Excavando en la mina del ¡®beat¡¯
Alex Cooper y sus dos vol¨²menes de ¡®Club 45¡¯, eruditas inmersiones en el pop de los sesenta
Alejandro Diez Gar¨ªn es una criatura rara entre los m¨²sicos espa?oles: templado en lo pol¨ªtico, coleccionista voraz, predispuesto al proselitismo. Aparte de cantar al frente de Los Flechazos y Cooper, Alejandro / Alex gestiona una editorial, Chelsea, que publica primorosos libros.
Ayuda que Alex tenga una est¨¦tica bien definida. No solo por su indumentaria mod: se ha especializado en el pop de los conjuntos de mediados de los 60. Como m¨²sico, rechaza el concepto de ¡°evoluci¨®n¡±; afirma, y no le falta raz¨®n, que se trata de una etapa tan rica que abundan los modelos aptos para ejercer su creatividad personal.
Acaba de sacar la reedici¨®n ampliada de Club 45 (2010) junto con su continuaci¨®n, Club 45 Again. Tomos de tapa dura, casi un kilo de peso. En cada uno se celebran las virtudes de 90 canciones que salieron en single, como excusa para esbozar las peripecias de cada grupo o solista.
Son selecciones idiosincr¨¢sicas, ajenas a las jerarqu¨ªas convencionales: los venezolanos Impala ocupan una doble p¨¢gina mientras que The Animals no llegan a una. Se cuelan vocalistas negros como Herbie Goins o Jackie Edwards (y el jamaicano est¨¢ por sus discos propios, no por sus composiciones para el Spencer Davis Group).
Es envidiable el aparato gr¨¢fico. Alejandro empez¨® comprando discos originales; a continuaci¨®n decidi¨® buscar revistas de ¨¦poca y toda muestra de material promocional. Gracias a esa asombrosa bibliograf¨ªa reproduce la (quiz¨¢s) primera aparici¨®n en prensa de Robert Plant, all¨¢ por 1966, cuando el luego vocalista de Led Zeppelin ansiaba un futuro ¡°cantando jazz moderno y soul comercial¡±. O los apuros capilares de los suecos Ola & the Janglers en su visita a Espa?a en 1966: ¡°Por la calle se re¨ªan de nosotros, nos rodeaban y se burlaban¡±.
El primer ¨¦xito de Los Flechazos, Viviendo en la era pop (1988), evocaba un Londres idealizado donde se mezclaban personajes de c¨®mic, tipo Modesty Blaise, con mods de carne y hueso, como Larry Lynch, entrevistado por Tom Wolfe para Underground de mediod¨ªa. En el pr¨®logo de Club 45 Again, Alex se pregunta qui¨¦n acab¨® con aquella fabulosa Era Pop.
Duda entre culpar a Jimi Hendrix o a Bob Dylan. Se inclina finalmente por Dylan, al que detesta cordialmente: ¡°Tiene poca voz pero¡ desagradable¡±. Le responsabiliza de transformar el concierto pop, apto para el baile y el ligoteo, en el recital donde el artista impone su repertorio y el p¨²blico escucha respetuosamente.
No se lo tomen en cuenta. Parte de planteamientos t¨®picos sobre el bardo de Minnesota: Dylan s¨ª cantaba temas ajenos y se esforzaba en que otros int¨¦rpretes recrearan sus composiciones. Nunca dijo que Smokey Robinson era el mejor poeta vivo de Am¨¦rica (fake news de 1965, obra de Al Abrams, el jefe de prensa de Motown).
En realidad, lo notable de Alex es su esfuerzo por desmarcarse tanto del imperio del ¡°¨²ltimo grito¡±, que concede un plus autom¨¢tico a cualquier novedad, como de la ortodoxia del movimiento mod. ?l prefiere verlo como una aspiraci¨®n al estilo y el buen gusto, lo que proporciona un inmenso territorio de caza. De rebote, participa de una secreta comunidad internacional; eso explica su deleite al localizar al olvidado vocalista de los Tony¡¯s Defenders en Calpe (Alicante). No es el ¨²nico modfather que ahora vive bajo nuestro sol mediterr¨¢neo.
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