¡®Matilda¡¯ se estrena al fin en Rusia sin la presencia de sus estrellas por temor a las amenazas
Valeri Gu¨¦rgiev, el director musical de la pel¨ªcula sobre el romance de Nicol¨¢s II, tampoco acude al estreno en San Petersburgo
La pel¨ªcula Matilda, sobre el romance juvenil decimon¨®nico de la bailarina Matilda Kschessinska y el futuro zar Nicol¨¢s II, se estren¨® por fin oficialmente en Rusia, pese a los reiterados intentos de impedirlo, amenazas incluidas, por parte de los sectores conservadores ortodoxos.
El estreno, en el teatro Mariinski de San Petersburgo el lunes por la noche, se vio algo deslucido por la ausencia de los principales protagonistas, entre ellos el alem¨¢n Lars Eidinger, que interpreta a Nicol¨¢s Rom¨¢nov, hasta su matrimonio con la princesa Alix de Hesse (Alejandra Fi¨®dorovna) en 1894 y su coronaci¨®n en 1896. Eidinger, un actor del teatro Schaub¨¹hne de Berl¨ªn, ha reconocido tener miedo y ha alegado su condici¨®n de padre de familia al excusarse por no acudir al estreno en Rusia, pa¨ªs donde estuvo rodando durante m¨¢s de un a?o. ¡°Dice que tiene mujer e hijo¡±, explic¨® Alex¨¦i Uch¨ªtel, el director de Matilda, refiri¨¦ndose a Eidinger, al explicar su ausencia a los invitados al estreno, cerca de mil personas que llen¨¢bamos las nuevas dependencias del teatro Mariinski.
Uch¨ªtel manifest¨® que tres actores alemanes, incluida Luise Wolfram, tambi¨¦n de la compa?¨ªa del Schaub¨¹hne de Berl¨ªn, temieron ¡°de forma absolutamente sincera¡± acudir al evento. Wolfram ha representado a Alix de Hesse. Alegando compromisos de trabajo, al acto no asisti¨® tampoco la principal actriz, la polaca Michalina Olszanska, que ha caracterizado a Matilda.
Rodeado por su equipo, Uch¨ªtel dijo estar ¡°extremadamente dolido¡± por las circunstancias que han motivado estas ausencias. El director calific¨® de ¡°horrible¡± que ¡°un pu?ado¡± de gente que ha protestado contra la pel¨ªcula sin verla haya creado ¡°una especie de mito¡± que ¡°hace que tengan miedo a nuestro pa¨ªs¡±. ¡°Esto no deb¨ªa suceder¡±, manifest¨®.
M¨¢s que un acto cultural o cinematogr¨¢fico, el estreno de Matilda se transform¨® en un indicador de las tensiones entre los sectores clericales y partidarios de una sociedad civil laica. En torno a la pel¨ªcula se ha producido una pugna entre las m¨¢s extremas corrientes arcaizantes (tambi¨¦n en medios musulmanes del norte del C¨¢ucaso) y las autoridades civiles en Rusia.
Desde varias horas antes de que comenzara la proyecci¨®n, la polic¨ªa organiz¨® un dispositivo de vigilancia de todo el conjunto de edificios del Mariinski. Los cuerpos de intervenci¨®n especial, el OMON, apostaron varios autobuses en el per¨ªmetro del teatro. Tal despliegue era la respuesta preventiva a la campa?a protagonizada por diversos grupos radicales tales como El Estado Cristiano. El l¨ªder de esta organizaci¨®n, Alexandr Kalinin, y otros tres activistas est¨¢n actualmente detenidos por amenazar con el incendio de los cines que se atrevan a proyectar Matilda y tambi¨¦n por actos violentos intimidadores, como la quema de dos coches junto al despacho del abogado de Uch¨ªtel en Mosc¨².
Mientras en el interior del Mariinski se iban concentrando los invitados ¡ªmuchas mujeres en trajes largos y muchos hombres en smokings y pajarita¡ª, en el exterior del edificio la protesta de la jornada, pac¨ªfica y discreta, consisti¨® en un grupo de activistas, que entonaron salmos y canciones en honor al zar junto al monumento al compositor Rimski-Korsakov. Los activistas sosten¨ªan iconos y carteles en los que pod¨ªa leerse ¡°Matilda es un desaf¨ªo al mundo ruso¡±, ¡°Uch¨ªtel, deformador de la historia rusa¡±. No se confirmaron los rumores recogidos por la prensa local sobre la detenci¨®n de miembros del grupo juvenil Vesn¨¢ (primavera), portando extintores y de signo ¡°provocador¡±, opuesto a los ultras conservadores.
