Sue Grafton deja hu¨¦rfano el alfabeto criminal
Un c¨¢ncer acaba con la creadora de Kinsey Millhone, uno de los grandes personajes de la novela negra contempor¨¢nea
El alfabeto de la ficci¨®n criminal acaba desde el pasado 28 de diciembre en la Y. La muerte de Sue Grafton (Louisville, 1940, Santa B¨¢rbara, EE UU, 2017) deja inacabado uno de los grandes proyectos de la novela negra contempor¨¢nea y a miles de lectores hu¨¦rfanos. Una aventura que empez¨® en 1982 con la publicaci¨®n de A de adulterio (Tusquets, como toda su obra en Espa?a, incluida la autobiogr¨¢fica Kinsey y yo) y que ha arrastrado a fans de varias generaciones al mundo de la detective Kinsey Millhone.
Grafton ha dejado de luchar contra el c¨¢ncer que la atenazaba desde hace dos a?os, pero Millhone seguir¨¢ viva para siempre. El personaje envejec¨ªa dos a?os por cada cinco novelas y est¨¢ en plena forma, siempre independiente, siempre con algo de Grafton, en Y for Yesterday, la ¨²ltima novela publicada de la saga. Optimista patol¨®gica, Grafton hablaba as¨ª de su proyecto con EL PA?S en Barcelona hace tres a?os: ¡°No me he cansado nunca, pero he vivido siempre con el miedo a que me ocurriera. Es una responsabilidad muy grande porque estoy compitiendo contra m¨ª misma y lucho por no repetirme. Cuando termine la serie estar¨¦ muy aliviada de haber sobrevivido. He aprendido much¨ªsimo sobre el ser humano, sobre leyes, cr¨ªmenes y venganza y todo gracias a mi viaje personal para sobrevivir a mi propia histeria y ansiedad. Ha sido un reto apasionante y una gran lecci¨®n¡±.
Hija de dos descendientes de misioneros presbiterianos, padres cultos y dados a los excesos -¨¦l alcoh¨®lico, ella depresiva y enganchada a los medicamentos- la autora de W de whisky creci¨® con la libertad que le dieron dos padres que no la supervisaban e inmersa en los mundos que le proporcionaban sus lecturas.
Grafton era un caso raro en el mundo editorial. Despu¨¦s de entrevistarla en 2015 pase¨¦ con ella por Barcelona y nos vimos en la librer¨ªa Negra y Criminal, donde repart¨ªa firmas y sonrisas mientras compart¨ªa su pasi¨®n por los gatos y me confesaba que Steve, su tercer marido, era ¡°el definitivo¡±. El ¨¦xito mundial de sus novelas le dio una excelente posici¨®n econ¨®mica pero su sencillez era apabullante y solo se permit¨ªa algunos gestos como el de llevarse a su cocinera siempre que cambiaba de aires entre su casa de Kentucky y la de California. Pudo ganar mucho m¨¢s dinero, pero se neg¨® en redondo a llevar al personaje a la gran pantalla. Siempre generaba sorpresa y algo de estupefacci¨®n cuando afirmaba en p¨²blico que prefer¨ªa dar vueltas desnuda sobre un lecho lleno de cristales rotos a vender los derechos de Millhone para el cine. ¡°Trabaj¨¦ en Hollywood durante 15 a?os. All¨ª no vendes un libro, vendes un personaje y una vez que das el paso pueden hacer con ello lo que quieran. En el momento en el que un d¨®lar cambia de manos ya tienen todo el control. No har¨¦ eso nunca. Este es el trabajo de mi vida y no veo por qu¨¦ voy a dar acceso o a ceder el control de eso a alguien¡±, explicaba a este diario.
A menudo tengo la impresi¨®n de que me observa por encima del hombro y me susurra alguna cosa al o¨ªdo, me da un ligero codazo y me hace comentarios subidos de tono
Lejos de usar la novela negra para elaborar grandes cr¨ªticas sociales, Grafton hu¨ªa de cualquier papel revolucionario -"eleg¨ª una mujer como protagonista solo porque me permit¨ªa hablar con autoridad de lo que conozco" -, no ocultaba su amor por las armas convencionales y lo bien que se lo pasaba en el campo de tiro con sus amigos del equipo del sheriff del condado de Santa Teresa y prefer¨ªa el enfoque reparador para abordar sus historias: ¡°Me gustar¨ªa creer que el sistema judicial funciona siempre, pero s¨¦ que no es as¨ª. Entiendo el sentimiento de muchas v¨ªctimas, la necesidad de venganza, de que se restablezca un equilibrio en el universo, pero los ciudadanos no pueden ir tom¨¢ndose la justicia por su mano. Para eso, la novela negra es perfecta¡±.
¡°Creo que somos un alma con dos cuerpos¡± contaba en Kinsey y yo con cari?o sobre el personaje que le acompa?¨® toda una vida creadora. ¡°Kinsey es un ser maravilloso de cuya creaci¨®n s¨®lo puedo atribuirme un m¨¦rito parcial, aunque probablemente ella se atribuye todo el m¨¦rito de lo bueno que puede haber en m¨ª. Me divierte pensar que he inventado un personaje que ha acabado manteni¨¦ndome, y estoy segura de que a ella le divierte saber que seguir¨¢ viva mucho tiempo despu¨¦s de que yo me haya ido. A menudo tengo la impresi¨®n de que me observa por encima del hombro y me susurra alguna cosa al o¨ªdo, me da un ligero codazo y me hace comentarios subidos de tono¡±.
Kinsey no tiene ya a quien susurrar y con ella miles de lectores se han quedado sin la mirada inteligente de su creadora. Nos quedan sus libros, aventuras nada pretenciosas que nos har¨¢n felices y alejar¨¢n por un rato la sensaci¨®n de que todo se acaba, a veces antes de llegar al final que merece.
Babelia
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