De bruces con la realidad
El Servicio Universitario de Trabajo fue un organismo franquista que sirvi¨® para fabricar rivales del r¨¦gimen

El franquismo puede despacharse con un par de lugares comunes sobre la grisura burocr¨¢tica de sus ¨¦lites y la brutalidad con que las fuerzas represivas actuaron contra sus adversarios. Pero durante la dictadura existieron tambi¨¦n iniciativas que se resisten a una definici¨®n simple. Por ejemplo, el Servicio Universitario de Trabajo (SUT). Lo puso en marcha Jos¨¦ Mar¨ªa de Llanos, un sacerdote que era adem¨¢s falangista convencido, y al que no le agradaba que el r¨¦gimen estuviera perdiendo, ya a principios de los a?os cincuenta, sus aut¨¦nticos principios. Era necesario un revulsivo que recuperara el anhelo de Jos¨¦ Antonio de construir el hombre nuevo.
As¨ª que decidi¨® llevarse a unos cuantos universitarios a conocer el mundo obrero. Puso en marcha as¨ª una mezcla explosiva, la de combinar los recios valores falangistas con la vocaci¨®n compasiva del cristianismo, para reforzar el proyecto de los ganadores de la Guerra Civil, esa Espa?a gloriosa en la que deb¨ªan implicarse todos, al margen de su clase social. El primer viaje fue a las minas de oro de Rodalquilar (Almer¨ªa) y se apuntaron tres estudiantes. Al a?o siguiente ya eran 30. Nicol¨¢s Sartorius, Manuela Carmena, Javier Pradera, Cristina Almeida, Ram¨®n Tamames, Xavier Arzallus, Pasqual Maragall, Jos¨¦ Luis Leal, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Alfonso Carlos Com¨ªn, Jaime Pe?afiel y un largu¨ªsimo etc¨¦tera fueron algunos de los m¨¢s de 13.000 estudiantes que participaron en el SUT.
El jueves pasado, en Madrid, un grupo de historiadores coincidi¨® con algunos sutistas,as¨ª se llaman a s¨ª mismos, para volver la vista atr¨¢s y reflexionar sobre aquellos a?os. A Santos Juli¨¢ le tocaba comentar una investigaci¨®n sobre el organismo, de Javier Mu?oz Soro, en el marco del Seminario de Historia de la Fundaci¨®n Ortega-Mara?¨®n, que lleva a?os funcionando. Esta vez ocurri¨® algo inusual: en la discusi¨®n posterior sobre el texto participaron los historiadores y sus fuentes, algunos de los que estuvieron all¨ª y lo vivieron. El encuentro se inici¨® con la exhibici¨®n de algunos fragmentos de La Transici¨®n silenciada, el documental de Andr¨¦s Armas y Miguel ?ngel Nieto realizado por Carlos G. Ayuso, que reconstruye a trav¨¦s de los testimonios de un importante pu?ado de sutistas lo que fue aquella iniciativa, encuadrada dentro del r¨¦gimen y que se prolong¨® hasta 1969. Luego se entr¨® en materia.
Cuando se descubre la vida dura
Muchos de los estudiantes que fueron a los campos de trabajo, y a las campa?as de alfabetizaci¨®n del SUT, desconoc¨ªan las dur¨ªsimas condiciones en las que viv¨ªan aquellos espa?oles que hasta ese momento hab¨ªan permanecido invisibles a sus ojos. Al darse de bruces con la realidad, muchos de aquellos sutistas se dieron cuenta de que no les quedaba otra alternativa que la de luchar contra la dictadura. As¨ª que trabajaron para erosionar el franquismo. Luego les toc¨® implicarse en la Transici¨®n.
Y se produjo una extra?a e iluminadora simbiosis: junto a las puntillosas cr¨ªticas que los historiadores aplicaron al trabajo de su colega, guiados por su voluntad de rigor, se oyeron las voces de los que pasaron por minas, almadrabas o f¨¢bricas y de los que participaron en campa?as de alfabetizaci¨®n; de cuantos fueron, en definitiva, los que salieron al encuentro de la otra Espa?a, la de los desheredados: obreros, mineros, campesinos y cuantos iban llegando a las grandes ciudades para escapar de la pobreza y donde construyeron (furtivamente, de noche) sus chabolas en la periferia.
Todo arranc¨® hace unos a?os del texto que Santos Juli¨¢ escribi¨® para Camarada Javier Pradera, en el que se refer¨ªa a la experiencia de este en el SUT. A Emilio Criado, qu¨ªmico, se le encendi¨® una luz cuando lo le¨ªa. Hab¨ªa estado en un campo minero de Mieres y aquella experiencia le cambi¨® la vida. Contact¨® con otros sutistas,como el economista ?lvaro Gonz¨¢lez de Aguilar. El SUT se cre¨® en 1952, integrado en el Sindicato Espa?ol Universitario (SEU) y, como les ha ocurrido a tantos organismos de la dictadura, su documentaci¨®n ha desaparecido. As¨ª que la tarea inicial fue la de reunir cuanto sirviera para reconstruir aquella historia: fotos, testimonios, publicaciones, documentos. Se ha creado una p¨¢gina web, luego vino el documental, y ahora la investigaci¨®n de Mu?oz Soro, que forma de un proyecto donde se abordan otros aspectos del SUT y la dictadura.
?C¨®mo se puso en marcha un proyecto con una impronta falangista tan fuerte y que beb¨ªa al mismo tiempo de la experiencia de los curas obreros? ?C¨®mo lo toler¨® y subvencion¨® el r¨¦gimen? Son muchas las preguntas abiertas y, sobre todo, una: ?c¨®mo no repar¨® el franquismo de que, con el SUT, estaba alimentando el antifranquismo?
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