La primera dama de la canci¨®n
El centenario de Ella Fitzgerald pasa sin pena ni gloria. Se merec¨ªa respeto como Billie Holiday
![Billie Holliday (izquierda) y Ella Fitzgerald.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/S4LVU4RCZMALQY444S4ELIATJA.jpg?auth=26cbab5553ebe3a23c74f315db822f83f92bd057ffa03fb01c57c111bf280ecc&width=414)
Son convenciones sociales que deber¨ªan mantenerse. Hablo de la conmemoraci¨®n de las fechas redondas de la vida, de la obra de los artistas. Cualquier excusa sirve para combatir la m¨¢quina borradora del presente, empe?ada en vendernos novedosas banalidades, con la complicidad de medios acomplejados.
Se trata de una guerra p¨¦rdida, cierto. Pero estos aniversarios tambi¨¦n destapan la evoluci¨®n del gusto, con la sigilosa rectificaci¨®n del canon establecido. En 2017, se cumpl¨ªan cien a?os del nacimiento de Ella Fitzgerald y sospecho que no ha sido precisamente un jubileo: alg¨²n homenaje discreto en festivales de jazz y pare usted de contar.
Por el contrario, hubo mucho m¨¢s alboroto comercial y medi¨¢tico durante el centenario de Billie Holiday, en 2015. Esto revela el cambio de paradigmas: preferimos que nuestras leyendas sean sufridoras, perseguidas, esquel¨¦ticas. Billie cuenta con una extensa bibliograf¨ªa y hasta un biopic, donde fue encarnada por la superestrella Diana Ross. No hay nada equivalente en el caso de Ella Fitzgerald.
Al final, la est¨¦tica vence al arte, el junkie chic a las formas de la mammy, como la que encarnaba Hattie McDaniel en Lo que el viento se llev¨®. Ella Fitzgerald acumul¨® una extraordinaria discograf¨ªa, llegando a publicar alg¨²n a?o tres o cuatro ¨¢lbumes (y no cuento las grabaciones live). Desarroll¨® el concepto de songbook, dedicando discos dobles a autores como Cole Porter, Irving Berlin, Ellington, los Gershwin, Johnny Mercer etc. Unos discos que son los cimientos del actual culto por lo que ahora llaman el Great American Songbook.
![Sello dedicado a la cantante Ella Fitzgerald.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VBMJJOHJG2VTKJ3KWWTJJV4SYU.jpg?auth=dff2d81d3c610b8e3453a5a10a0bdeba3722026cd0a42e29a303075138b09d37&width=414)
Por puro automatismo, tendemos a asumir que Ella era una vocalista convencional. Se olvida, claro, su imaginativo uso de la t¨¦cnica del scat. Y su valent¨ªa al embarcarse en proyectos at¨ªpicos, como los dedicados al country o la bossa nova. A finales de los sesenta, cuando el rock parec¨ªa haber barrido al jazz, Ella registr¨® un tr¨ªo de elep¨¦s donde -con notables aciertos- recreaba ¨¦xitos de Motown, los Beatles, Cream o Bacharach-David. La Fitzgerald demostr¨® all¨ª que, incluso en clave desgarrada, pod¨ªa cantar mejor que una Janis Joplin.
Puede que no sea justo comparar la obra de la desdichada Billie con el Everest que supone la discograf¨ªa de Ella, fruto de sus formidables cuerdas vocales y su profesionalismo. Solo coincidieron en su mala punter¨ªa a la hora de elegir compa?¨ªa masculina¡y en su escasa tolerancia con el racismo.
Un a?o antes de que Rosa Parks se negara a ceder a un blanco su asiento en un autob¨²s de Alabama, Fitzgerald pretend¨ªa trasladarse desde Haw¨¢i a Australia, donde ofrecer¨ªa unos conciertos. La cantante y su gente compraron cuatro asientos en primera clase pero la aerol¨ªnea, Pan Am, insisti¨® para que viajaran en clase tur¨ªstica. Ella se neg¨® y tard¨® varios d¨ªas en conseguir volar a su destino tal como deseaba.
A la vuelta de la gira, una humillada Ella demand¨® a Pan Am. La compa?¨ªa termin¨® aceptando un acuerdo extrajudicial y pidiendo disculpas con la boca peque?a. Esperen, que aqu¨ª no acaba la cosa: la empresa dej¨® de volar en 1991 pero el nombre todav¨ªa conserva cierto glamour. Hace pocos a?os, se emiti¨® una serie televisiva, Pam Am, sobre las andanzas de sus azafatas y pilotos. ?Quieren creer que la banda sonora inclu¨ªa a Ella Fitzgerald? S¨ª, y tambi¨¦n a Billie Holiday.
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