El Santo Grial de Thelonious Monk
Una edici¨®n recupera la m¨²sica del pianista para ¡®Las relaciones peligrosas 1960¡¯, de Roger Vadim
S¨ª, es posible: a¨²n pueden aparecer perlas desconocidas, grabaciones in¨¦ditas de gigantes del siglo XX. No solo directos de mayor o menor calidad sonora; en el caso que nos ocupa, es un disco registrado en estudio por una figura en la cumbre de sus poderes, ya secuenciado para su edici¨®n.
Es la m¨²sica que el pianista Thelonious Monk destin¨® a la banda sonora de un succ¨¨s de scandale, el largometraje de Roger Vadim a partir de Les liaisons dangereuses, la novela de Choderlos de Laclos. ?C¨®mo es posible? Resulta que ya hay un disco oficial del filme, a cargo de Art Blakey, que proclama en su portada ser La bande originale integrale.
Retrocedamos a los a?os cincuenta. Los realizadores franceses han descubierto la potencialidad del jazz. Louis Malle ha recurrido a un Miles Davis en estado de gracia en Ascensor para el cadalso (1958), los Jazz Messengers arropan Des femmes disparaissent (1959), hasta el mismo Vadim utiliz¨® al Modern Jazz Quartet para Sait-on jamais (1957). En 1958, cuando Carlo Ponti anuncia que producir¨¢ Les liaisons dangereuses, Monk encarna el individualismo en el jazz. Se discuten tanto sus habilidades instrumentales como sus angulosas composiciones, pero ser¨ªa un golpe contar con su colaboraci¨®n. S¨ª, tiene fama de exc¨¦ntrico pero est¨¢ por medio el promotor parisiense Marcel Romano, que ha conquistado su confianza.
Y Monk acepta. Justo antes de que su vida descarrile: ese mismo a?o, arrestado en un poblacho racista de Delaware, vuelve a perder la cabaret card, indispensable permiso para actuar en clubes neoyorquinos. Para circunvalar la prohibici¨®n, le montan un concierto con big band en el Town Hall¡ vapuleado por la cr¨ªtica. En Boston, causa alarma su comportamiento; sin avisar a sus pr¨®ximos, es internado en un manicomio y medicado. Acaba de morir su colega Shadow Wilson, aparte de su admirada Billie Holiday.
Gira cancelada
Vadim y Romano pretend¨ªan filmar a Monk actuando en Par¨ªs. Pero la gira por Europa es cancelada. Romano desarrolla el plan B: Art Blakey graba piezas de Duke Jordan en clave de hard bop y cuban jazz (el material que saldr¨¢ como banda sonora oficial). Simult¨¢neamente, aplica presi¨®n al entorno de Monk ¡ªsu mujer Nellie, la baronesa Nica Rothschild, el agente Harry Colomby¡ª para que convenzan al pianista.
Monk no quiere leer el guion, pero acepta ver un montaje provisional de una pel¨ªcula que ha tocado nervio en Francia: la asociaci¨®n gremial de escritores pretende impedir que Vadim profane el texto. Logra esquivar el veto, aunque la pel¨ªcula deber¨¢ rebautizarse con el a?o de su estreno, Les liaisons dangereuses 1960. Incluso en el consejo de ministros discuten sobre su moralidad; a ¨²ltima hora, permiten su exhibici¨®n pero no su exportaci¨®n (!).
Volvamos a Nueva York, 27 de julio de 1959. Seg¨²n Monk, el libro de Laurent de Wilde (Alba, 2007), hasta el ¨²ltimo momento, el pianista se niega a firmar el contrato, no quiere bajar del coche. Suena a t¨¢ctica de negociaci¨®n: Monk ya ha ensayado con sus tres m¨²sicos, reforzados por el saxofonista franc¨¦s Barney Wilen; para ayudarle, se ha tra¨ªdo sus sagradas partituras. A la hora de la verdad, la sesi¨®n va como la seda. Eso s¨ª: Monk ignora las instrucciones sobre la duraci¨®n de los fragmentos y toca temas ¨ªntegros. Romano se vuelve a Francia con 10 joyas monkianas que suenan profusamente en la pel¨ªcula, que, finalmente, pincha en taquilla.
Con todo, dada la jazzman¨ªa imperante en Francia, asombra que no se edite la m¨²sica de Monk (y s¨ª la de Art Blakey, mucho menos presente en la pantalla). Un misterio quiz¨¢s atribuible a las delicadas relaciones del jazzman con las discogr¨¢ficas, a su sensaci¨®n de haber sido explotado en los tratos con las editoriales. Frustrado, Romano se queda con los siete rollos y un esquema de lo que pudo haber sido el elep¨¦, 44 minutos de m¨²sica.
Duermen en el archivo de Romano hasta que, en 2014, su albacea permite que unos amantes del jazz indaguen all¨ª. Maravillados, hallan las cintas, respaldadas por un reportaje fotogr¨¢fico que, aparte del sombrero fulani de Monk, muestra la tranquila convivencia entre su esposa y la baronesa Nica (no era un m¨¦nage ¨¤ trois).
Saga/PIAS ofrece una edici¨®n lustrosa: fotos, media docena de comentarios, doble disco. El primero es el LP que concibi¨® Romano; miniaturas de piano solo y Rhythm-a-ning o Ba-lue Bolivar vigorizados por las aportaciones de dos saxofonistas reci¨¦n llegados (Wilen y Charlie Rouse). Novedades: un tema g¨®spel y el reciente Light Blue, una piedra con la que tropieza el baterista Art Taylor. En el segundo disco, entre tomas alternativas, hay 15 minutos donde Monk intenta explicar a Taylor el ritmo que necesita. Se palpa la frustraci¨®n pero tambi¨¦n nos deslumbra la confirmaci¨®n: ten¨ªa una visi¨®n n¨ªtida de una m¨²sica que algunos cre¨ªan pura torpeza o extravagancia, aunque tambi¨¦n sab¨ªa ser amable.
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