La estrella de la ¨®pera que arremete contra Trump: ¡°Es un cerdo narcisista¡±
Patricia Racette, soprano norteamericana alza la voz contra lo que ocurre en su pa¨ªs y debuta en Espa?a con ¡®Street Scene¡¯, de Kurt Weill, una pieza que aborda la violencia y la desigualdad
Kurt Weill lleg¨® a Nueva York en 1935 un tanto manco. Le faltaba el brazo de Bertolt Brecht. Durante a?os hab¨ªa colaborado con ¨¦l para formar uno de los t¨¢ndems m¨¢s gloriosos de la historia del teatro musical, con t¨ªtulos como la ?pera de los cuatro cuartos o Ascenso y ca¨ªda de la ciudad de Mahagonny. Pero lo lleg¨® a reponer. Fue con Elmer Rice, ya en Estados Unidos. Y esa cura para su m¨²sica dio lugar a Street Scene, una obra dif¨ªcil de clasificar en su ¨¦poca ¨Cdesentonaba en Broadway como musical y no llegaba a ser una ¨®pera propiamente dicha entonces- pero que hoy est¨¢ considerada una obra maestra de aquel h¨ªbrido naciente. Nunca ha sido escenificada en Madrid. Pero este martes la deuda queda saldada porque se estrena en el Teatro Real con la norteamericana Patricia Racette en el papel principal. Toda una estrella del g¨¦nero en su pa¨ªs, alarmada por lo que su presidente, Donald Trump, est¨¢ provocando.
Racette es muy dada a establecer paralelismos entre el caldo de cultivo que dio lugar a Street Scene y el presente. Weill es un compositor v¨¢lido para todas las crisis que nos han sacudido y nos sacuden. Si en Europa este imprim¨ªa a la m¨²sica de su tiempo complicidad con el p¨²blico y el o¨ªdo contra la ruptura de sus coet¨¢neos ultras capitaneados por Sch?nberg, Brecht dotaba de alma y dinamita de denuncia sus textos. Ambos llevaron de las orejas a la m¨²sica y al teatro hacia aquellos agujeros de indigencia, para hurgar en los vertederos de la crisis que acarrear¨ªa despu¨¦s el apocalipsis dentro del continente. Las desigualdades y los hervideros de los bajos fondos que encontr¨® en su exilio en Nueva York clamaban una voz que los describiera y les diera vida. Elmer Rice cumpli¨® ese papel para Weill, un jud¨ªo errante, dotado para un arte explosivo, que alumbr¨® un perfecto h¨ªbrido entre ¨®pera, musical y cabaret.
En Street Scene ambos nos narran una Am¨¦rica que se rompe a girones por la crisis perpetua de sus v¨ªctimas. Hombres y mujeres desesperadas que a veces buscan soluciones estrafalarias y que son presas f¨¢ciles de cazar para las garras del populismo. ¡°Algunos personajes, Frank, por ejemplo, podr¨ªa ser perfectamente un votante de Trump¡±, asegura Patricia Racette. Ella encarna a Anne Mourrant, esposa de Frank, un tipo rudo, malencarado y con una amargura latente que cruza la l¨ªnea de la violencia y encarna un estado de latente amenaza perpetua.
¡°No es tanto Trump el que me inquieta, con todo lo desagradable que me resulta. Act¨²a claramente a la vez como un cerdo, un ni?o malcriado y un narcisista. Pero encuentro peores a quienes lo han votado¡±, asegura Patricia Racette
Racette cree que Street Scene es una fotograf¨ªa precisa de la crisis en su pa¨ªs. Una crisis para muchos continua, que sacude a las clases m¨¢s vulnerables y las hace reaccionar en busca de respuestas desesperadas, como la actual. ¡°No es tanto Trump el que me inquieta, con todo lo desagradable que me resulta. Act¨²a claramente a la vez como un cerdo, un ni?o malcriado y un narcisista. Pero encuentro peores a quienes lo han votado¡±.
Lo dice consciente tambi¨¦n de lo que para ella es m¨¢s doloroso en este periodo: "La divisi¨®n... Se las arregla para romper el clima de relaciones familiares. Polarizar la situaci¨®n, que andemos a la gre?a dentro de nuestros propios hogares", afirma la cantante.
Una artista distinta
Racette es una int¨¦rprete singular y muy apreciada en su pa¨ªs, tanto en la ¨®rbita de la ¨®pera como en el musical y el cabaret. Hasta ahora no hab¨ªa cantado en Espa?a y el estreno de la ¨®pera en el Teatro Real -acompa?ada por Tim Murray en el foso y John Fulljames como director de escena- le ilusiona. ¡°Nunca pens¨¦ ni por lo m¨¢s remoto que me dedicar¨ªa a la ¨®pera¡±, explica. Pero una vez, en la escuela, escuch¨¦ a Renata Scotto cantar Suor Angelica, de Puccini, y supe que no hab¨ªa vuelta atr¨¢s. Me sent¨ª atravesada por un rayo¡±.
De ah¨ª ha explorado un repertorio curioso que le ha llevado de ¨®peras de Verdi y Puccini a Janaceck en t¨ªtulos como Katia Kabanova o Jenufa, compuestas en checo, el idioma de su autor. ¡°No lo hablo, pero s¨¦ perfectamente lo que digo en cada momento cuando lo canto y me fascina la sensaci¨®n de ese idioma en mi boca al interpretarlo¡±.
Ahora toca adentrarse en el mundo de Weill y meterse en la piel de Anne Mourrant, una mujer perpleja, que se siente desconcertada y fuera de lugar, que provoca celos y frustraci¨®n en su esposo sin tener ni idea de por qu¨¦: ¡°Ella necesita comprensi¨®n, delicadeza. Pero es dif¨ªcil encontrarla en ese entorno opresivo, asilvestrado, sofocante que les envuelve, muy parecido al actual¡±.
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