Cuando Picasso am¨® la danza
Una exposici¨®n de la Residencia de Estudiantes rescata las relaciones entre el primigenio ballet espa?ol y las vanguardias
Sesenta y dos a?os guard¨® en el armario Maruja Bardasano el traje que su madre le dise?¨® en 1955 para que actuara con el Ballet Concierto de M¨¦xico como primera bailarina en Campirana y, un a?o m¨¢s tarde, en Giselle. Su madre era Juana Francisco Rubio, una de las grandes ilustradoras espa?olas de los inicios del siglo XX y una de las pocas mujeres cartelistas del bando republicano durante la Guerra Civil, lo que la oblig¨® a exiliarse a M¨¦xico en 1939 junto a su marido, el tambi¨¦n destacado pintor Jos¨¦ Bardasano, y su hija Maruja (de cuatro a?os). As¨ª que ese vestido siempre ha tenido un doble valor ¡ªart¨ªstico y sentimental¡ª para su due?a. ¡°Me lo traje en mi ba¨²l cuando volv¨ª a vivir a Espa?a y solo lo he sacado cuando mis hijas me lo ped¨ªan para disfrazarse", recuerda.
Pero este a?o, pese a que las hijas de Maruja ya no son ni?as ni juegan a disfrazarse, el vestido ha vuelto a salir del armario. Desde el 6 de octubre hasta el 1 de abril se muestra en una vitrina de la Residencia de Estudiantes de Madrid como parte de la exposici¨®n Poetas del cuerpo. La danza de la Edad de Plata, que se sumerge en los vibrantes a?os en los que se forjaron los cimientos de la danza espa?ola moderna, fruto de la chispeante convivencia de artistas de distintas disciplinas que propiciaron las vanguardias del primer tercio del siglo pasado.
Eran a?os de constante investigaci¨®n art¨ªstica y la danza no fue una excepci¨®n. Picasso, Mir¨®, Zuloaga, Falla, Halffter, Lorca, Alberti, S¨¢nchez Mej¨ªas y muchos otros artistas admiraron y se mezclaron con figuras como Antonia Merc¨¦, la Argentina, Encarnaci¨®n L¨®pez, la Argentinita, su hermana Pilar L¨®pez, T¨®rtola Valencia o Vicente Escudero y encontraron en los escenarios un espacio de libertad para experimentar con las est¨¦ticas de vanguardia. Se pueden casi oler aquellas ansias de renovaci¨®n en los materiales re¨²nidos por Idoia Murga Castro, comisaria de la exposici¨®n de la Residencia de Estudiantes, entre los que se incluyen fotograf¨ªas, escenograf¨ªas, trajes, partituras y v¨ªdeos in¨¦ditos que reflejan el protagonismo que la danza adquiri¨® en Espa?a en aquel momento. Y tambi¨¦n su gran proyecci¨®n internacional. ¡°La imagen estereotipada de lo espa?ol en el extranjero naci¨® en buena parte de las giras que aquellas compa?¨ªas hac¨ªan por el mundo¡±, afirma Murga Castro.
Maruja Bardasano ¡ªque ahora tiene 82 a?os¡ª no vivi¨® directamente aquella ¨¦poca, pero sus padres s¨ª. Y parte del esp¨ªritu que se traslad¨® a M¨¦xico tras la Guerra Civil. "El port¨®n del jard¨ªn de mi casa estaba siempre abierto a cualquier visita. Pero no entraban solo los espa?oles exiliados, por all¨ª pasaban hasta ministros", asegura. En ese ambiente creativo se crio ella, que pronto aprendi¨® a pintar simplemente observando a sus padres. Sin embargo, siendo a¨²n ni?a descubri¨® que le gustaba m¨¢s la danza y decidi¨® ser bailarina. Debut¨® a los 15 a?os y su carrera fue en ascenso hasta convertirse en primera solista del Ballet Concierto de M¨¦xico. Pero entonces otra pasi¨®n se cruz¨® en su vida: en un viaje en barco en 1956 se enamor¨® del marino espa?ol Carlos Pe?a, con quien se cas¨® e instal¨® en Madrid. Tras su boda dej¨® el baile para volcarse en su familia y la pintura. Eso s¨ª: jam¨¢s dej¨® de mimar ese vestido que hoy luce como nuevo en la Residencia de Estudiantes.
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