Turismo de sequ¨ªa: los pueblos ahogados resucitan
Iniciativas p¨²blicas y privadas exploran un nuevo mercado en enclaves hist¨®ricos emergidos de los embalses bajo m¨ªnimos
El mapa de Portomar¨ªn es un enga?o; se mire por donde se mire. Si uno entra en Google Maps ver¨¢ una gran masa de agua, el embalse de Belesar, que extiende sus brazos como un drag¨®n despanzurrado. Pero si hoy pasase un sat¨¦lite a tomar una instant¨¢nea desde el cielo retratar¨ªa un escu¨¢lido Mi?o que atraviesa un valle pintado de un verde deslumbrante. El antiguo pueblo lucense ahogado en 1963 lleva tanto tiempo al sol, m¨¢s de 10 meses, que de la tierra cuarteada ha brotado hierba. Porque, pese a la alerta por sequ¨ªa, esto sigue siendo Galicia y aqu¨ª la vegetaci¨®n parece tener memoria hist¨®rica. Y repartidas entre las dos orillas del r¨ªo sediento se ven las ruinas del viejo pueblo espectral que han salido a saludar. Incluidos los restos del camposanto de Loio, que a¨²n conserva varias filas de nichos intactos.
He aqu¨ª una meta del nuevo turismo de sequ¨ªa que empiezan a vislumbrar Ayuntamientos y empresas del sector en diversos lugares de Espa?a. El regreso de la especie humana, en tiempos de cambio clim¨¢tico, a los paisajes de los que fue arrancada en el esplendor de la pol¨ªtica de pantanos.Y mientras el alcalde popular de Portomar¨ªn ha decidido revitalizar el cauce seco se?alizando los esquel¨¦ticos barrios, el socialista de Mansilla de la Sierra (La Rioja) ha recuperado la antigua romer¨ªa de mayo que festejaban los vecinos en el gran pueblo que acab¨® anegado en 1959. Los anta?o moradores de Pe?arrubia (M¨¢laga), desalojados en 1972, han vuelto en octubre para inaugurar una ermita y refundar el esp¨ªritu del municipio borrado del mapa y ahora emergido de las aguas del embalse de Guadalteba. Y la empresa conquense Multiaventura Buend¨ªa ultima un "producto tur¨ªstico" de rutas en todoterreno por el Real Sitio de la Isabela que mand¨® edificar Fernando VII para tratar su gota. Las visitas incluir¨¢n una aplicaci¨®n para tabletas con un recorrido gr¨¢fico por el pasado de este palaciego conjunto adornado con fuentes, que acab¨® sumergido a finales de los a?os 50 y que actualmente vuelve a estar al aire porque el embalse solo alcanza el 9% de su capacidad.
Portomar¨ªn, con su elegante malec¨®n, sus casas tradicionales, sus molinos, sus palomares, su puente romano, su palco de la m¨²sica, su capilla de la virgen de As Neves y sus dos iglesias del siglo XII era desde 1946 Conjunto Hist¨®rico Art¨ªstico pero eso no pes¨® gran cosa frente a la idea de progreso. Sus habitantes fueron reubicados en un alto, el nuevo Portomar¨ªn (1.528 habitantes) que construy¨® la hidroel¨¦ctrica Fenosa, y desde entonces tuvieron muchas ocasiones de ver aflorar la vieja villa. Pero ahora el nivel del embalse de Belesar se mantiene bajo m¨ªnimos mucho m¨¢s tiempo. En enero de este a?o era perfectamente transitable el lecho amojamado del pantano, y pasado Difuntos el agua sigue ausente porque aqu¨ª apenas ha llovido.
De momento, la lluvia de este fin de semana no ser¨¢ capaz de cambiar el panorama. Nunca tan lejos hab¨ªa llegado la temporada seca. Y jam¨¢s se hab¨ªan sentido tan desbordados los hosteleros, en Portomar¨ªn acostumbrados de siempre a las avalanchas peregrinas del verano, porque la localidad fue encomienda de la Orden de Malta y sigue siendo hoy etapa clave del Camino Franc¨¦s a Santiago. El alcalde, Juan Serrano, no duda de que "el clima est¨¢ cambiando": "En el futuro, los pueblos ricos no ser¨¢n los que tengan petr¨®leo, sino los que tengan agua, que es irreemplazable y da la vida". Y mientras considera "una cuenta pendiente" retirarle a la principal plaza del Portomar¨ªn nuevo el nombre de "Conde de Fenosa", se le ha ocurrido resucitar los restos mortales del viejo enclave emergido instalando en sus calles fotos antiguas y paneles explicativos con c¨®digos QR para ampliar informaci¨®n.
