨¦mico activista por los derechos de los negros, cree que la desigualdad entre razas tiene todav¨ªa un largo camino por recorrer. ¡°No es que hayamos progresado mucho, es que ha crecido la sensibilidad¡±, explica a EL PA?S. ¡°La gran diferencia con el 87 es que entonces hab¨ªa un alcalde hostil a los problemas de negros y latinos [Ed Koch], y eso desat¨® un enorme activismo en la calle. El alcalde actual [Bill de Blasio] es un progresista que en el 87 estaba marchando con nosotros por las calles¡±, contin¨²a, pero ¡°a¨²n sufrimos unas diferencias enormes en educaci¨®n y oportunidades profesionales¡±.
Pese las olas de gentrificaci¨®n, Nueva York sigue siendo la segunda ciudad de Estados Unidos con mayor segregaci¨®n racial, solo superada por Milwaukee. Y con la Gran Recesi¨®n, adem¨¢s, la brecha socioecon¨®mica se ensanch¨®.
Aun as¨ª, los avances experimentados y la guinda de la llegada del primer afroamericano a la presidencia de EE UU, hab¨ªan creado la ilusi¨®n de una Am¨¦rica posracial. Los datos econ¨®micos y los cr¨ªmenes racistas muestran, en cambio, que la herida sigue sangrando en la sociedad estadounidense, at¨®nita, adem¨¢s ante una primavera siniestra del supremacismo blanco.
Tambi¨¦n sobreviven ciertas criaturas de Wall Street. En un art¨ªculo de 1996 ¡ªLa muerte de Sherman McCoy¡ª Michael Lewis explicaba que aquellos superhombres ya no exist¨ªan. "A finales de los 80 no era infrecuente celebrar la venta de 100 millones de bonos subi¨¦ndose a su mesa, golpe¨¢ndose el pecho y gritando: ?Soy el amo del universo...!". Y en el 96, los mismos que no conceb¨ªan una jornada de trabajo sin puros y trajes de miles de d¨®lares se presentaban en la oficina con zapatillas de deporte. Adem¨¢s, aunque el dinero en juego se hab¨ªa multiplicado, las operaciones hostiles y los delitos financieros estaban de capa ca¨ªda.
El pero de la reflexi¨®n es que justo en esa ¨¦poca personajes como Jordan Belfort ¡ªm¨¢s conocido como El lobo de Wall Street¡ª estaban subidos en su espiral de fraude y lavado de dinero. Este se declar¨® culpable en el 99. Y luego vino el pinchazo de la burbuja puntocom, el esc¨¢ndalo de las hipotecas basura...
Dice Charles Geisst, experto en finanzas y autor de un libro sobre la historia de Wall Street, que si algo se ha mantenido en estos 30 a?os es precisamente el hombre Sherman. Muchos de ellos han sido sustituidos por ordenadores, pero ¡°su actitud arrogante no ha cambiado¡±. ¡°Los coches caros, relojes y las drogas tienen mucha demanda¡±, apunta, ¡°y los entonces Masters del Universo se llaman ahora El Fabuloso Fab, como aquel operador burs¨¢til franc¨¦s de Goldman de 2008 [Fabrice Tourre]¡±.
Pese a la actualidad de todo ese universo de La hoguera de las vanidades ¡ªla tensi¨®n racial, sus bajas pasiones, su punto de esperpento¡ª muchos ven imposible que una novela as¨ª se escribiera en 2017. ¡°Hay una especie de fiesta inocente en ese libro, de celebraci¨®n, que sencillamente no creo que se hubiera escrito igual ahora. Hoy la correcci¨®n pol¨ªtica es mucho m¨¢s fuerte¡±, explica el novelista neoyorquino Joseph Olshan, en 1987 un veintea?ero que acababa de publicar su primer libro. ¡°No ha habido desde entonces una gran novela de Nueva York, puede que haya habido algunas, pero no as¨ª¡±, dice el autor de Vanitas, editada tambi¨¦n en Espa?a. La literatura acerca de esta gran metr¨®polis, un g¨¦nero en s¨ª mismo, cambi¨®, a su juicio, despu¨¦s de los atentados del 11-S, un acontecimiento que un autor ya no puede obviar y del que, en su opini¨®n, todav¨ªa nadie ha sabido escribir bien. ¡°Los atentados son una sombra enorme para nuestra literatura¡±.
Una urbe menos exc¨¦ntrica
Para el novelista neoyorquino Joseph Olshan, su ciudad conserva la excentricidad de aquellas p¨¢ginas, de aquellos a?os que relat¨® Wolfe. La mano dura contra el crimen que se le atribuye a los alcaldes Rudy Giuliani y Michael Bloomberg, junto con el impulso econ¨®mico y tur¨ªstico que este ¨²ltimo le dio a la ciudad tras el 11-S, han transformado Nueva York. ¡°Es m¨¢s segura, pero tambi¨¦n m¨¢s comercial, se ha vuelto car¨ªsima y ya no atrae a gente tan diversa¡±, dice. En realidad, se corrige enseguida, s¨ª sigue atrayendo a todo el mundo. ¡°Muchos artistas, mucha gente muy interesante quiere estar aqu¨ª, pero ahora los que lo logran son solo los que se pueden permitir econ¨®micamente estar, y eso te est¨¢ dejando fuera a muchos¡±.
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Autor:?Tom Wolfe.
Editorial:?Anagrama (2013).
Formato:?tapa blanda (640 p¨¢ginas).?
Babelia
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