De la revoluci¨®n cubana a la revoluci¨®n digital
La nueva generaci¨®n de autores latinoamericanos ha cambiado la historia por la memoria, al dictador por el narco y el compromiso pol¨ªtico por la conciencia de clase y de g¨¦nero
EL MAPA NO ES EL TERRITORIO
Cualquiera que descubriera a Luis Cernuda en una selecci¨®n de la generaci¨®n del 27 o a Claudio Rodr¨ªguez en una del grupo de los 50, estar¨¢ por siempre agradecido a las antolog¨ªas. Cualquiera que sepa c¨®mo hicieron las suyas ¡ªcan¨®nicas durante mucho tiempo¡ª Gerardo Diego y J. M. Castellet, desconfiar¨¢ de ellas. Lo mismo cabr¨ªa decir, para el ¨¢mbito transatl¨¢ntico, de obras como Laurel (1941) o Las ¨ªnsulas extra?as (2002). Una antolog¨ªa no es m¨¢s que una propuesta de lectura, pero, inevitablemente, termina convirti¨¦ndose en el borrador de la pr¨®xima historia de la literatura. En el escueto pr¨®logo que abr¨ªa la primera edici¨®n de Bogot¨¢ 39 (Ediciones B, 2007) se dec¨ªa que no era ¡°la m¨¢s infalible y privilegiada lista de los mejores¡±. Es cierto, pero del buen olfato de aquella primera criba nace el cr¨¦dito de la segunda, publicada en Espa?a por Galaxia Gutenberg. Su eficacia ¡°hist¨®rica¡± habr¨¢ que juzgarla dentro de 10 a?os m¨¢s por lo que incluye que por lo que deja fuera, aunque la tensi¨®n entre presencias y ausencias ya es inevitable: si hace una d¨¦cada quedaron excluidos autores tan destacados hoy como el mexicano Juli¨¢n Herbert o la chilena Nona Fern¨¢ndez, ahora se echa de menos a dos autoras de las mismas nacionalidades como, respectivamente, Fernanda Melchor y Paulina Flores.
BOLA?O, FUERA DEL RADAR
Puede que el mejor ejemplo actual sobre la falibilidad de las listas sea Roberto Bola?o: ninguna detect¨® durante a?os al autor m¨¢s influyente de las letras recientes en espa?ol pese a vivir a unos kil¨®metros de Barcelona, la capital editorial del mundo hispano. Han tenido que pasar 60 a?os desde la publicaci¨®n de Zama para que Antonio Di Benedetto, que sobrellev¨® su exilio en Madrid, encontrara por fin el lugar que merece. Es cierto que de la atenci¨®n internacional que generaron los autores del boom tambi¨¦n se beneficiaron maestros como Borges, Rulfo, Onetti o Carpentier, pero el relato can¨®nico de la literatura nunca supo muy bien qu¨¦ hacer con las mujeres y con los exc¨¦ntricos, ya se tratara de Elena Garro, de Armon¨ªa Somers o de alguien decisivo para las generaciones posteriores como Manuel Puig. Una selecci¨®n nunca es la selecci¨®n, por eso, la historia por venir de la narrativa latinoamericana de hoy deber¨¢ tener en cuenta las dos antolog¨ªas bogotanas y obras como McOndo (Mondadori, 1996), L¨ªneas a¨¦reas (Lengua de Trapo, 1999), la serie Peque?as resistencias (P¨¢ginas de Espuma, 2003), Los mejores narradores j¨®venes en espa?ol (Revista Granta, 2010) e iniciativas de la FIL de Guadalajara como Los 25 secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana (2011) o el impecablemente paritario (10 hombres, 10 mujeres) Ochenteros (2016). Subrayar los nombres que se repiten en casi todas ser¨ªa una buena manera de empezar a dibujar un futuro canon.
EL WIFI LLEGA A MACONDO
En 1993 se public¨® en Santiago de Chile una antolog¨ªa cuyo t¨ªtulo ¡ªhoy tiernamente anacr¨®nico¡ª era una po¨¦tica entera: Cuentos con walkman (Planeta). La editorial la present¨® como el fruto de ¡°una generaci¨®n literaria que es postodo: posmodernismo, posyuppie, poscomunismo, posbabyboom, pos-capa de ozono. Aqu¨ª no hay realismo m¨¢gico, hay realismo virtual¡±. Preparada por Alberto Fuguet y Sergio G¨®mez, fue pionera de aquella ¡°cuentos con walkman internacional¡± que ellos mismos lanzaron tres a?os despu¨¦s: McOndo. El t¨ªtulo era otra provocadora forma de subrayar una modernidad opacada mundialmente por lo real maravilloso: los ¨¢rboles de la selva no dejaban ver el bosque de rascacielos. Asimilada la provocaci¨®n, la relectura del pr¨®logo de esa antolog¨ªa arroja un diagn¨®stico que han terminado por confirmar los autores que siguieron. ¡°El gran tema de la identidad latino?americana (?qui¨¦nes somos?) pareci¨® dejar paso al tema de la identidad personal (?qui¨¦n soy?)¡±. Prescindiendo de los ¡°frescos sociales¡± y las ¡°sagas colectivas¡±, los nuevos escritores se centraban en ¡°realidades individuales y privadas¡±. Era una de las herencias, se dec¨ªa, de la ¡°fiebre privatizadora¡± de la globalizaci¨®n: ¡°Si hace unos a?os la disyuntiva del escritor joven estaba entre tomar el l¨¢piz o la carabina, ahora parece que lo m¨¢s angustiante para escribir es elegir entre Windows 95 o Macintosh¡±.
¡°Nuestros padres tuvieron la revoluci¨®n cubana; nosotros, la revoluci¨®n digital¡±, dijo dos d¨¦cadas m¨¢s tarde en uno de los debates de Ochenteros el argentino Mauro Libertella, tambi¨¦n incluido en Bogot¨¢ 39. Con solo 33 a?os, Libertella ya hab¨ªa escrito dos libros autobiogr¨¢ficos, nada raro en una generaci¨®n que ha cambiado la historia por la memoria, al dictador por el narco y el compromiso pol¨ªtico a la usanza de la Guerra Fr¨ªa por la conciencia de clase y de g¨¦nero (ya no podr¨¢ escribirse la historia sin las mujeres). Una generaci¨®n que ha hecho de la familia ¡ªcon permiso de los barrios y de los videojuegos¡ª el lugar de casi todos los conflictos. Una generaci¨®n, en fin, en primera persona; la persona de las redes sociales.
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