La viuda de Neruda siempre neg¨® que el poeta muriera de c¨¢ncer
Matilde Urrutia defendi¨® la tesis que ahora avala una investigaci¨®n sobre la muerte del Nobel en 1973
¡°A Pablo no lo mat¨® el c¨¢ncer¡±. As¨ª, de una manera tan rotunda, lo expres¨® su viuda, Matilde Urrutia, a un periodista de la agencia Efe en las primeras semanas de 1974 en la casa de Isla Negra, junto a las imponentes rocas de la playa y el atronador rugido del oc¨¦ano. As¨ª lo remarcar¨ªa de nuevo en numerosas entrevistas de prensa hasta el invierno de su existencia. Y a esta misma conclusi¨®n han llegado los cient¨ªficos que desde 2013 han examinado de manera concienzuda una parte de los restos del poeta en laboratorios de varios pa¨ªses con la tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada.
El 5 de mayo de 1974, La Patoja, con quien el poeta contrajo matrimonio el 28 de octubre de 1966, explic¨® al diario bonaerense La Opini¨®n que el doctor Roberto Vargas Zalazar (el ur¨®logo chileno m¨¢s importante de aquella ¨¦poca) le hab¨ªa asegurado en agosto de 1973: ¡°Pablo vivir¨¢ como m¨ªnimo seis a?os y hasta es posible que muera de cualquier otra cosa, pero no del c¨¢ncer que tiene, pues est¨¢ perfectamente controlado¡±. Fue Vargas Zalazar quien anot¨® en el certificado de defunci¨®n, que complet¨® la ma?ana del lunes 24 de septiembre de 1973 en su domicilio sin haber examinado el cuerpo inerte, la causa de muerte hoy ya invalidada: ¡°Caquexia cancerosa. C¨¢ncer pr¨®stata. Met¨¢stasis cancerosa¡±.
El 19 de septiembre de 1974, en una extensa entrevista concedida al diario Pueblo en Espa?a, Matilde Urrutia se reafirm¨® en su convicci¨®n: ¡°La verdad ¨²nica es que el duro impacto de la noticia [del golpe de Estado] le caus¨® que d¨ªas m¨¢s tarde se le paralizase el coraz¨®n. El c¨¢ncer que padec¨ªa estaba muy dominado y no preve¨ªamos este desenlace tan repentino. No alcanz¨® ni a dejar testamento pues la muerte la ve¨ªa a¨²n muy lejos¡±. Efectivamente, en el invierno austral de 1973, aunque casi siempre postrado en su dormitorio de Isla Negra, Neruda prosigui¨® la preparaci¨®n de sus memorias junto con su secretario y gran amigo Homero Arce, culmin¨® la escritura de los siete poemarios que se publicaron p¨®stumamente en 1974 e incluso preparaba ya la tradicional despedida de fin de a?o en su bell¨ªsima casa del Cerro Florida de Valpara¨ªso: La Sebastiana.
En septiembre de 1983, en una de las ¨²ltimas entrevistas que concedi¨®, en este caso a la revista chilena An¨¢lisis, Matilde Urrutia volvi¨® a referirse al fallecimiento de su esposo: ¡°Pablo ten¨ªa un c¨¢ncer. El m¨¦dico que lo atend¨ªa y que lo visitaba a menudo me hab¨ªa dicho que vivir¨ªa por lo menos cinco o seis a?os. La verdad es que el golpe lo afect¨® mucho, pr¨¢cticamente lo derrumb¨®. A pesar de que yo trataba de que no se enterara de lo que estaba sucediendo, eso era imposible (¡) No me cabe duda que Pablo muri¨® a consecuencia del golpe de Estado¡±.
La investigaci¨®n judicial de la muerte de Pablo Neruda enfrenta una nueva etapa. Si los cient¨ªficos hubieran confirmado la causa de muerte anotada por Vargas Zalazar, posiblemente habr¨ªa concluido en el plazo de los pr¨®ximos meses. Ahora, en cambio, estos intentar¨¢n esclarecer el origen de la nueva toxina hallada en sus restos para discernir si pudo ser inoculada por terceras personas. En este caso, habr¨ªan sido agentes de la dictadura para impedir que viajara a M¨¦xico, desde donde ten¨ªa previsto emitir una declaraci¨®n contra la Junta Militar. En el exilio, la voz po¨¦tica y pol¨ªtica del Premio Nobel de 1971, admirada universalmente, hubiera sido el gran enemigo de Pinochet, quien, por cierto, en aquellos d¨ªas estaba al corriente del estado de salud del poeta.
Sigue en pie, pues, la posibilidad del magnicidio denunciado por Manuel Araya, el modesto militante comunista que fue su chofer desde diciembre de 1972 y que junto con Matilde Urrutia fue la ¨²nica persona que lo acompa?¨®, en todo momento, desde aquella ma?ana del 11 de septiembre que trunc¨® la incipiente primavera de Isla Negra hasta sus horas finales del 23 de septiembre de 1973. Se trata de una compleja investigaci¨®n judicial, cient¨ªfica e hist¨®rica dirigida con tenacidad y rigor por el magistrado Mario Carroza, que ocupa m¨¢s de tres mil p¨¢ginas, en nueve tomos de declaraciones e indagaciones, adem¨¢s de un ¡°cuaderno reservado¡±.
Desde luego, descartado ya el c¨¢ncer como causa de la muerte, puede argumentarse con mayor solidez a¨²n que su fallecimiento fue producto, cuando menos, del terrible sufrimiento, de la agon¨ªa en que se sumi¨® la ¨²ltima noche de su vida tras conocer en la habitaci¨®n 406 de la Cl¨ªnica Santa Mar¨ªa el cruel asesinato de V¨ªctor Jara y, en definitiva, la magnitud de la represi¨®n contra su pueblo.
Mario Amor¨®s es periodista e historiador, autor de la biograf¨ªa Neruda. El pr¨ªncipe de los poetas (Ediciones B)
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