El testamento vivo de Azc¨¢rate
El centenario de la muerte de una de las figuras claves de la modernizaci¨®n de la Espa?a del cambio de siglo impulsa la recuperaci¨®n de su legado
Desterrado en C¨¢ceres, el jurista Gumersindo de Azc¨¢rate (Le¨®n, 1840- Madrid, 1917) emprendi¨® la redacci¨®n de un peculiar testamento cuatro d¨¦cadas antes de su fallecimiento. No hab¨ªa acatado la directriz gubernamental de 1875 que exig¨ªa a los profesores universitarios que sus ense?anzas defendieran la monarqu¨ªa y la religi¨®n cat¨®lica y apelaba a la libertad de c¨¢tedra. No era la primera vez que se calentaba la ¡°cuesti¨®n universitaria¡±, pero esta vez, en plena batalla por borrar el legado liberal del Sexenio Democr¨¢tico y reinstaurar la monarqu¨ªa borb¨®nica, el Gobierno de C¨¢novas impuso el destierro a tres catedr¨¢ticos: Nicol¨¢s Salmer¨®n, Francisco Giner de los R¨ªos y el propio Azc¨¢rate, seguidores de los principios progresistas del alem¨¢n Karl Krause.
El calor del verano extreme?o de 1875 ¡ªexplicaba Azc¨¢rate en una carta a su colega Giner ¡ªle hac¨ªa a?orar Le¨®n y plantearse si deb¨ªan ¡°aguantar¡± o marchar al exilio extranjero. No hizo falta. El castigo gubernamental acab¨® pronto y al a?o siguiente impulsar¨ªan, junto a otros catedr¨¢ticos, el nacimiento de uno de los pilares de la Espa?a moderna: la Instituci¨®n Libre de Ense?anza.
En las cuatro d¨¦cadas transcurridas desde la redacci¨®n del testamento ficticio hasta su muerte, de la que el viernes se cumplen 100 a?os, Azc¨¢rate y sus compa?eros se emplearon en el avance y el progreso de un pa¨ªs convulso y atrasado. Calificado de san Gumersindo en un semanario sat¨ªrico, o de un ¡°Don Quijote vuelto a la cordura¡±, como le defini¨® Jos¨¦ Ortega y Gasset, el idealismo social y pol¨ªtico, la irrenunciable fe en un cambio posible, fueron se?as del infatigable Azc¨¢rate.
Este mes arrancan los homenajes a su legado en Madrid y Le¨®n con la celebraci¨®n de un seminario en la Fundaci¨®n Sierra-Pambley (del 12 al 15 de diciembre Gumersindo de Azc¨¢rate, un leon¨¦s universal); la reedici¨®n de su obra Minuta de un testamento a cargo de Gonzalo Capell¨¢n de Miguel; y la celebraci¨®n de debates en la sede de la Fundaci¨®n Francisco Giner de los R¨ªos, de Madrid, en torno a uno de los principios b¨¢sicos de Azc¨¢rate: la tolerancia. ¡°En el legado de la Instituci¨®n est¨¢ hablar de tolerancia y tambi¨¦n de intolerancia. La nueva edici¨®n del libro de Azc¨¢rate sit¨²a esta obra en su contexto europeo¡±, apunt¨® Jos¨¦ Garc¨ªa-Velasco, presidente del patronato de esta fundaci¨®n, en la presentaci¨®n de Minuta de un testamento. Le acompa?¨® Gonzalo Aguilera, decano del Colegio de Registradores, quien record¨® que Azc¨¢rate fue letrado de la Direcci¨®n General de Registros antes de volcarse en la docencia y explic¨® que el colegio se ha aliado con la Instituci¨®n Libre de Ense?anza en el homenaje. ¡°Este libro es el testimonio de un modo de pensar, de la preocupaci¨®n constante por la reforma social de Espa?a¡±, apunt¨® Aguilera.