Desde que el viejo Portomar¨ªn qued¨® sepultado por el silencio del agua, "varios vecinos se suicidaron tir¨¢ndose al embalse desde el puente". La propia abuela del alcalde, cuando era muy mayor y ya ve¨ªa que se le escapaba la vida, ped¨ªa a la familia: "Quiero irme a mi casa". No hablaba de ninguna de esas viviendas en serie, con soportales y sin alma, que levant¨® la hidroel¨¦ctrica arriba, en el Monte do Cristo, sino de su hogar sumergido por una crecida que se prolong¨® varios a?os. Durante el llenado, fueron numeradas y trasladadas al nuevo asentamiento las piedras de la iglesia fortaleza de San Xo¨¢n (o San Nicol¨¢s), Monumento Hist¨®rico Art¨ªstico desde 1931, y parte de las del templo rom¨¢nico de San Pedro. Tambi¨¦n la capilla de As Neves y un arco del grandioso puente romano que ya hab¨ªa sido partido en dos por la ira guerrera de do?a Urraca en su lucha contra su segundo esposo, Alfonso el Batallador.
El resto qued¨® abajo, salvo lo que fueron rescatando en sus idas y venidas los vecinos desalojados. "Al final, para que no siguieran yendo, la empresa dinamit¨® sus casas", cuenta Juan Serrano. "Si no lo hubiera hecho hoy se conservar¨ªan mucho mejor". El edificio de la vieja F¨¢brica de la Luz, un gran molino de agua que daba electricidad a la villa, sigue en pie, soportando a?o tras a?o las subidas y bajadas de nivel. Ahora est¨¢ lleno de visitantes armados con c¨¢maras, un reguero de curiosos llegados de todas partes al viejo pueblo peregrino. Est¨¢ tan deshidratado el firme que hay gente que hace el recorrido completo montada en el coche y una casa de turismo rural, Santa Mari?a, pasea a sus clientes en bugui. En lo alto de la ladera, el club n¨¢utico permanece en dique seco, los deportes acu¨¢ticos han ca¨ªdo en el olvido y aqu¨ª lo que la gente quiere es tomarse algo.
Otro tanto sucede en el embalse de Buend¨ªa. "Tenemos un barco velero y no lo hemos podido echar al agua", comenta Rub¨¦n Mart¨ªnez, responsable de la oficina de turismo de Saced¨®n (Guadalajara) y gerente de la empresa "multiaventura" que comparte nombre con el pantano. "Aqu¨ª se viv¨ªa mucho del turismo por los embalses, pero claro, ahora est¨¢n bajo m¨ªnimos y hay que reinventarse", reconoce. "?Que si viene gente? Esto es exagerado no, lo siguiente", dice Jos¨¦ Manuel Ballesteros, alcalde de Mansilla de la Sierra. El gobernante riojano asegura que los fines de semana y los festivos se llegan a juntar a la vez "hasta 300 coches" de for¨¢neos que quiere visitar los restos momificados de aquel pr¨®spero pueblo, "con un mont¨®n de puentes", que era cabecera de comarca y estaba construido ¨ªntegramente en piedra en las riberas del Najerilla. A¨²n se pueden ver varias de sus casas y la iglesia que, cuenta el regidor, fue expoliada y quemada "para someter a los vecinos", que se resist¨ªan a que su templo acabase bajo el agua. Mansilla lleg¨® a tener 700 habitantes, y hoy no llega a 70. El alcalde no recuerda sequ¨ªas tan prolongadas: "El pantano siempre se llenaba, pero el a?o pasado y este, no. Pens¨¢bamos que el?cambio clim¨¢tico iba a ser una mentira, pero ahora... creo que es verdad. Yo antes ve¨ªa a Maldonado en la tele diciendo que llov¨ªa en Galicia y sab¨ªa que a la ma?ana siguiente los vientos traer¨ªan la borrasca aqu¨ª, era algo autom¨¢tico. Pero ahora llevamos dos a?os pr¨¢cticamente sin lluvia".
