Josep Pla: ¡°El catal¨¢n es un fugitivo y, a veces, cobarde¡±
Publicados los dietarios del escritor ampurdan¨¦s que no incluy¨® en sus ¡®Obras Completas¡¯, ni siquiera despu¨¦s de la muerte de Franco

Pla. Josep Pla. Jos¨¦ Pla. El Julio Camba catal¨¢n seg¨²n Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Nuestro Michel de Montaigne, en palabras de Salvador P¨¢niker. Pla, a secas, (Palafrugell, 1897¨C Llufr¨ªu, 1981) es sin duda el mejor escritor contempor¨¢neo en lengua catalana (a¨²n hoy, a 36 a?os de su muerte, es el m¨¢s le¨ªdo) y uno de los grandes narradores en castellano, autor de una obra inmensa, publicada en 38 tomos (m¨¢s de 30.000 p¨¢ginas). Muri¨® viejo y trabaj¨® hasta el final, preparando y corrigiendo sus Obras Completas. As¨ª quiso titularlas. Sin embargo, dej¨® in¨¦dito un material considerable, sin explicar los motivos en un tiempo, los a?os 80 del siglo pasado, en el que hab¨ªa desaparecido la censura franquista.
Pod¨ªa haber publicado cuanto quisiera a partir de 1976. ?Por qu¨¦ no lo hizo? La editorial Destino ofrece ahora, en castellano y catal¨¢n Hacerse todas las ilusiones posibles y otras notas dispersas (t¨ªtulo original: Fer-se totes les ilusions posibles i altres notes disperses. En estas p¨¢ginas est¨¢ la respuesta. Franco no habr¨ªa tolerado un libro as¨ª; los catalanistas de ahora, el expresident Jordi Pujol a la cabeza, habr¨ªan maltratado al autor a¨²n m¨¢s de lo que lo hicieron; la izquierda lo detestar¨ªa con raz¨®n y, en fin, la Iglesia cat¨®lica habr¨ªa puesto el grito en el cielo ante las pullas anticlericales, aut¨¦nticas puyas, de un autor que cre¨ªan de su parte, pese a repetir toda su vida que no cre¨ªa en Dios.
Se dijo muchas veces que Pla era un reaccionario, un franquista, un rico pay¨¦s biempensante, un c¨ªnico ir¨®nico. Lo fue y no lo fue. Escritor hiperactivo, trotamundos, fumador y bebedor empedernido, mis¨®gino y, para colmo, catalanista emboscado visto desde Madrid, lo que s¨ª fue Pla es catal¨¢n hasta la m¨¦dula. Pero nunca se sinti¨® catalanista. Si lo fue, lo escarmentaron muy pronto. Apenas cumplidos los 20 a?os era ya diputado de la Mancomunidad de Catalu?a por la Lliga Regionalista, hasta la disoluci¨®n de ese organismo por el dictador Primo de Rivera. Pla acab¨® poco m¨¢s tarde en un muy bien aprovechado exilio en Par¨ªs. He aqu¨ª, resumidos, cuatro ejemplos de este delicioso libro de 220 p¨¢ginas que matizan las generalizaciones del pasado.
Los catalanes. "El primer drama del catal¨¢n consiste en el miedo a ser ¨¦l mismo. Pero hay otro todav¨ªa m¨¢s grave: el catal¨¢n no puede dejar de ser quien es. Ante un problema de dualismo irreductible, todav¨ªa no se ha inventado nada m¨¢s c¨®modo que huir. El catal¨¢n es un fugitivo. A veces huye de s¨ª mismo y otras, cuando sigue dentro de s¨ª, se refugia en otras culturas, se extranjeriza, se destruye; escapa intelectual y moralmente. A veces parece un cobarde y otras un ensimismado orgulloso. A veces parece sufrir de man¨ªa persecutoria y otras de engreimiento. Alterna constantemente la avidez con sentimientos de frustraci¨®n enfermiza. A veces es derrochador hasta la indecencia y otras tan avaricioso como un demente, a veces es un lacayo y otras un insurrecto, a veces un conformista y otras un rebelde¡± (¡). El catal¨¢n es un ser humano que se da ¡ªque me doy¡ª pena. Unamuno dice que [los catalanes] hasta cuando parecen que atacan est¨¢n a la defensiva".

El catal¨¢n. ¡°El biling¨¹ismo plantea, a mi modo de ver, el problema del subconsciente catal¨¢n?¡ªorigen de todo el drama cultural del pa¨ªs¡ª [cuando Pla dice ¡°pa¨ªs¡± quiere decir Catalu?a], porque el pueblo que no logra manifestar su subconsciente de manera holgada, libre y normal, pierde fatal y certeramente su personalidad. El arrinconamiento al que aludo crea en el catal¨¢n un sentimiento de inferioridad permanente. Esto ha dado lugar a una psicolog¨ªa curiosa: la psicolog¨ªa de un hombre dividido, que tiene miedo de ser ¨¦l mismo y, al mismo tiempo, no puede dejar de ser quien es, que se niega a aceptarse tal como es y que no puede dejar de ser como es. No son elucubraciones m¨ªas, son hechos. Son las se?ales t¨ªpicas del complejo de inferioridad¡±.