Las cr¨ªticas que recibi¨® en su momento se incluyen en esta quinta edici¨®n de Minuta de un testamento, a medio camino entre un ensayo pol¨ªtico, una obra de ficci¨®n y un tratado de reformas sociales que Azc¨¢rate present¨® disfrazado como un manuscrito encontrado en el que un m¨¦dico an¨®nimo trata de poner orden en sus ideas, bienes y pareceres, a la vez que ofrece una recapitulaci¨®n de su vida y del contexto pol¨ªtico. En ¨¦l plantea una visi¨®n personal y razonada del credo que defendi¨®. El jurista fue un firme defensor de la separaci¨®n entre Iglesia y Estado; promotor de leyes para poner coto a la usura (la ley Azc¨¢rate, que a¨²n sigue en vigor y a la que se han remitido los tribunales en los ¨²ltimos a?os a prop¨®sito de las cl¨¢usulas suelo); agente del Instituto de Reformas Sociales, que trataba de mejorar las condiciones de las clases pobres; pieza angular en la organizaci¨®n y desarrollo de los programas de estudio en el extranjero coordinados desde la Junta para la Ampliaci¨®n de Estudios. Como apuntaba la necrol¨®gica que le dedic¨® el diario El Sol en 1917 (y que la leyenda atribuye a Ortega) ¡°seguir a Azc¨¢rate ¡ªcomo seguir a Giner¡ª es seguir hacia delante¡±.
La gimnasia de tolerar
Tolerar es una gimnasia del esp¨ªritu extremadamente exigente, porque obliga tambi¨¦n a no tolerar lo intolerable. Este tiempo en el que vivimos ha dejado entrar, en el concepto de tolerancia, la idea de que todo est¨¢ permitido. Y lo que est¨¢ surgiendo es la falta de respeto al verdadero concepto de la tolerancia. La tolerancia es ¡°la paciencia por comprender lo que el otro dice¡±, lo que permite el di¨¢logo que impida ¡°la degeneraci¨®n, el desg¨¦nero humano¡±.
Emilio Lled¨®, fil¨®sofo, 90 a?os, que ha hecho del estudio de la ¨¦tica la gimnasia de su vida, dijo todo eso anoche, lunes, a partir de la figura de Gumersindo de Azc¨¢rate y de su realizaci¨®n principal en el siglo XX: la ense?anza como punto de partida para la educaci¨®n y para la convivencia. Solo la educaci¨®n, dijo Lled¨® en la sede de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza (ILE), nos puede defender de una sociedad que ha hecho del insulto y de la malversaci¨®n de la libertad de expresi¨®n un elemento que convierte al ser humano en una amenaza del otro.
Parti¨® el fil¨®sofo del libro Minuta de un testamento, de Azc¨¢rate. Lo hab¨ªa le¨ªdo ya, en la edici¨®n que hace 50 a?os hizo de la misma obra el profesor El¨ªas D¨ªaz, all¨ª presente, como el pintor Eduardo Arroyo, que ha hecho la cubierta de esta nueva edici¨®n publicada por la ILE y la Fundaci¨®n Francisco Giner de los R¨ªos. Fue convocado el acad¨¦mico para un debate con los profesores Fernando Vallesp¨ªn y Maribel Fierro. El primero subray¨®, como Lled¨®, que la tolerancia no es una puerta que permita que entre todo el aire viciado que la sociedad ha de filtrar. Y la profesora Fierro se refiri¨® a ¨¦pocas pret¨¦ritas en que las tres culturas que convivieron tambi¨¦n en la Pen¨ªnsula aceptaban convivencias ahora imposibles. Para Lled¨®, los malentendidos que hay acerca de la tolerancia han convertido en "un problema terrible" la deriva social en que ahora nada la definici¨®n de este concepto. Tanto Vallesp¨ªn como ¨¦l se refirieron a la libertad de expresi¨®n como uno de esos malentendidos que permite la laxitud con que se tolera lo intolerable. "No sirve de nada la libertad de expresi¨®n", dijo Lled¨®, "si tan solo es ¨²til para decir imbecilidades".
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