Con 1.300 presas, Espa?a es el quinto pa¨ªs del mundo (por detr¨¢s de China, Estados Unidos, Jap¨®n e India) y el primero de Europa en agua embalsada. Y entre el medio millar de localidades sumergidas existen verdaderas reliquias que ahora se dejan ver cada vez m¨¢s, como los capiteles labrados de la iglesia rom¨¢nica de Santa Eugenia de Cenera de Zalima, que han salido a flote en el embalse palentino de Aguilar de Campoo; o el templo de Sant Rom¨¤ en el embalse de Sau (Barcelona); la parroquia de Mediano, en Huesca; o San Roque de Villanueva, la llamada "catedral de los peces" en el pantano del Ebro (entre Cantabria y Burgos), que cuenta con una pasarela de madera para visitarla.
En el embalse de Aguilar, adem¨¢s, emerge hasta secarse por completo el puente medieval de Villanueva del R¨ªo y en ?beda (Ja¨¦n) se puede caminar bajo cuatro de los cinco arcos del puente Ariza, en la presa de Giribaile, que aflor¨® por primera vez en 2010 y ahora est¨¢ seco. Esta obra renacentista de Andr¨¦s de Vandelvira "atrae sobre todo a expertos" que se acercan a estudiarlo, comenta Roc¨ªo San Juan, funcionaria municipal de turismo. Los vecinos de Pe?arrubia, un ayuntamiento malague?o tragado por el agua, tambi¨¦n dejaron atr¨¢s su iglesia, sus casas, su cuartel de la Guardia Civil, su cementerio y hasta su v¨ªa del tren cuando la localidad acab¨® sumergida a principios de los 70. A principios de octubre regresaron varios cientos en busca de sus ra¨ªces para celebrar la romer¨ªa de la Virgen del Rosario e inaugurar una ermita. "La pagaron entre todos", cuenta Crist¨®bal Miguel Corral (IU), alcalde de Teba, uno de los municipios colindantes que dan comida y techo a las numerosas almas vivas que visitan el pueblo fantasma.
"Ahora que todo est¨¢ seco, hay que verlo como un recurso"
No debe de haber muchos casos de empresarios que logran un t¨ªtulo nobiliario con el nombre de su negocio. El conde de Fenosa (Fuerzas El¨¦ctricas del Noroeste, SA), Pedro Barri¨¦ de la Maza, fue un hombre afortunado hasta el extremo de que, siendo rico, gan¨® 180 millones de pesetas en 1958 por unos boletos de Loter¨ªa de Navidad comprados en El Gato Negro de A Coru?a. Unas cuantas d¨¦cadas antes, durante la Guerra Civil, el industrial se hab¨ªa convertido en uno de los financieros imprescindibles del r¨¦gimen, y en 1938 encabez¨® con un gobernador civil el pol¨¦mico proceso de donaci¨®n del pazo de Meir¨¢s a Franco. Galicia estaba a sus pies, y bajo sus pies el agua engull¨® Portomar¨ªn. La vida sigue y desde hace una d¨¦cada la Fundaci¨®n Barri¨¦ ha invertido m¨¢s de seis millones en la restauraci¨®n del P¨®rtico de la Gloria en la Catedral de Santiago, mientras en el edificio de enfrente, el Ayuntamiento, el gobierno municipal reclama por v¨ªa judicial dos estatuas del antiguo atrio rom¨¢nico de la bas¨ªlica que est¨¢n en poder de la familia del dictador.
"Es mucho lo que perdimos bajo el pantano, era un pueblo espectacular", lamenta el alcalde de Portomar¨ªn, al que no le hace gracia que la gran plaza del pueblo lleve el nombre del conde. "Los que no ten¨ªan nada, salieron de la negociaci¨®n con una casa digna, todo hay que decirlo; pero otra gente no estaba de acuerdo y le plant¨® cara a la compa?¨ªa", asegura. "Sin embargo, ahora que todo est¨¢ seco hay que ver esto como un recurso y hay que mimarlo", comenta sobre las ruinas que afloran del cauce.
Un proyecto municipal ha recuperado la memoria inundada con una web (www.portomarinvirtual.es) que recoge infinidad de fotos del viejo pueblo, de su desmantelamiento y del proceso de llenado. Algunas de estas im¨¢genes ilustran los paneles informativos entre las ruinas de los dos barrios que conformaban Portomar¨ªn, el de San Xo¨¢n y el de San Pedro, a la otra orilla del Mi?o. Cuando fueron desmontadas sus iglesias, abajo se habilit¨® un gran barrac¨®n sobre pilares, como un h¨®rreo gigante, para las misas. Hoy, en el cauce seco se pueden ver los enormes pies del palafito que sirvi¨® de templo cat¨®lico durante dos a?os. Los ¨²ltimos que all¨ª se casaron antes de que anegaran su pueblo fueron Teresa Arias y Mario Mato, que siguen por aqu¨ª.
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