Alberto Coraz¨®n est¨¢ de mudanza
El pintor ha metido 40 cuadros en la galer¨ªa Marlborough bajo el t¨ªtulo 'Despojarse'
?Ser¨¢n los arrepentimientos en la pintura met¨¢foras de los arrepentimientos en la vida? Cabr¨ªa pregunt¨¢rselo al artista ¡ªgrande es la tentaci¨®n¡ª si no fuera por lo imp¨²dico de la intentona. ?l sabr¨¢. Pero se atisban certidumbres, como que volver una y otra vez al cuadro no es ni regresar ni repetir, sino hacer un nuevo viaje, volver a merodear en busca de qui¨¦n demonios sabe qu¨¦.
El caso es que Alberto Coraz¨®n (Madrid, 1942) ha metido hasta el 6 de enero en la galer¨ªa Marlborough 40 pinturas que, bajo el t¨ªtulo Despojarse, simbolizan ese viaje creativo, pero tambi¨¦n otro: el viaje llamado mudanza, esa mezcla de inquietud e ilusiones, despojamiento y tr¨¢nsito. Un cambio de casa, pero un cambio de vida.
Eso le llev¨® al pintor a encerrarse durante meses ¡ªcomo si de un Sim¨®n del desierto pero en versi¨®n manchega estuvi¨¦ramos hablando¡ª en su casa de campo en Toledo, Cigarral de los Enebros. Objetivo: la renuncia, pura y dura y sin margen o poco margen de negociaci¨®n. ¡°Reducir los fardos a lo esencial¡±, como escribe Fernando G¨®mez Aguilera en el cat¨¢logo de la exposici¨®n.
Ya se sabe: en la mudanza de casa uno renuncia a enseres, a libros, a trastos, en un proceso de descosificaci¨®n del que solo se libran los recuerdos. En la mudanza interior de una pintura el artista renuncia a esa sombra, a ese matiz, a esa irrupci¨®n. O a?ade otra sombra, otro matiz u otra irrupci¨®n, que viene a ser lo mismo: renuncia a lo anterior, y a seguir, seguir, seguir empujando la piedra cuesta arriba: ?Ser¨¢ el mito de S¨ªsifo?: ¡°Para m¨ª ser¨ªa m¨¢s el mito de Edipo. Porque, quit¨¢ndole la interpretaci¨®n freudiana, Edipo es el que camina y encuentra un cruce, y ah¨ª tiene que tomar una decisi¨®n. Caminar e ir tomando decisiones: esa es para m¨ª la met¨¢fora del creador¡±, opone Alberto Coraz¨®n.
De forma paralela al proceso pict¨®rico, el artista se ha desdoblado ¡ªcomo suele¡ª en escritor de fuste y conmoci¨®n y ha dejado a la imprenta un texto de pr¨®xima publicaci¨®n, Se est¨¢ haciendo tarde, en el que, con semejante t¨ªtulo, no hace falta explicar nada m¨¢s. En ¨¦l escribe Alberto Coraz¨®n la sinopsis triste y l¨²cida de esta exposici¨®n: ¡°Esta exposici¨®n ser¨¢ la de qu¨¦ dejar atr¨¢s¡±.
El tiempo, que siempre juega en campo propio, lo ha hecho esta vez en campo ajeno. El creador no lo ha sometido ¡ªno se puede¡ª, pero s¨ª lo ha esculpido, usado, disfrutado: ¡°S¨ª. El tener todo este tiempo para m¨ª en Toledo me ha servido ¡ªcosa que no suele pasarme a menudo¡ª para pasearme entre los cuadros, pensarlos, perder el tiempo y, de pronto, decir ¡®Pues a este le falta algo¡¯, y entonces trabajarlo m¨¢s; y ese proceso me gusta¡±.
¡ª?Y cu¨¢ndo decide un pintor que el cuadro est¨¢ acabado?
¡ªPues es un misterio. Los neur¨®logos, a los que cada vez escucho m¨¢s y me interesan m¨¢s, suelen decir que tenemos una neurona-recompensa. Y que son esas neuronas las que explican las adicciones, porque bloquean todas las dem¨¢s neuronas. Entonces, yo tengo la sensaci¨®n de que hay unas neuronas-recompensa que son las que le dicen al artista ¡°?ya!¡±.
Estallidos casi fauvistas sobre lienzo y bosques en blanco y negro sobre papel de pasta de lino, ¡°casi arquetipos de formas vegetales y minerales¡±. N¨²meros romanos, sillas, mesas, cr¨¢neos, dados y jarrones, torsos ib¨¦ricos en madera de fresno, la madera de la buena fortuna en tierras de Castilla; geometr¨ªas constructivistas asomando sobre la mesa de trabajo del pintor: Malevich frente a los cazadores furtivos, que siguen. Merodeando. Despojando.
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