B¨¦cquer no era idiota
'Camino Soria', Gabinete Caligari y la irrupci¨®n del rock castizo

Tal vez ya est¨¦n al tanto: el 8 de marzo sale una edici¨®n remasterizada de Camino Soria,el LP que elev¨® a Gabinete Caligari al cielo de la popularidad (que, ay, desembocar¨ªa en el infierno de la saturaci¨®n). Se adelanta un inteligente libro del mismo t¨ªtulo, publicado por Contraediciones y firmado por Edi Clavo, baterista del grupo.
?Un making of del citado disco? Perm¨ªtanme avisar que no hay tomos similares en la bibliograf¨ªa del pop. Asombra el detallismo del autor, que ha debido dedicar meses a investigar exhaustivamente fechas y lugares. Atenci¨®n: digo ¡°investigar¡±, no chapotear en Internet, que es lo que ahora hacemos.
Ese andamiaje descriptivo se anima con un torrente de an¨¦cdotas que captan el todo-vale de aquella d¨¦cada: el saxofonista Ulises Montero present¨¢ndose a grabar con un clarinete (su saxo Yamaha est¨¢ inmovilizado en casa del camello, como prenda de una deuda) o Jaime Urrutia prepar¨¢ndose a saltar como espont¨¢neo al albero de Las Ventas, ?todo sea por la promoci¨®n!
As¨ª que aqu¨ª tienen hasta m¨¢s de lo que necesitan saber sobre el proceso de composici¨®n, grabaci¨®n y presentaci¨®n de Camino Soria en 1987. Asombra que aquellas canciones tan paisaj¨ªsticas se plasmaran en Doublewtronics, un estudio de dimensiones agobiantes, capitaneado por un cient¨ªfico del sonido llamado Jes¨²s N. G¨®mez. ?Tiempo de milagros! Todos los implicados se sumaron a la tarea de maridar el clasicismo del pop ingl¨¦s de los sesenta con ciertas esencias de la espa?olidad, planteada incluso en t¨¦rminos chocarreros: ¡°B¨¦cquer no era idiota/ ni Machado un ganap¨¢n¡±.
Una consecuencia, todo sea dicho, del bofet¨®n de realidad que supuso el servicio militar. Y de una tajante decisi¨®n de profesionalizase: ¡°Los experimentos y las bromas hab¨ªan quedado atr¨¢s¡±. Hasta aspiraron a representar a TVE en Eurovisi¨®n. Con el salto de la independiente DRO a la multinacional EMI, jugaban en la primera divisi¨®n.
Eso supon¨ªa lidiar con las revistas especializadas, los periodistas de medios generalistas, las emisoras y los programas de televisi¨®n con contenido musical. Todos son historiados y desfilan por el relato en compa?¨ªa de sus colegas de escenario y lo que entonces se conoc¨ªa como ¡°industria musical¡±.
Aparte de algunas pullas a Mecano, Edi se muestra respetuoso con todos. Ejerce de testigo imp¨¢vido: nadie se enterar¨¢ de que por estas p¨¢ginas pululan algunos de los mayores mafiosos que ha producido el negocio. Puede que no lo apreciara en el v¨¦rtigo del ascenso pero lo sufrir¨ªa en la d¨¦cada de los noventa, cuando su tr¨ªo perdi¨® gas y fue arrastr¨¢ndose hasta una disoluci¨®n ignominiosa, en 1999.
Puestos a afinar, uno lamenta la falta de profundidad en el retrato de los tres miembros de Gabinete Caligari. Nada se cuenta de su origen social, sus estudios, sus habit¨¢culos, su vida extramusical. Y tampoco del dinero, mejor dicho, de su reparto, esa bomba de relojer¨ªa que siempre termina estallando.
Ya, ya: son preguntas de periodista impertinente y uno espera que queden respondidas en un futuro libro de Clavo. Su ausencia deja un hueco helado en el coraz¨®n de una narraci¨®n apasionante.
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