Zozobras y especulaciones
Santos Juli¨¢ ha logrado hacerme m¨¢s inteligible la enmara?ada historia pol¨ªtica de la transici¨®n "larga", cuyos or¨ªgenes intelectuales rastrea en la misma Guerra Civil
1. Transiciones
Estos d¨ªas de zozobras perif¨¦ricas, pr¨®fugos manipuladores, sobrevenidos independentistas abducidos por la idea de que los presuntos delincuentes encerrados por los jueces son presos pol¨ªticos de un Estado semifascista, encarcelaciones pol¨ªticamente inoportunas, declaraciones contradictorias a derecha y a izquierda, cobard¨ªas, oportunismos y ambig¨¹edades sin cuento (pongamos que tambi¨¦n hablo de Colau), y la generalizada convicci¨®n de que, salvo milagro, tras las elecciones se reiniciar¨¢ el bucle que estamos viviendo hace meses, he vuelto a tener la sensaci¨®n de que, como dec¨ªa el (neo) reaccionario Mark Lilla (La mente naufragada; Debate), el presente se nos va haciendo ininteligible. Si pudiera disponer en mi casa ¡ªcomo ten¨ªa en la suya el pesad¨ªsimo Carlos Argentino Danieri, cuyo m¨¦rito m¨¢s envidiable era el de ser primo y confidente de Beatriz Elena Viterbo, amada del Borges de ficci¨®n¡ª de un Aleph que, en un solo punto, me permitiera contemplar todos los del universo en el espacio y el tiempo interminables, no necesitar¨ªa buscar en los libros para hacerme una idea cabal de lo que pasa y de por qu¨¦ pasa lo que pasa. Pero, afortunadamente, cuando estoy m¨¢s confuso, siempre acude en mi ayuda un libro. Y reconozco que me ha resultado esclarecedora la lectura del estupendo ensayo pol¨ªtico-hist¨®rico (por ese orden) que es Transici¨®n (Galaxia Gutenberg), de Santos Juli¨¢. Lo empec¨¦ a leer con ciertas reticencias ¡ªno siempre he estado de acuerdo con las opiniones del profesor em¨¦rito¡ª, pero pronto tuve que rendirme a la coherencia hist¨®rica y amplitud de visi¨®n de quien ha consagrado su vida a la interpretaci¨®n de nuestro reciente pasado. Juli¨¢ ha logrado hacer(me) m¨¢s inteligible la enmara?ada historia pol¨ªtica de la transici¨®n ¡°larga¡± (y de sus protagonistas, mu?idores y cr¨ªticos), cuyos or¨ªgenes intelectuales rastrea no tras la Constituci¨®n de 1978, sino en los intentos de quienes, ya en la misma Guerra Civil, se esforzaron por encontrar puentes que pudieran cauterizar la terrible herida provocada por quienes iban a asentar su victoria en la ferocidad del terror y en el rechazo ¡ªni pactos, ni mediaciones¡ª a cuanto pudiera contribuir a la reconciliaci¨®n en un pa¨ªs hecho trizas. Y es que, como dej¨® claro Hobbes en Behemoth, de todos los monstruos posibles que acechan a Leviat¨¢n, el m¨¢s terrible, devastador y duradero es el de la guerra civil. De modo que, por lejanos que nos resulten, de aquellos lodos, etc¨¦tera.
