Mirones cat¨®dicos de bodas a ciegas

Vaya papel¨®n, destripar los intr¨ªngulis de un programa de televisi¨®n que va de casarse, convivir, descubrir man¨ªas y taras, conocer a la familia ¨Cla ¡®otra¡¯ familia¨C, a los amigos ¨Clos ¡®otros¡¯ amigos¨C y encima con un ojo que todo lo ve sobrevolando cada gesto para transmitirlo, debidamente editado, urbi et orbi. ?C¨®mo si no tuvi¨¦ramos bastante con lo nuestro y las nueve temporadas de Modern family!

Me faltan las palomitas pero, ya que la misi¨®n es profesional, al menos el argumento promete. Les explico: el programa se llama Casados a primera vista (los jueves por la noche en Antena 3), a su casting se presentan hombres y mujeres que quieren encontrar el amor ¨Ccomo en Tinder, Meetic, Badoo, Happn¡­, pero con boda asegurada de por medio¨C, un grupo de expertos analiza la presunta compatibilidad de las parejas y, como entendidos en la materia, hacen sus c¨¢lculos de t¨¦cnicos del amor y los candidatos ¨Cunos valientes ellos¨C se lanzan al vac¨ªo con fe de solitarios que quieren dejar de serlo y ejecutan el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa: casarse a ciegas. Como se lo cuento: llegan al altar maqueados como Carrie Bradshaw y Mr. Big en el gran momento de Sexo en Nueva York, pero sin haberse visto jam¨¢s las caras.

Ya sabemos que a¨²n existen matrimonios concertados, que el amor verdadero no garantiza un final de comieron perdices y vivieron felices, pero esto suena a querer viajar gratis al Caribe con familia y amigos incluidos para experimentar la adrenalina del puenting, sin coste y con mirones cat¨®dicos incluidos. Dicho esto, la trama sabe de qu¨¦ pie cojea una sociedad volcada en la exposici¨®n p¨²blica y apela a ese voyeur de miserias cotidianas que todos llevamos dentro. La primera reacci¨®n es pensar que est¨¢n m¨¢s locos que la media. Despu¨¦s llega la fase de empat¨ªa con las ilusiones de unos y las historias de otros. M¨¢s tarde se realiza un an¨¢lisis propio de las posibilidades de las nuevas parejas y en este estadio acecha el peligro, porque al m¨ªnimo descuido el virus de la curiosidad inunda las neuronas que nos quedan y aunque bosteces plano s¨ª, plano no, te da la madrugada esperando el desenlace del d¨²o elegido como apuesta probable.

La noche de bodas, el viaje de novios, las rarezas y complejos que empiezan a asomar al microsegundo de convivencia, el desembarco en la casa y la familia de la otra parte contratante¡­ Qu¨¦ quieren que les diga, un programa para cotillas empedernidos o para investigadores de la f¨ªsica y la qu¨ªmica del amor. Como se trata de la cuarta temporada, yo les dir¨ªa a los guionistas que deben esmerarse m¨¢s en la edici¨®n y buscar parejas que den m¨¢s juego. De lo contrario se parece tanto a lo que pasa en muchas de las casas que conocemos que el aburrimiento llega antes de engancharse esperando el momento de proclamar triunfante: ¡°ya sab¨ªa yo que esto no pod¨ªa salir bien¡±.

No desesperen los que conf¨ªan en las agencias matrimoniales para acabar con la soledad que acecha. Algunos de los concursantes, como en la vida sin c¨¢maras, incluso se empe?an en probar un poco m¨¢s y no romper el contrato antes de intentarlo sin testigos. De lo que no hay pruebas es de que pongan el color¨ªn colorado del cuento con una sonrisa.