Aute, cantante y poeta
Si el cantautor no hubiera existido, habr¨ªa que inventarlo con la mayor urgencia
Como en las grandes medicinas que sanan a la Humanidad, si Luis Eduardo Aute no hubiera existido, habr¨ªa que inventarlo con la mayor urgencia.
Afortunadamente, lleg¨® ¨¦l por su cuenta, se expandi¨® y ahora ya procede como un f¨¢rmaco esencial en el interior de las venas, por en medio del sexo o en el brillo de la ci¨¦naga y la nostalgia.
Pr¨¢cticamente todas las emociones que tonifican o hieren han pasado por el cuerpo de Aute para reverberar en sus carnes como un instrumento de cuerda.
Y no ha trabajado, creo yo, por salvar el mundo o a un gato, sino sencillamente para combatir aquello que por feo o ruin empezaba a molestar. No ha sido un cantautor protesta en ning¨²n sentido estricto, pero entre todos sus colegas magn¨ªficos ¨¦l ha sido el m¨¢s mam¨ªfero.
Hay voces y textos, en el hermoso poemario Poes¨ªa Completa (Espasa) de Luis Eduardo Aute en una edici¨®n al cuidado de Miguel Mun¨¢rriz y se present¨® en el madrile?o Circulo de Bellas Artes, que a¨²pan el coraz¨®n con gritos de aves y otros que lo apaciguan como la mano de un pastor. Cualquiera de estos gestos ha sido tan eficaz (humanamente) gracias a ser persuasivamente mam¨ªfero antes que un hombre o una mujer. De ah¨ª el t¨ªtulo de sus libros: Animal/hada. Animal/hito, El sex(t)animal. No hay quinto aniMalo.
Siempre le fue innecesario levantar el tono o el volumen en los conciertos a este animal de buena raza. Cada canci¨®n de Aute, las de amor y desamor, las de sexo o seso, se han deslizado con la calidad de una seda que, no s¨¦ por qu¨¦, parec¨ªan provenir del un espeso pecho femenino. De ah¨ª Aute ha sido gramaticalmente como un animal epiceno en una sola c¨¢psula de dos colores para brindar lucidez.
A pocos hemos querido m¨¢s que a Aute cantante, animal, desali?ado, trajeado, encamisado. La prueba m¨¢s convincente es que cualquiera de sus admiradores no s¨®lo disfruta escuchando a Aute sino so?ando con ser Aute alguna vez, aqu¨ª o en el m¨¢s all¨¢.
Tampoco Eduardo pondr¨ªa inconvenientes a ese viaje conjunto. Entres sus juegos de palabras y sus palabras de amor ha ofrecido a todos la oportunidad de entrar en un mismo abrazo. Un abrazo que, siguiendo sus juegos de palabras, ser¨ªa un abrazo Aute-ntico. ?M¨¢s tributo para este gran poeta? No es preciso. El enamoramiento se halla, ¡°De alguna manera¡±, en el centro de lo que de ¨¦l se diga o se piense. ¡°Y nada m¨¢s¡y nada m¨¢s¡¡¡±.
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