Luis Garc¨ªa Montero: ¡°He querido dialogar con la degradaci¨®n¡±
El poeta espa?ol recibe el Premio Internacional L¨®pez Velarde, el mayor galard¨®n de la poes¨ªa mexicana
Luis Garc¨ªa Montero (Granada, 1958) termina el a?o con libro nuevo y premio nuevo. M¨¦xico le acaba de conceder el Ram¨®n L¨®pez Velarde, el mayor galard¨®n po¨¦tico del pa¨ªs, que ha reca¨ªdo ya en autores como Juan Gelman o Tom¨¢s Segovia, y con el que Montero engorda una mochila donde pesan el Nacional de Literatura (1995) o el de la Cr¨ªtica (2003). Y este mes se ha publicado tambi¨¦n A puerta cerrada (Visor), que ahonda en la tem¨¢tica pol¨ªtica de sus ¨²ltimos libros a trav¨¦s de su caracter¨ªstico tono conversacional, meditativo y urbano. Por tel¨¦fono desde Zacatecas, donde este viernes recibe el galard¨®n, el autor desgrana algunas claves de su ¨²ltima obra y su deuda con la poes¨ªa mexicana.
Pregunta. Usted es un lector confeso de L¨®pez Velarde, uno de los padres de la poes¨ªa mexicana moderna.
Respuesta. Lo le¨ª desde mi adolescencia y me sigue pareciendo una de las salidas m¨¢s brillantes del modernismo hisp¨¢nico junto a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez o Antonio Machado. Es una poes¨ªa llena de iron¨ªa y de conciencia del lugar desde el que se habla. Juega con el pecado y con la culpa, y creo que ese fue un camino fundamental para la poes¨ªa contempor¨¢nea: la iron¨ªa y la conciencia de la escritura.
P. Vivi¨® y escribi¨® en tiempos violentos.
R. La Revoluci¨®n mexicana fue especialmente violenta en su tierra, Zacatecas. Y encontr¨® una salida que a m¨ª me gust¨® mucho en su poema Suave patria. Ante esa violencia, ¨¦l aboga por cantar a otra patria que es la de la vida cotidiana, la de las peque?eces hist¨®ricas, de los muchachos y las muchachas que salen a la calle, de lo que ocurre en el rumor de las fiestas, en las verbenas donde hay fuegos artificiales, apart¨¢ndose de todo tipo de hero¨ªsmo para hablar de un tejido social muy cercano a la gente.
P. Ese foco en lo cotidiano y lo urbano conecta tambi¨¦n con su poes¨ªa.
El lobo de la indignaci¨®n
Atravesando los poemas de su ¨²ltimo libro aparece la figura recurrente de un lobo. "Es una deuda tambi¨¦n con la poes¨ªa latinoamericana, desde Los motivos de lobo, de Rub¨¦n Dar¨ªo, hasta otro poeta mexicano que admiro, Eduardo Lizalde, que llev¨® a su casa un tigre y lo convirti¨® en una especie de heter¨®nimo". Montero utiliza esta alegor¨ªa animal como una proyecci¨®n de sus indignaciones. "Est¨¢n la c¨®lera, las ganas de morder, la ira ante lo que ocurre en el mundo. Pero poco a poco el lobo se convierte tambi¨¦n en una vacuna frente al cinismo. El todo da igual, el nada tiene arreglo, el todo es relativo, el cinismo neoliberal es una de las grades enfermedades de nuestra sociedad".
R. Baudelaire, del que bebe Velarde, abre la experiencia de la ciudad. Cuando todo est¨¢ cambiando, ante ese v¨¦rtigo es muy importante la lucidez para saber que no hay nada estable y que lo que nos une al mundo es la inteligencia. Y esa lucidez la llev¨® a la vida cotidiana L¨®pez Velarde. Me siento muy identificado con esa lectura. Porque aunque ¨¦l hable y cante escenas de la provincia y la aldea, lo hace habiendo pasado ya por la gran ciudad de M¨¦xico.
P. ?C¨®mo ve la poes¨ªa mexicana actual?
R. En M¨¦xico se est¨¢ haciendo una de las grandes poes¨ªas en espa?ol y me parece que L¨®pez Velarde tiene mucho que ver, porque en la l¨®gica entre la tradici¨®n y la vanguardia encontr¨® un camino muy f¨¦rtil. Es una poes¨ªa de mucho conocimiento, que viene desde Villaurrutia, Octavio Paz, Rub¨¦n Bonifaz Nu?o, Jos¨¦ Emilio Pacheco hasta gente m¨¢s joven como Marco Antonio Campos o Antonio Deltoro. El enriquecimiento del idioma, el dialogo de la poes¨ªa espa?ola y la mexicana ha sido fundamental. Me considero heredero de la poes¨ªa mexicana.
P. Su nuevo libro se titula como la famosa obra teatral de Sartre. ?El infierno son los otros?
R. Empec¨¦ a escribirlo en 2011 y ha sido como el diario ¨ªntimo de esta crisis de la era de la posverdad y la posdemocracia. Le ped¨ª prestado el t¨ªtulo a Sartre. En su obra, en la que aparece esa famosa cita, los personajes descubren primero que est¨¢n muertos y despu¨¦s que est¨¢n en el infierno. Como la poes¨ªa es un ejercicio de interiorizaci¨®n de la realidad, el hecho de admitir que el infierno son los otros es admitir que el infierno est¨¢ dentro de uno. Lo que he querido en el libro es establecer un di¨¢logo que se acerque a la degradaci¨®n y la crisis, pero que se niegue a mentir y a utilizar eufemismos. A partir de ah¨ª, utilizar la poes¨ªa para buscar acuerdos en la propia serenidad, en el propio interior, buscar motivos para la esperanza y la luz, que la puerta cerrada sirva para abrir la ventana y mirar el mundo de otra manera.
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