Los indios que elevaron el cielo de Manhattan
Michel Moutot lleva a la ficci¨®n el hist¨®rico papel de los mohawk como montadores de acero
De la ic¨®nica foto de 11 operarios almorzando encima de una viga sobre el cielo de Nueva York solo se sabe a ciencia cierta que fue tomada en 1932 durante la edificaci¨®n del Rockefeller Center. Quedan asimismo pocas dudas de que la escena nada ten¨ªa de espont¨¢nea, sino que fue preparada para promocionar el rascacielos, aunque los hombres que aparecen eran aut¨¦nticos ironworkers, obreros de la construcci¨®n especializados en el manejo del hierro. Si la imagen renace de tanto en tanto asociada a una tribu india, los mohawk, pese a que probablemente ninguno de los hombres pertenezca a ella, es porque este pueblo ayud¨® a levantar todos los puentes de Nueva York, salvo el de Brooklyn ¡ªque est¨¢ edificado principalmente de piedra y cemento¡ª y muchos de los rascacielos que coronan la isla de Manhattan. ¡°Hemos construido Am¨¦rica¡±, suelen decir. Tal ha sido su presencia en los andamios y vigas de la urbe que cal¨® la leyenda de que carec¨ªan de v¨¦rtigo. ¡°Andamos en el cielo con las ¨¢guilas¡± es otra de sus frases recurrentes.
El periodista Michel Moutot, corresponsal en Nueva York de la Agence France Presse (AFP) durante el 11-S, descubri¨® la vinculaci¨®n hist¨®rica de los mohawk con la construcci¨®n al entrevistar a uno que hab¨ªa acudido a desescombrar la Zona Cero para ayudar en la b¨²squeda de supervivientes. Entendi¨® que la historia daba para mucho m¨¢s que un teletipo y, 14 a?os despu¨¦s, la convirti¨® en su primera novela, Las catedrales del cielo, que ahora publica en espa?ol Grijalbo.
¡°Cuando los m¨¢s viejos de los mohawk vieron por televisi¨®n la ca¨ªda de las Torres Gemelas, dijeron: ¡®Llamad a los j¨®venes: los necesitan all¨¢, han destruido nuestras torres¡¯. En los primeros d¨ªas despu¨¦s de los atentados, entre 400 y 500 de ellos se desplazaron all¨ª desde Canad¨¢ o el Estado de Nueva York porque ten¨ªan un nexo particular con ellas. ¡®Son las torres de nuestros padres¡¯, recordaban todo el tiempo¡±, explica Moutot en una entrevista en Madrid. Varios de los operarios desarrollaron m¨¢s tarde problemas de salud por la toxicidad del aire que respiraron aquellos d¨ªas.
Las Torres Gemelas
Las catedrales del cielo empieza el d¨ªa despu¨¦s de los atentados del 11-S y narra a trav¨¦s de saltos temporales la historia de varias generaciones de los LaLibert¨¦, una familia ficticia de obreros del acero de la reserva de Kahnawake, junto a Montreal. ¡°Nueva York escal¨® el cielo con el sudor y la sangre de nuestros padres. No hay obra de altura, puente met¨¢lico o rascacielos donde no se oigan, en todo lo alto, ¨®rdenes, indicaciones o tacos en nuestro idioma¡±, cuenta en la novela el ¨²ltimo de la saga, John. ¡°Todo lo que se describe en el libro es verdad, salvo los personajes¡±, matiza el autor.
?C¨®mo se explica que los descendientes de unos nativos diezmados y expulsados hacia el Oeste se enorgullezcan tanto de construir Estados Unidos? Uno de los motivos es que subirse a un andamio a cientos de metros del suelo o demostrar la val¨ªa en combate (suelen inscribirse en las fuerzas especiales del Ej¨¦rcito) conecta a los varones con ¡°el culto de la valent¨ªa y de la fuerza¡± grabado en su cultura desde hace generaciones, explica Moutot. ¡°Al afrontar el v¨¦rtigo y hacer un trabajo peligroso que poca gente puede hacer, muestran su valent¨ªa. Es un valor que les dice algo¡±, a?ade.
Con su libro, Moutot ha querido ¡°ir contracorriente de la imagen del indio pobre, que vive de ayudas sociales, alcoh¨®lico, depresivo y con tendencias suicidas¡±. ¡°Los ironworkers mohawk son justo lo contrario: est¨¢n mucho mejor pagados que la gran mayor¨ªa de los estadounidenses¡±, puntualiza. Cobran hasta 10.000 d¨®lares (unos 8.000 euros) al mes y suelen construirse una vivienda grande y comprarse una camioneta pick up. Cuando trabajan en Nueva York, no pocos viajan durante horas para regresar a la reserva cada fin de semana. Un pasaporte especial, denominado tribal, les permite cruzar la frontera.
La pisada de las cabras montesas
El primer contacto de los mohawk con el montaje del acero fue en 1886, cuando una compa?¨ªa ferroviaria levant¨® un puente sobre el r¨ªo San Lorenzo, cerca de Montreal (Canad¨¢). Los miembros de la tribu fueron inicialmente contratados para descargar, pero enseguida mostraron su val¨ªa para trabajos m¨¢s arriesgados. ¡°Tienen la pisada segura como cabras montesas¡±, dec¨ªa un capataz franc¨¦s. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, 33 obreros mohawk murieron al derrumbarse el Puente de Qu¨¦bec durante su construcci¨®n.
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Autor: Michel Moutot.
Editorial: Grijalbo (2018).
Formato: versi¨®n kindle y tapa blanda (400 p¨¢ginas).
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