Abaratamiento
La telebasura es un cl¨¢sico, y la infobasura, un fen¨®meno m¨¢s moderno, un suced¨¢neo de la primera
Aunque se sobrevive con ignorancias m¨¢s graves, V¨ªctor L¨®pez lamenta que haya gente que hace televisi¨®n sin saber qui¨¦n es Manu Leguineche. El reportero gr¨¢fico de los servicios informativos de Antena 3 aborda la perversa evoluci¨®n conceptual de la televisi¨®n en su libro El d¨ªa que nos robaron el mando. Conversaciones sobre la crisis del periodismo en televisi¨®n. Acierta en el aldabonazo: el rigor, la calidad y la responsabilidad, sustituidas por la banalizaci¨®n, el espect¨¢culo y el negocio.
Las nuevas generaciones llegan peor preparadas, y numerosos reporteros se ofrecen dispuestos a todo, desde no cobrar hasta manipular y mentir. El fantasm¨®n con casco o m¨¢scara antig¨¢s solo para el directo o el que finge una agresi¨®n para poder ir al plat¨® a contarlo. Otros quisieran trabajar con criterio, pero no pueden porque el modelo empresarial, la audiencia y el beneficio como paradigmas, se lo impiden.
En este nuevo escenario tecnol¨®gico y cultural, los profesionales laboralmente en precario y los menos exigentes acaban abducidos. La crisis econ¨®mica de 2008 tiene mucho que ver con el cambio de prioridades de las cadenas. No hay prop¨®sito de la enmienda en las privadas, y tampoco las p¨²blicas se reconducen hacia el deseable prop¨®sito de formar, informar y entretener. Las cuchilladas de la crisis gangrenan la credibilidad informativa.
Licenciado en Comunicaci¨®n Audiovisual y m¨¢ster en Direcci¨®n de la Empresa Audiovisual, V¨ªctor L¨®pez constata una nueva forma de informar de que nada aporta a la construcci¨®n social y acaba por confundir periodismo y sensacionalismo.
La telebasura es un cl¨¢sico, y la infobasura, un fen¨®meno m¨¢s moderno, un suced¨¢neo de la primera: tertulianos de facundia multiuso en programas supuestamente informativos cuando debieran anunciarse como de entretenimiento.
El autor ensaya soluciones, pero no resulta f¨¢cil resucitar el rigor en pantallas emborronadas por los engrudos. El pueblo soberano, el espectador, parece sentirse c¨®modo deglutiendo bazofia, y las productoras, asegurando la dieta. De postre, un mando a distancia que simula el libre albedr¨ªo.
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