La rutina de caminar entre cad¨¢veres
El fotoperiodista Manu Brabo expone, por primera vez en solitario, sus im¨¢genes de los conflictos m¨¢s recientes
Cruzar la calle para ir a por pan, corriendo para evitar el disparo de un francotirador; toparse con un cad¨¢ver tirado en la v¨ªa o dar patadas a un bal¨®n a unos cientos de metros del frente de una guerra se ha convertido en algo rutinario para muchos miles de personas en el mundo. Esa terrible cotidianidad es la que retrata el fotoperiodista Manu Brabo (Zaragoza, 1981) desde que hace una d¨¦cada comenz¨® a trabajar como reportero gr¨¢fico. Una selecci¨®n de sus im¨¢genes de los conflictos de Egipto, Siria, Irak y Libia (donde fue secuestrado en 2011 durante 43 d¨ªas por tropas de Gadafi) se muestra en su primera exposici¨®n en solitario, Un d¨ªa cualquiera, en el centro La Neomud¨¦jar, de Madrid, hasta el 3 de diciembre.
En la primera sala destaca una serie, de 2013, de ocho fotos de civiles en Alepo (Siria) ante una fila de cad¨¢veres mutilados y con se?ales de tortura perpetrada por las tropas del presidente Bachar el Asad. Son cuerpos que ha tra¨ªdo el r¨ªo. Las personas que los observan se tapan la nariz por el hedor a descomposici¨®n. En la ¨²ltima imagen, una anciana descubre que uno de ellos es su hijo y se lleva las manos a la cabeza. Premio Pulitzer en 2013 por su trabajo sobre la guerra en ese pa¨ªs, Manuel Varela de Seijas Bravo es un freelance que estudi¨® fotograf¨ªa en Oviedo y Comunicaci¨®n en Madrid. Para ¨¦l, lo que hace "no es una profesi¨®n, sino una forma de vivir", ha declarado en alguna ocasi¨®n.
Preguntado sobre la utilidad de su oficio para que el mundo vaya algo mejor, Brabo afirma: "Si no hici¨¦ramos este trabajo, las cosas ser¨ªan a¨²n m¨¢s jodidas para esta gente", y le gusta devolver esa cuesti¨®n a quien la hace: "Y t¨², ?qu¨¦ haces mientras est¨¢s ah¨ª sentado? Cuando empiezas, quieres cambiar las cosas. Despu¨¦s te das cuenta de que no puedes hacer nada, pero los periodistas y los ciudadanos tenemos que ser activos".
Las paredes desnudas y desconchadas de La Neomud¨¦jar, unos antiguos talleres de reparaci¨®n ferroviaria reconvertidos en espacio de vanguardia art¨ªstica, se mimetizan con im¨¢genes como la de un ni?o sirio en la mesa de operaciones de un hospital, herido por un francotirador. El peque?o, ensangrentado y dolorido, mira con sus enormes ojos oscuros a la c¨¢mara. "No hubo final feliz", dice Brabo de una foto cuya contemplaci¨®n a¨²n le "pesa". La sala la preside la imagen del cad¨¢ver del dictador libio Muamar El Gadafi sobre un colch¨®n en una c¨¢mara frigor¨ªfica de un mercado en Misrata.
Organizada por National Geographic, la exposici¨®n re¨²ne casi un centenar de fotograf¨ªas de distinto formato, la mayor¨ªa en color, aunque tambi¨¦n hay un espacio para trabajos en blanco y negro. "Los hago cuando tengo menos prisa y puedo mirar de una forma m¨¢s relajada", subraya. No es el caso de la instant¨¢nea de unos ni?os iraqu¨ªes que miran las piernas que sobresalen del cuerpo enterrado boca abajo de un miliciano del Estado Isl¨¢mico, en Mosul.
Entre tiros y bombas, "lo importante es gestionar el miedo y aprender a estar lo justo en los sitios m¨¢s calientes", se?ala. "Aunque a veces no sabes por qu¨¦ a ti no te ha pasado nada", a?ade mientras contempla una toma en la que se ven varios cad¨¢veres de soldados iraqu¨ªes. "Fue una ofensiva en un pueblo y de repente hubo fuego de mortero, muertos, heridos¡ y yo all¨ª". ?C¨®mo puede en semejantes fregados realizar esas composiciones tan originales? "Precisamente, pensar en encuadres y todo eso sirve para evadirme, para no pensar tanto en lo que pasa a mi alrededor". Sin embargo, ¨¦l s¨ª quiere que, al final del recorrido expositivo, los espectadores "piensen". Que la visi¨®n de sus fotos les haga sentir y, si es posible, "se metan en la piel" de quienes viven cada d¨ªa con el horror a cuestas.
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