Franco. ¡°Este abyecto r¨¦gimen de Franco. La inmensa cantidad de generales, almirantes, etc¨¦tera, de este pa¨ªs ha vivido el mejor momento del siglo. Espa?a es un pantano de mierda de enormes dimensiones. Despu¨¦s de la Guerra Civil y el triunfo de Franco, se produjo tal invasi¨®n de golfer¨ªa que fue literalmente imposible seguir creyendo. Si una resquebrajadura de cualquier tipo dejara pasar el aire, se derrumbar¨ªa todo el pantano. Las autoridades no son m¨¢s que los inspectores del mantenimiento estable de la mierda. He escrito en los peri¨®dicos, he hablado en la radio, he publicado libros, he obtenido un premio. Todo lo he hecho para ganarme la vida. Nunca he hablado de pol¨ªtica. Es decir, he hecho constantemente oposici¨®n no hablando de pol¨ªtica. En los tiempos que me ha tocado vivir, no pod¨ªa hacer nada m¨¢s. Nunca he sido un h¨¦roe ¡ªque quede bien claro¡ª. Pero ?qu¨¦ pena!¡±.
La Iglesia. ¡°Iglesia, militarismo, latifundismo y burgues¨ªa son harina del mismo costal. El ej¨¦rcito es la garant¨ªa de la diferencia de clases. El contrato es el siguiente: la burgues¨ªa paga al militarismo parasitario y, a cambio, la Iglesia defiende la diferencia de clases. La Iglesia cat¨®lica nunca hab¨ªa gozado, en este pa¨ªs, de tanta influencia y de tantos privilegios como en este per¨ªodo. Los militares y el alto clero han podido construir, edificar y mandar en todo, hasta el punto de llegar a dar la impresi¨®n de que la religi¨®n iba en aumento. A menudo, por otra parte, el cat¨®lico practicante considera que la religi¨®n puede vivir tranquilamente del aire del cielo y de la pureza ideal, y no brilla por su generosidad. Hay quien cree que el hecho de que los curas cobren del Estado ha sido m¨¢s bien contraproducente para la Iglesia. Es posible. Pero si no cobra del Estado, ?de qui¨¦n cobrar¨ªan, por el amor de Dios? A los curas se les aprecia sobre todo si salen baratos¡±.
Una v¨ªctima de la censura
Esencial en la modernizaci¨®n de la lengua catalana, Pla hace literatura para todo el mundo: claridad, inteligibilidad, sencillez. En ocasiones escribi¨® libros que firmaron otros. ¡°Un negro mal pagado¡±, se queja. ?Franquista? La proclamaci¨®n de la II Rep¨²blica en abril de 1931 la vivi¨® en Madrid, donde era corresponsal de La Veu de Catalunya. No es ni antirrepublicano ni antimon¨¢rquico, pero prudentemente, alegando razones de salud, abandona un Madrid peligroso para ¨¦l pocos meses antes del golpe militar de Franco. No vuelve a Barcelona para quedarse. Tambi¨¦n ve¨ªa peligros all¨ª. En septiembre de 1936 huye en barco a Marsella con Adi Enberg, su novia noruega. Como Enberg result¨® ser esp¨ªa de Franco en un servicio financiado por Francesc Camb¨®, a Pla se le acus¨® m¨¢s tarde de ser ¨¦l mismo esp¨ªa para los golpistas.
Despreciaba a Jordi Pujol, al que llamaba "el Milhombres", y Pujol le correspondi¨® ech¨¢ndolo de Destino en cuanto compr¨® la revista a trav¨¦s de Banca Catalana. Soport¨® la censura como pudo. Francesc Montero lo documenta en la presentaci¨®n de este libro. En un texto sobre el amor, le tacharon la siguiente frase: "El amor cristiano es puro tedio ¡ªaburrimiento c¨®smico". En una ocasi¨®n en que Llu¨ªs Pericot hace una cr¨ªtica a la dictadura, Pla lo cuenta y a?ade: ¡°Pero por lo bajo (porque entonces gobernaba Franco)". El censor tacha esta frase. Acerca de los madrile?os de mucha raigambre, de los que dice que en la guerra civil, en general, se mantuvieron a la expectativa, Pla escribe: ¡°Al triunfar el franquismo, practicaron el franquismo con delirio¡±. Eliminado. Sobre el puritanismo de aquel r¨¦gimen escribe: ¡°El alcohol es muy productivo, pero devasta a la gente¡±. El censor deja esta frase, pero suprime esta otra: ¡°Lo s¨¦ por experiencia. La Guerra Civil y el franquismo han sido fatales. Ha sido un r¨¦gimen de jesuitas y curas abstemios, in¨²tiles y fan¨¢ticos¡±.
?Mis¨®gino Pla? No da esa impresi¨®n en este libro. Pero se regodea escribiendo de personajes adinerados que presumen de sus correr¨ªas en casas de citas. ?l mismo se presenta como v¨ªctima de aquella Espa?a ¡°sobrecargada de catolicismo y de curas y frailes¡±. Su insatisfacci¨®n la expresa as¨ª: ¡°?La edad en la que corr¨ªa todo el d¨ªa con el pito bajo el brazo! ?Qu¨¦ tragedia! Es horrible, literalmente¡±.
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