V¨ªsperas
Este a?o la gran inc¨®gnita del Premio Planeta, que se otorga este domingo, no es qui¨¦n ganar¨¢ sino qu¨¦ autoridades estatales y auton¨®micas van a a acudir a la ceremonia entrega
1. Inc¨®gnitas
Pido disculpas a los improbables lectores de este Sill¨®n, por no librarles tampoco esta semana de las referencias a nuestro particular It, que podemos traducir por el pronombre castellano Eso o por el catal¨¢n All¨°. A estas alturas de la inacabable zozobra a¨²n no s¨¦ si voy a disponer de uno o dos pasaportes, y si la espiral de mentiras, rencores m¨¢s o menos seculares, culposas torpezas pol¨ªticas y desencuentros suicidas nos han arrojado al abismo. Pero, como aqu¨ª se trata de libros y de quienes los hacen, constato que Planeta, una de las dos m¨¢s grandes compa?¨ªas editoriales espa?olas (y latinoamericanas), ha cumplido su promesa de trasladar su sede de Barcelona ¡ªla capital mundial del libro en espa?ol¡ª a otra ciudad m¨¢s, digamos, estable (que ha resultado ser Madrid). Ahora, unos d¨ªas antes de que se proclame el ganador/a del Premio Planeta, la ¨²nica inc¨®gnita que cuenta en los mentideros del libro ya no es la identidad del agraciado/a (el patr¨®n Creuheras impuso el fin de las filtraciones), sino qu¨¦ autoridades estatales y auton¨®micas (o, quiz¨¢s ya republicanas; y, si se repite la historia como farsa, el a?o que viene incluso cantonales) van a acudir a la c¨¦lebre noche planetaria de entrega de premios. Desde esta tribuna he criticado a menudo el hecho de que a un festejo editorial privado, por importante que sea, acudan, como enjambre de moscas al p¨¤ amb tom¨¤quet, pol¨ªticos de toda laya (muchos de los cuales, por cierto, publican en el grupo). Y mucho m¨¢s, si se trata de las llamadas (ch¨¦n, tach¨¦n) ¡°m¨¢s altas magistraturas¡± de la (por ahora) naci¨®n. Pero este a?o la lista de asistentes adquiere morbo a?adido. Mientras tanto, la rama espa?ola de Penguin Random House, la mayor competencia de Planeta en el mundo hisp¨¢nico, sigue guardando estent¨®reo silencio respecto a lo que har¨¢ en el caso de que Catalu?a consiga matar al padre y seccionar su cord¨®n umbilical con la madre (?madrastra?). Y esto en unos d¨ªas en que me llegan rumores (ojo: sin confirmar) acerca de una presunta compra supermillonaria que la compa?¨ªa que dirige la prudente Nuria Cabut¨ª estar¨ªa a punto de cerrar, y que implicar¨ªa la incorporaci¨®n al supergrupo de una saneada editorial independiente de gran tama?o cuyos propietarios estar¨ªan deseando retirarse a su Arcadia m¨¢s o menos ampurdanesa. Solo rumores, por ahora. Pero si ocurriera, que Dios nos coja (a¨²n m¨¢s) concentrados.
2. Camino
Cada a?o se adelanta m¨¢s la campa?a de Navidad, convertida hace tiempo en la m¨¢xima celebraci¨®n global del dios Mamm¨®n (Mateo, 6: 19-21). En mi mesa de novedades ¡ªque he tenido que reforzar con botareles y estribos¡ª se levantan pilas de ¡°libros navide?os¡± en equilibrio inestable. Me llegan desde estupendas agendas (Errata Naturae, Alba) en las que uno puede apuntar, por ejemplo, ¡°cita con el dermat¨®logo¡± el mismo d¨ªa en que Faulkner recibi¨® su Premio Nobel hasta libros ¡°de arte¡± u otros adornos encuadernados para que las amistades aprecien lo distinguidos que somos mientras depositan su gin-tonic en la mesita baja del sal¨®n. El refuerzo de mi mesa tiene que ver con el mayor peso y volumen de las ¡°apuestas¡± navide?as. La m¨¢s notable, hasta la fecha, es la incre¨ªble edici¨®n de Las sesenta y nueve estaciones del Kisokaido, una aut¨¦ntica obra maestra de la edici¨®n industrial que acaba de publicar Taschen. El Kisokaido, tambi¨¦n llamado Nakasendo, era una de las cinco grandes rutas del shogunato Tokugawa (1603-1868). A principios del siglo XVII, el gran Tokugawa Ieyasu mand¨® reformar el camino y construir esas 69 estaciones de descanso para que los viajeros pudieran recorrerlo con comodidad: en sus bordes se construyeron posadas, albergues, lugares de esparcimiento. El maestro Matsuo Basho (1644-1694) fue uno de los que lo recorrieron en su momento, y nos dej¨® de su paso alg¨²n haik¨² que sigue reverberando en el tiempo. El libro de Taschen re¨²ne la reproducci¨®n de las magn¨ªficas xilograf¨ªas que de esas estaciones y de la bulliciosa vida que se desarrollaba a su alrededor realizaron dos de los m¨¢s grandes grabadores del novecientos japon¨¦s: Keisai Eisen y Utagawa Hiroshige, y que reflejan perfectamente el Jap¨®n rural anterior a la industrializaci¨®n. Un libro admirable (45¡Á30 cent¨ªmetros, 240 p¨¢ginas), con texto triling¨¹e, que se presenta cosido seg¨²n la tradici¨®n editorial japonesa y que constituye todo un regalo de lujo. Eso s¨ª: para llev¨¢rselo a casa tendr¨¢ que apoquinar 99,99 eurillos.
3. A?os de plomo
Antes de Patria, la novela de Fernando Aramburu que se ha convertido en uno de los mayores ¨¦xitos literarios del ¨²ltimo quinquenio, ya hubo otros relatos que, con mayor o menor ¨¦nfasis, ten¨ªan como asunto principal o tel¨®n de fondo los a?os de plomo de Euskadi (a la memoria me llegan en tropel los nombres de Guerra Garrido, Lertxundi, Atxaga y Saizarbitoria, entre otros). Pero Patria ha servido, entre otras cosas, para impulsar otros nuevos. En los ¨²ltimos meses, y sin pretensiones de exhaustividad, han aparecido, por ejemplo, La l¨ªnea del frente (Salto de P¨¢gina), de la bilba¨ªna Aixa de la Cruz, o Mejor la ausencia (Galaxia Gutenberg), de la santurtziarra Edurne Portela. A ellos se suma ahora la arriesgada El refugio de los canallas (Alrev¨¦s), del tambi¨¦n bilba¨ªno Juan Bas, cuyas anteriores novelas se mov¨ªan en el m¨¢s confortable g¨¦nero de la s¨¢tira negra y el esperpento. En su ¨²ltimo trabajo, Bas abandona el humor y se sumerge de lleno en el terror: el de ETA y el del GAL. Desgarradoras historias individuales, familiares y colectivas, fragmentadas en el tiempo (entre la posguerra y ayer mismo) y en las que las pulsiones destructoras de hijos y padres se entrecruzan en una imparable espiral de odio y violencia. Una novela-purga sobre un tiempo terrible.
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