El misterio del cura degollado y castrado
Benjamin Black Completa en 'Pecado' una narraci¨®n criminal de primer orden y nos presenta a un nuevo, complejo y entra?able inspector
John Banville (Wexford, 1945) ha vuelto a hacernos un regalo. Enfundado en la piel de Benjamin Black, el autor irland¨¦s se ha apartado del camino marcado por su pat¨®logo forense Quirke para escribir Pecado (traducci¨®n de Miguel Temprano) obra con la que gan¨® el Premio RBA de Novela Polic¨ªaca 2017. Se trata de una historia en la que, con la excusa de un terrible asesinato, Black despliega todas sus artes para mostrarnos la sociedad irlandesa de finales de la d¨¦cada de los cincuenta del siglo pasado, adentrarse en sus conflictos e hipocres¨ªas y regalarnos un nuevo, complejo y entra?able protagonista.
El planteamiento es el siguiente: Navidad de 1957. En medio de un terrible invierno, un cura cat¨®lico es hallado degollado y castrado en medio de un enorme charco de sangre en las estancias de una de las familias m¨¢s significativas de la zona de Wexford, cuna del propio Banville. La familia, liderada por un militar retirado, protestante pero con mucho prestigio en la zona, es todo lo variopinta y oscura que puede ser una familia de alta alcurnia en aquella ¨¦poca por aquellos parajes. El cura, amigo del padre, muri¨® en terribles circunstancias pero ni el hijo mayor, ni la alocada hija ni, por supuesto, la se?ora de la casa y segunda esposa de coronel han visto u o¨ªdo nada, en una met¨¢fora perfecta de la sociedad irlandesa de la ¨¦poca. ¡°Es una historia muy negra que trata sobre las acciones profundamente oscuras cometidas por un sacerdote y las personas que lo encubr¨ªan, y las consecuencias que tuvieron que sufrir los que les rodeaban¡±, resum¨ªa el propio Black en Barcelona.
El conflicto est¨¢ asegurado porque la Iglesia no quiere que se investigue y utiliza todo su poder para censurar cualquier informaci¨®n y presionar a la polic¨ªa. Saben lo que hay detr¨¢s, conocen de sobra las razones por las que alguien querr¨ªa matar al simp¨¢tico padre Tom y prefieren que quede como un accidente. Les suena, ?verdad?
Y aqu¨ª entra en juego el detective Strafford, de nombre St. John, aunque ¨¦l prefiera evitarlo por rid¨ªculo. Se trata del v¨¢stago de un prestigioso hombre protestante que se aparta de todo lo que su familia esperaba para ¨¦l y se hace polic¨ªa. Su aspecto desgarbado pero elegante, sus modales y su acento, su origen protestante, el hecho de que no le guste beber y de que no fume lo convierten desde el primer momento en un extra?o dentro de la polic¨ªa y a ojos de los ciudadanos, m¨¢s acostumbrados a la rudeza y la falta de estilo de sus compa?eros.
¡°El inspector ten¨ªa 35 a?os y parec¨ªa 10 a?os m¨¢s joven. Era alto y delgado, de rostro estrecho y afilado, ojos que bajo cierta luz eran verdes y pelo de ning¨²n color en particular, con un mech¨®n que tend¨ªa a caerle sobre la frente¡± nos cuenta el narrador al principio en un gesto inusual en Black, puesto que siempre hemos conocido a nuestro querido Quirke o a la extraordinaria Phoebe a trav¨¦s de los ojos de otros y nunca por una descripci¨®n tan certera. Strafford es un tipo inteligente y tranquilo, nada especial, alguien movido por el deseo de saber, un solitario al que no le gusta la gente, hombre desarraigado y, en sus propias palabras, ¡° la sombra de lo que pudo haber sido¡± sin saber exactamente qu¨¦ significa eso. Un personaje maravilloso del que esperamos tener m¨¢s noticias pronto.
R¨¢pidamente el lector puede comprobar de la mano del inspector Strafford y su ayudante Jenkins que el asesino tiene que ser alguien de la casa, pero la investigaci¨®n fluye despacio, con ese ritmo tan caracter¨ªstico de Black, aprovechando las idas y venidas, los interrogatorios y las conversaciones para mostrarnos en pocas l¨ªneas las heridas de una sociedad machacada por una guerra civil, dividida por sus creencias y ahogada por el poder omn¨ªvoro de la Iglesia Cat¨®lica, tema muy presente en las novelas de Quirke y en las preocupaciones de Banville.
Para los fans de las novelas de Quirke, este aparece nombrado de pasada, como el inefable Costigan. M¨¢s presente est¨¢ Hackett, aqu¨ª ascendido a comisario y visto en una faceta distinta, al mando, soportando las presiones de quienes quieren echar arena sobre el caso, digno pero distante, algo amargado por no poder estar en la calle con personajes como su amigo Quirke.
Para los amantes de la novela enigma, aqu¨ª hay algo de eso tambi¨¦n y el caso est¨¢ resuelto con brillantez y sin fuegos de artificio.
Por ¨²ltimo, para los aficionados a la buena literatura, sea del color que sea, aqu¨ª tienen una narraci¨®n de primer orden.
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