El placer de contar
Teor¨ªa de la novela recupera dos textos y cuatro conferencias, claramente faltas de una reescritura, que Torrente Ballester pronunci¨® en el verano de 1973
Teor¨ªa de la novela presenta un ciclo de cuatro conferencias in¨¦ditas de Gonzalo Torrente Ballester, expuestas en el verano de 1973, y dos textos poco conocidos (pero sobre el mismo tema), de 1963 y 1995. J. A. Gonz¨¢lez Sainz, uno de los contribuyentes a la ¡®Deliberaci¨®n¡¯ que cierra el libro, se?ala oportunamente que aquel a?o fue tambi¨¦n el de la aparici¨®n de La inspiraci¨®n y el estilo, La b¨²squeda de interlocutor y Las semanas del jard¨ªn, obras se?eras de dos narradores muy activos (Benet y Mart¨ªn Gaite) y otro en declarado estiaje (S¨¢nchez Ferlosio), que echaban su cuarto a espadas ¡ªen un tiempo de confusi¨®n y tanteos formalistas¡ª acerca de los placeres de contar en libertad aquello que les divirtiera.
No mucho m¨¢s les un¨ªa a uno y otros¡ Desde 1941 Torrente hab¨ªa querido ser un escritor (dramaturgo, ensayista, narrador, por ese orden) de corte intelectual y planteamientos altos y atrevidos. No logr¨® ning¨²n ¨¦xito, cosa que encaj¨® muy mal; el primer reconocimiento minoritario lleg¨® con Los gozos y las sombras y algo despu¨¦s con el ¨¦xito popular de La saga/fuga de J.?B. (1972), que en su opini¨®n hab¨ªa oscurecido la calidad de su Don Juan (1963). En su contribuci¨®n a la ¡®Deliberaci¨®n¡¯ final, Cristina S¨¢nchez-Andrade no anda descaminada al achacar a Torrente cierta ¡°rigidez y falta de frescura¡±. Y el texto de Carmen Mart¨ªn Gaite que se ha seleccionado ¡ªuna rese?a de 1975¡ª apunta con gracejo que en las nuevas novelas de Torrente el escritor es demasiado visible, habla mucho por s¨ª, quiz¨¢ porque tiene algo de tertuliano nato al que nunca han hecho mucho caso. Y la ¨²ltima deliberaci¨®n recoge parte de un art¨ªculo de Stephen Miller que se muestra bastante esc¨¦ptico ante la facundia que parece ser la ley compositiva de los ¨²ltimos textos del autor.
El compilador del libro, Jos¨¦ L¨¢zaro, ha sido poco piadoso al recoger los textos que escoltan al de Torrente. Pero no ha sido injusto. Autor de una excelente biograf¨ªa de Luis-Mart¨ªn-Santos, L¨¢zaro dice estar preparando otra de Gonzalo Torrente Ballester y, sin duda y a tenor de lo le¨ªdo, va a ser menos complaciente de lo habitual en otros estudiosos. Puede que halle el hilo perdido entre el ayer y el luego del escritor que militaba en el galleguismo en 1936, en 1937 se incorporaba a la ¡°escuadra¡± de la revista Jerarqu¨ªa y en 1942 publicaba Javier Mari?o, la novela paradigm¨¢tica del fascismo espa?ol (a la vez que escrib¨ªa ensayos sobre el futuro de los g¨¦neros, autos sacramentales y piezas de teatro simb¨®lico). Ese ¡°luego¡± cambi¨® de signo a partir de Los gozos y las sombras, una serie novelesca bien trabada, destemplada y cr¨ªtica. Y las p¨¢ginas de esta Teor¨ªa de la novela no ayudan mucho a entender el cambio. ?Siempre crey¨® ¡ªcon Lawrence Durrell¡ª que el relato es un ¡°continuum de palabras¡±? ?Cu¨¢ndo pens¨® en que ¡°la mentira tiene su papel en la esfera de realidad que corresponde a las mentiras¡±, y que el lector es c¨®mplice nato del autor? Aqu¨ª y all¨¢ hay conceptos bien trabados, que llama ¡°principios¡±, y que est¨¢n a favor de la libertad creadora y del cuidado del conjunto: el ¡°principio de congruencia¡±, que debe presidir el trabajo ¡±configurativo¡±, y el ¡°principio de convivencia¡±, al que debe ser fiel el lector atento. Porque ¡°la novela ¡ªescribe¡ª es un mundo que subsiste por si solo, un mundo al cual es in¨²til acercar comparaciones y consejos con el nuestro¡±.
Se echan de menos las opiniones de Torrente sobre otros creadores, pero no faltan del todo. Alguna raz¨®n tiene al se?alar en Ana Mar¨ªa Matute ¡°intuici¨®n admirable y falta de intelecci¨®n¡±, que se refiere a la capacidad de crear un clima y a la poca destreza para darle forma narrativa. De Gabriel Mir¨® hace no peque?o elogio, pero tambi¨¦n subraya que si en Figuras de la Pasi¨®n del Se?or logr¨® 20 l¨ªneas memorables (la descripci¨®n de Jerusal¨¦n), en El obispo leproso el ambiente es denso y tupido, pero las figuras se quedan en meros dibujos. A Gald¨®s, como a Cervantes, lo invoca a menudo, pero cuando habla de su imagen de los Arapiles salmantinos subraya la superioridad de la descripci¨®n de Baroja (en las Memorias de un hombre de acci¨®n) sobre la cansina exactitud del Episodio nacional galdosiano.
Este in¨¦dito de Torrente ¡ªfalto sin duda de una reescritura¡ª no hace olvidar los mejores momentos de Los cuadernos de un vate vago (1982), que recogen lo que grab¨® a prop¨®sito de la gestaci¨®n de sus novelas desde 1961, o el primer y excelente ensayo del volumen El Quijote como juego y otros trabajos cr¨ªticos (1985), tan presente en el perge?o de este libro que llega 40 a?os despu¨¦s de ser escrito.
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Autor: Gonzalo Torrente Ballester.
Editorial: Deliberar (2017).
Formato: tapa blanda (146 p¨¢ginas).
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