Oro molido
Tim Gautreaux re¨²ne excelentes relatos realistas sobre la vida de los blancos trabajadores del sur de Luisiana en los sesenta del siglo XX en 'El mismo sitio, las mismas cosas'
Si hay dos formas de s¨®lida tradici¨®n en la literatura norteamericana, una es la del cuento; la otra, la alta calidad del realismo. Los cuentos de Tim Gautreaux reunidos en este primer volumen, que public¨® ya con 40 a?os, responden a esa indestructible calidad del realismo. Actualmente parece que se est¨¦ produciendo una vuelta al realismo m¨¢s como refugio o comp¨¢s de espera que como modo de indagaci¨®n literaria, aunque autores como George Saunders o Stephen Dixon est¨¦n haciendo propuestas audac¨ªsimas. No es el caso de Tim Gautreaux, un escritor de gran naturalidad, de fondo moral, ce?ido en estos textos a la vida de los blancos trabajadores del sur de Luisiana en los a?os sesenta del pasado siglo, cuya escritura no deja de recordar, a su manera, la de Flannery O¡¯Connor.
Gautreaux suele comenzar sus relatos con un acontecimiento extraordinario, un golpe de efecto que atrae inmediatamente la atenci¨®n del lector, a partir del cual va desarrollando con progresiva sencillez una historia sugerente de fondo moral en el terreno de las relaciones humanas, sea en el ¨¢mbito familiar o en el laboral y siempre en ese sur donde la gente se conoce y est¨¢ al tanto de las vidas de sus vecinos. Gente de escasos medios, acostumbrada al esfuerzo y al sacrificio, pero con una conciencia de la hospitalidad o la vecindad muy acentuada, lo que hace que en sus historias la dureza vaya de la mano de lo humanitario.
El mundo de estos relatos es rudo y dif¨ªcil, y sus personajes tienen ilusiones o metas que no son heroicas, sino m¨¢s bien dram¨¢ticas
El mundo de estos relatos es rudo y dif¨ªcil, y sus personajes tienen ilusiones o metas que no son heroicas, sino m¨¢s bien dram¨¢ticas, te?idas de un delicado sentido del humor que se desliza entre l¨ªneas, todo lo cual exhala una medida comprensi¨®n por parte del autor. Un autor que adem¨¢s tiene el don de concebir im¨¢genes de expresiva belleza. Dos ejemplos: ¡°Una bandada de mirlos sali¨® volando de entre la maleza seca y se elev¨® hacia el cielo como un pu?ado de grava lanzado al aire¡±. O una imagen m¨¢s urbana: ¡°Un hombre fornido y bajito como una boca de riego¡±. Sus personajes suelen estar contrastados: padres e hijos, abuelos y nietos, luchadores con experiencia y sentido com¨²n y gru?ones o resentidos reconcomidos por un rencor de clase; los hay incapaces de vivir porque no entienden por qu¨¦ las cosas no pueden ser como antes y los que poseen un instinto natural de adaptaci¨®n. Y todos los relatos est¨¢n impregnados de la atm¨®sfera sure?a que se corresponde con esos a?os sesenta, ya bien lejos de los tiempos de la Gran Depresi¨®n, aunque el puritanismo y el racismo laten a¨²n porque Gautreaux, como dije antes, est¨¢ m¨¢s atento a las relaciones personales y de trabajo. Por cierto que sus descripciones de toda clase de maquinaria como herramienta de trabajo son tan impresionantes como las mejores descripciones llenas de sensualidad que uno pueda encontrar de los campos y paisajes de Luisiana.
Los relatos son excelentes todos, aunque algunos tienen m¨¢s profundidad que otros, m¨¢s ce?idos a la an¨¦cdota. Entre los primeros destaca ¡®Ranas en la acequia¡¯, la mejor representaci¨®n de lo que es para el autor el sentido de la vida. Tambi¨¦n son de primera ¡®El fumigador¡¯; el impresionante ¡®Esperando las noticias de la tarde¡¯, que concuerda con ¡®Gente en la carretera vac¨ªa¡¯; el espl¨¦ndido y dur¨ªsimo tratado del rechazo laboral en ¡®Licencia para robar¡¯¡ En fin, la naturalidad de esta escritura es oro molido para un verdadero contador de historias y lo que hace de este un realismo diferente.
El mismo sitio, las mismas cosas. Tim Gautreaux. Traducci¨®n de Jos¨¦ Gabriel Rodr¨ªguez Pazos. La Huerta Grande, 2018. 302 p¨¢ginas. 19 euros
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