La lista de los invitados al estreno no fue publicada aparentemente por motivos de seguridad, pero entre el p¨²blico esta corresponsal pudo ver a personajes del mundo de la cultura y tambi¨¦n al ex ministro de Finanzas, el peterburgu¨¦s Alex¨¦i Kudrin, autor de un programa econ¨®mico para Rusia encargado por el presidente Vlad¨ªmir Putin.
Durante cerca de dos horas, los espectadores siguieron el ritmo trepidante de Matilda. Aparte de un romance de juventud (con dosis de erotismo muy medido y tolerable para hipersensibles) es tambi¨¦n una pel¨ªcula de acci¨®n con bellas y fastuosas im¨¢genes (coreograf¨ªas de ballet y ceremonia de la coronaci¨®n) y ¡°licencias creativas¡± (los encuentros entre la futura emperatriz y la bailarina y las actividades del m¨¦dico alem¨¢n de confianza de la futura emperatriz).
Estas ¡°licencias¡± alimentan hoy, cien a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n de octubre, las pol¨¦micas y las fantas¨ªas sobre la Rusia que se extingui¨® con la abdicaci¨®n del zar el 2 de marzo de 1917. Nicol¨¢s II y toda su familia fueron asesinados en 1918 en Ekaterimburgo y canonizados como m¨¢rtires por la iglesia Ortodoxa Rusa. Los detractores de Matilda alegan que la pel¨ªcula ofende a un m¨¢rtir y por lo tanto a los sentimientos de los creyentes religiosos. En la legislaci¨®n rusa hay un delito por este concepto.
Matilda, que adem¨¢s est¨¢ rodada en soberbios escenarios de la historia rusa, es un producto de creaci¨®n cinematogr¨¢fica y no un documental sobre fines de siglo XIX. Si uno juzgara aquella Rusia tan solo a partir de la acci¨®n y personajes de esta cinta, podr¨ªa pensar que, en ese conjunto, Kschessinska es la ¨²nica persona moderna, en conflicto con una familia real anacr¨®nica e inmersa en un mundo irreal. La Matilda de Uch¨ªtel trata de rescatar a un heredero a la corona sin voluntad. Nicol¨¢s aparece como un ser dubitativo y sometido a la tiran¨ªa de su madre, vigilante de las tradiciones, y de su futura esposa, obcecada, supersticiosa y dispuesta a ser m¨¢s ortodoxa que los ortodoxos y m¨¢s rusa que los rusos.
En el tel¨®n de fondo, Uchitel sit¨²a una poblaci¨®n campesina que, por su adoraci¨®n al zar, paga con miles de muertos en la tragedia de Jodinka (Mosc¨²), la estampida humana ocurrida cuando la multitud se agolp¨® al intentar acceder a los regalos preparados con ocasi¨®n de la coronaci¨®n (mayo de 1896). El cuadro de familia que Uch¨ªtel presenta no es atractivo en tanto que contenido, aunque uno pueda re¨ªrse y celebrar el relato ocurrente y hasta esperp¨¦ntico y preguntarse si el autor habr¨¢ querido hacer un gui?o al espectador con sentido de la iron¨ªa y capaz de distanciarse del pasado.
El gui?o ir¨®nico, si lo hay, no es en todo caso compartido por la Iglesia Ortodoxa Rusia, cuyos jerarcas han condenado la cinta de forma m¨¢s o menos expl¨ªcita. Hasta el patriarca Alex¨¦i, la m¨¢xima autoridad de esta confesi¨®n, que se considera mayoritaria entre los rusos, ha aludido a Matilda de forma cr¨ªtica, acus¨¢ndola de deformar la historia. En el frente p¨²blico, la campa?a ha sido encabezada por Natalia Pokl¨®nskaia, una ex fiscal de la anexionada pen¨ªnsula de Crimea, que venera al zar Nicol¨¢s II. Pokl¨®nskaia, que en la actualidad es diputada del parlamento ruso por el partido del gobierno, ha tratado en vano de emplear todos los instrumentos legales para frenar su proyecci¨®n, incluidos reiterados recursos ante la fiscal¨ªa del Estado.
Para disfrute del p¨²blico, los lujosos trajes que utilizaron los actores de Matilda en la pel¨ªcula estuvieron expuestos la noche del estreno en el Mariinski. No falt¨® el champa?a, los canap¨¦s de caviar y salm¨®n y otros atributos de las fiestas rusas. Pero, adem¨¢s de los protagonistas, hubo otro gran ausente: el maestro Valeri Gu¨¦rgiev, el director del Mariinski que es tambi¨¦n el responsable de la m¨²sica de la pel¨ªcula. As¨ª que la orquesta del teatro, al concluir la proyecci¨®n, toc¨® para el p¨²blico, pero sin su director. Uch¨ªtel dijo que Gu¨¦rgiev ten¨ªa compromisos profesionales.
Babelia
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