Quir¨®fanos

The Good Doctor (AXN) es una de las ¨²ltimas aportaciones de las televisiones en ese af¨¢n por convertir a los espectadores en especialistas de medicina en todo su abanico gremial, desde cirujanos a enfermeros y celadores. Naturalmente, tal profusi¨®n de series hospitalarias exige una nueva vuelta de tuerca en cada propuesta. En The Good Doctor el protagonista, el excelente Freddie Highmore, padece el s¨ªndrome de Savant, una anomal¨ªa cerebral que dota de una memoria fotogr¨¢fica y otras competencias extraordinariamente desarrolladas, al tiempo que una cierta dificultad para las relaciones personales. Y si en el perfil del protagonista se busca lo excepcional, en lo formal la serie apuesta por no eludir ning¨²n detalle de las operaciones. La formaci¨®n m¨¦dico-quir¨²rgica del espectador entra en un nivel superior.

Las series de m¨¦dicos siempre tuvieron una gran aceptaci¨®n popular. Urgencias, la que catapult¨® a George Clooney por m¨¢s que el creador fuera Michael Crichton, irrumpi¨® en 1994 con un ¨¦xito inusitado. Fue el pistoletazo de salida para ese subg¨¦nero en los 90. Con House, creada por David Shore, el mismo que ja ideado The Good Doctor, todo eran reconciliaciones: el espectador se reconciliaba con quienes odiaban a los m¨¦dicos y los que odiaban al g¨¦nero humano se reconciliaban con Hugh Laurie. Con un toque demoledor nos introdujeron en las enfermedades raras. Anatom¨ªa de Grey recuper¨® el sentimentalismo: menos operaciones y m¨¢s enamoramientos en plan monta?a rusa. Menos mal que tambi¨¦n lleg¨® Nurse Jackie, con una espl¨¦ndida Edie Falco, para contener las sobredosis de alm¨ªbar de la cuadrilla del Seattle Grace Hospital.

M¨¦dico de familia y Hospital Central fueron las aportaciones aut¨®ctonas m¨¢s importantes a nuestra formaci¨®n sanitaria, si bien con algunas caracter¨ªsticas que, al parecer, nos son propias: la superpoblaci¨®n familiar en la primera y un lento declinar en sus 19 temporadas en la segunda.