La generaci¨®n del 27 cumple 90 a?os

La imagen que acompa?a estas l¨ªneas es probablemente la m¨¢s famosa de la generaci¨®n del 27. Tomada durante unas jornadas po¨¦ticas celebradas en Sevilla hace exactamente 90 a?os en honor de Luis de G¨®ngora, se considera algo as¨ª como el acta fundacional del grupo. Es, sin embargo, una imagen m¨¢s bien sosa, tristona, que no hace honor a tres d¨ªas que fueron, en s¨ª mismos, pura literatura; por sus protagonistas y sus nuevas ideas art¨ªsticas, pero tambi¨¦n por las ausencias ¡ªsobre todo la de Pedro Salinas¡ª, por unas juergas que pasaron por sanatorios mentales y peligrosos viajes en barco, y unos recuerdos tal vez magnificados y muchas veces contradictorios que colocan aquel viaje en el territorio de la leyenda, como dej¨® escrito 50 a?os despu¨¦s Jorge Guill¨¦n en el poema Los amigos.

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La generaci¨®n del 27 est¨¢ en obras

C¨®mo se hace una generaci¨®n

La amistad es, precisamente, el elemento aglutinador m¨¢s repetido al hablar de un colectivo de lo m¨¢s heterog¨¦neo, en sus edades y sus po¨¦ticas. Pero aquel a?o de 1927, en torno al homenaje a G¨®ngora en el tercer centenario de su muerte, fueron ¡°m¨¢s grupo o generaci¨®n que nunca¡±, escribe el catedr¨¢tico Francisco Javier D¨ªez de Revenga.

As¨ª, el 15 de diciembre, D¨¢maso Alonso, Jos¨¦ Bergam¨ªn, Gerardo Diego, Jorge Guill¨¦n, Juan Chab¨¢s, Federico Garc¨ªa Lorca y Rafael Alberti cogieron el tren diurno hacia Sevilla con la firme intenci¨®n de defender, en dos jornadas organizadas por el Ateneo hispalense, el legado gongorino y, de paso, la ¡°nueva literatura¡± que ellos representaban. ¡°Terminaron por hablar de s¨ª mismos y por decir sus poemas y los de los j¨®venes poetas de Sevilla que los recibieron: Cernuda y los agrupados en torno a la revista Mediod¨ªa¡±, escribe el profesor de la Universidad de Granada Andr¨¦s Soria Olmedo. Las dos veladas po¨¦ticas se celebraron los d¨ªas 16 y 17 en el sal¨®n de actos de la Real Sociedad Econ¨®mica de Amigos del Pa¨ªs ¡ªel Ateneo estaba ocupado por los donativos para la fiesta de Reyes¡ª.

Su impacto fue relativo y, mientras Alberti lo record¨® despu¨¦s como un ¡°¨¦xito inusitado¡±, Alonso hablaba con pesar de auditorios de ¡°40 o 50 personas¡±, mientras que al banquete organizada como despedida el d¨ªa 18, fueron "?oh sorpresa! [...] ?400 comensales!". En todo caso, su reflejo en la prensa?¡ªtres medios publicaron la famosa imagen tomada la noche del 16 al 17¡ª fue mucho mayor que el de los actos gongorinos organizados meses antes en Madrid.

Pero en el recuerdo mitol¨®gico de aquellos d¨ªas tuvo mucho que ver la parte l¨²dica, unas parrandas subvencionadas por el torero-escritor que fascin¨® a los poetas y tuvo el primer impulso de organizar el encuentro literario: Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas. As¨ª, la primera noche, la del 15, acab¨® ya de d¨ªa tras una velada que incluy¨® el consumo de grandes cantidades de manzanilla, disfraces morunos, sesiones de hipnotismo aficionado, heroicos recitados de memoria de los 1.091 versos de la Primera Soledad de G¨®ngora, escenas de teatro improvisadas, visitas ¡°a algunos locos¡± de un manicomio cercano y un concierto del cantaor El Ni?o de Jerez, con el Ni?o de Huelva a la guitarra, seg¨²n el repaso que hace el profesor Manuel Bernal Romero en varios trabajos.

La segunda noche, tras su paso por alg¨²n caf¨¦ del barrio de Triana, qued¨® para siempre fijada en la memoria de sus protagonistas cuando Lorca se empe?¨® en cruzar en barco un Guadalquivir desbordado y brav¨ªo por las lluvias. Alonso lo record¨® as¨ª en 1965: ¡°A¨²n tra¨ªamos las risas de tierra, pero se nos fueron rebajando, como con fr¨ªo. Y hacia la mitad de la corriente sonaban a falso, a triste. ?nico entre todos, Federico no disimulaba su miedo. [¡­] Imagen de la vida: casi el n¨²cleo central de una generaci¨®n, atravesaba el r¨ªo. La embarcaci¨®n era un s¨ªmbolo: representaba los v¨ªnculos y contactos personales que ligan a los miembros de un grupo en conjunta florescencia: la amistad, el compa?erismo, los compartidos sentimientos, los mutuos influjos...¡±.

"Hay que pensar que el relato de esos d¨ªas se construy¨® a?os despu¨¦s, a partir de la nostalgia y muy influido por la guerra, la muerte de Lorca, el exilio...¡±, explica el profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid Jos¨¦ Teruel, que enmarca aquellas jornadas y la fotograf¨ªa que deja constancia de ellas dentro de una fase de construcci¨®n del grupo que culmina con la publicaci¨®n de Poes¨ªa espa?ola. Antolog¨ªa 1915-1931, de Gerardo Diego. Habla de un acto de autopromoci¨®n consciente y de enorme eficacia: "Llama la atenci¨®n lo r¨¢pido que consiguen situarse en la historia", a?ade.

En este mismo diario, el especialista ?ngel L. Prieto de Paula se refer¨ªa el pasado septiembre a la "canonizaci¨®n del 27" de la siguiente manera: "Unos autores aprovechan una circunstancia, en este caso el tercer centenario de la muerte de G¨®ngora, para presentar sus credenciales como grupo emergente de la poes¨ªa espa?ola. Lo ¨²nico novedoso es la plena consciencia de sus promotores, poetas-profesores que protagonizan una historia que ellos mismos se encargan de escribir".?

¡°?La foto es una carta de identidad? Quiz¨¢ s¨ª, pero con la artificiosidad de las fotos de carnet". Otra vez con el poema de Jorge Guill¨¦n (1977): ¡°?Aquel momento ya es una leyenda?¡±, cita el profesor Soria Olmedo. El poeta se respondi¨® en realidad a s¨ª mismo en los siguientes versos: ¡°Leyenda que recoge firme n¨²cleo / As¨ª no se evapora, legendario¡±.