Anatom¨ªa de un (falso) suicidio
Errol Morris estrena 'Wormwood', 'docuserie' sobre la enigm¨¢tica muerte de un cient¨ªfico
Ni documental ni ficci¨®n. Describir Wormwood, la miniserie de seis cap¨ªtulos que ha estrenado recientemente Netflix, puede ser una tarea ardua. Tanto como intentar desgranar la realidad de la ficci¨®n en el interior de su trama, inspirada en el caso real protagonizado por Frank Olson, un bacteri¨®logo a sueldo de la CIA que se mat¨® al caer del 13? piso de un hotel de Manhattan en 1953. La justicia estadounidense determin¨® que se trataba de un suicidio. Hasta que, dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, surgi¨® la sospecha. Olson habr¨ªa sido drogado con LSD contra su voluntad y solo una semana antes de morir, como parte de un programa que investigaba sobre las posibilidades de establecer un control psicol¨®gico a partir de esa droga. El caso pas¨® a ser investigado como homicidio. Hasta que, en 1975, la agencia propuso un acuerdo a la familia: una indemnizaci¨®n de 750.000 d¨®lares a cambio de su silencio, adem¨¢s de una disculpa del entonces presidente, Gerald Ford. Pero ese desenlace no evit¨® que el hijo del cient¨ªfico, Eric Olson, siguiera tortur¨¢ndose sobre las circunstancias que provocaron la muerte de su padre.
Wormwood es el nuevo proyecto del veterano documentalista Errol Morris, responsable de la oscarizada The Fog of War y de una docena adicional de t¨ªtulos con los que ha alterado el rumbo del g¨¦nero dentro del cine estadounidense. En este caso, Morris sigui¨® un m¨¦todo algo distinto al habitual. Altern¨® una larga entrevista con el hijo del protagonista con material de archivo, v¨ªdeos dom¨¦sticos y testimonios de expertos (como el del periodista Seymour Hersh, que insin¨²a que Olson pudo ser v¨ªctima de un protocolo de seguridad para ejecutar a disidentes). Pero tambi¨¦n decidi¨® rodar una serie de recreaciones de los hechos que se distinguen por su lujosa factura de film noir. Sus protagonistas no son int¨¦rpretes an¨®nimos, sino actores del prestigio de Peter Sarsgaard y Molly Parker. "Me gusta experimentar con la forma", explica Morris a EL PA?S. "Igual que en la cocina, trabajas con los ingredientes que tienes en la nevera. No creo que haya una sola manera de contar una historia, ni un m¨¦todo cient¨ªfico que uno tenga que seguir. Para m¨ª, en el documental solo existe un requerimiento: perseguir la verdad".
Todos los proyectos de Morris surgen al leer las p¨¢ginas de sucesos en el peri¨®dico. Y todos aspiran a hurgar en la versi¨®n oficial hasta encontrar datos que la pongan en duda. En 1988, el director consigui¨® reabrir un caso cerrado gracias a The Thin Blue Line, su m¨ªtico documental sobre Randall Adams, condenado a muerte y recluso durante m¨¢s de 20 a?os, que termin¨® siendo liberado gracias a las pruebas aportadas por Morris. Al cineasta le gusta comparar su trabajo con el de un detective. "Se trata de unir elementos dispersos para intentar alcanzar un conjunto que tenga sentido. Lo que pasa es que, a diferencia de un detective, yo nunca alcanzo una explicaci¨®n satisfactoria. Cada respuesta que obtengo genera un millar de nuevas preguntas", responde.
El director propuso el papel protagonista a Sarsgaard tras descubrirlo interpretando a Hamlet en el Off-Broadway. "Me lo vendi¨® como una variaci¨®n del personaje de Shakespeare. No ten¨ªa claro c¨®mo quedar¨ªa este h¨ªbrido, pero creo que ¨¦l tampoco lo sab¨ªa. Me gusta trabajar as¨ª, incluso si todo termina en fracaso. Siempre prefiero construir algo con el director a que me impongan una idea", sostiene el actor, reputado por sus secundarios turbios en t¨ªtulos como Jarhead, Blue Jasmine o la reciente Jackie. "No soy una persona pura, seg¨²n los est¨¢ndares religiosos. Me interesa saber por qu¨¦ la gente hace cosas que yo no soy capaz de entender", concluye Sarsgaard.
¡°Echarle un pulso al mundo¡±
Wormwood se enmarca en la moda del true crime, las series que proponen una reconstrucci¨®n de asesinatos reales a partir del documental o la ficci¨®n, en las que Netflix parece haberse especializado en los ¨²ltimos a?os. Tras el ¨¦xito de la serie Making a Murderer y el del podcast Serial, no hay temporada televisiva que no venga cargada de decenas de nuevas propuestas. "Tampoco creo que sea nuevo. El crimen ha gustado desde siempre. Si no, lea a los griegos¡", objeta Errol Morris. "A la gente le encanta ese tipo de misterios, los llamados whodunit. Yo los suelo odiar, por mec¨¢nicos y aburridos. Solo me interesan las historias que me obligan a investigar hasta echarle un pulso al mundo".
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