De mi larga ¨¦poca de editor conservo la convicci¨®n de que, con excepciones, a los escritores que uno admira es mejor no conocerlos muy personalmente
2. Especulaciones
Mi desconfiado topo en el Gremi d¡¯Editors me cuenta que los editores catalanes est¨¢n seriamente preocupados por la defecci¨®n de Planeta, que coincide con, al parecer, un nada desde?able descenso de ventas de libros en Barcelona. Si el grupo fundado por el patriarca Lara solicita formalmente su inscripci¨®n en el Gremio de Madrid, la ruptura del equilibrio en el sector est¨¢ garantizada. Sobre todo porque no es el ¨²nico sello en escapar a horizontes menos convulsos: Parram¨®n y Edeb¨¦, entre otros de buen tama?o, buscan refugio en Zaragoza (donde ya paraba Edelvives), a pesar de que Arag¨®n no dispone a¨²n de gremio propio y de que sus miembros est¨¢n inscritos en el de Madrid, lo que contribuir¨ªa a la sobrerrepresentaci¨®n institucional en la, hasta ahora, segunda capital mundial del libro en espa?ol y, seg¨²n teme mi topo, a un posible replanteamiento del t¨¦rmino ¡°federaci¨®n¡± en la m¨¢xima representaci¨®n de los editores de Espa?a. Lo m¨¢s importante que quedar¨ªa en Barcelona ser¨ªa Penguin Random House, que no parece tener prisa. Mientras tanto, siguen los movimientos callados en las instituciones. Patrici Tixis, un hombre de la rama catalana de Planeta, maniobra para prolongar su mandato en el Gremi d¡¯Editors ¡ªel cargo le gusta m¨¢s que a mi sobrino las piruletas de fresa¡ª a trav¨¦s de Edicions 62, con el fin de que su grupo siga teniendo all¨ª mano institucional. Y Daniel Fern¨¢ndez (Edhasa), un editor catal¨¢n que tambi¨¦n est¨¢ disfrutando lo suyo al frente de la Federaci¨®n de Gremios de Editores, ha conseguido una pr¨®rroga de su mandato (y de los privilegios anejos) hasta enero de 2019, cuando podr¨ªa ser sustituido por Miguel Barrero, un hombre de Santillana (incidentalmente: ?qu¨¦ pocas mujeres al frente de las instituciones de un sector tan feminizado!). De modo que, al ritmo de la naci¨®n (de naciones), el sector va tambi¨¦n girando en este inc¨®modo comp¨¢s de espera. Mis topos y yo seguiremos atentos.
3. ?dolos
De mi larga ¨¦poca de editor conservo la convicci¨®n de que, con excepciones, a los escritores que uno admira es mejor no conocerlos muy personalmente. He pensado en ello estos d¨ªas, cuando, a prop¨®sito de lecturas e informaciones, he vuelto a sentirme confrontado al rostro menos agradable de algunos. Leo en Masacre, vida y muerte en la Comuna de Par¨ªs, de John Merriman (Cr¨ªtica), que durante los d¨ªas en que Par¨ªs se hab¨ªa convertido en la capital revolucionaria del mundo, y mientras las autoridades de la Comuna tomaban medidas para impedir el desahucio de los inquilinos menos favorecidos, Gustave Flaubert no cesaba de mostrar ¡°su indignaci¨®n como propietario que quer¨ªa cobrar inmediatamente los alquileres que hab¨ªa dejado de percibir¡±. Y ?qu¨¦ me dicen del muy discreto Marcel Proust, que, seg¨²n muestra una parte de su correspondencia recientemente subastada en Sotheby¡¯s, no tuvo empacho en pagar de su bolsillo a determinados peri¨®dicos a cambio de menciones o cr¨ªticas positivas de Du c?t¨¦ de chez Swann? O de Sartre, el respetado ma?tre ¨¤ penser, que ¡ªseg¨²n se le atribuye¡ª en 1956 se atrevi¨® a afirmar que no conven¨ªa denunciar la feroz represi¨®n del estalinismo sobre los insurgentes h¨²ngaros para no d¨¦sesp¨¦rer Billancourt, la c¨¦lebre f¨¢brica-metonimia de la clase obrera. Una frase que, junto con alg¨²n verso ditir¨¢mbico de Neruda o Guill¨¦n (Nicol¨¢s), merecer¨ªa figurar en lo m¨¢s alto del palmar¨¦s de las m¨¢s miserables dispensadas por admirados intelectuales y escritores de la izquierda.
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