El terrorismo toma la competici¨®n
Dos pel¨ªculas, ¡®7 d¨ªas en Entebbe¡¯ y ¡®Utoya 22. juli¡¯, recuerdan sendos ataques luctuosos que han marcado el mundo actual


Ayer tocaba en la competici¨®n de la Berlinale lecci¨®n de Historia, pero de la m¨¢s amarga, de la que marca generaciones y crea cicatrices en el alma de los pa¨ªses.
Como el dolor que a¨²n atenaza a la poblaci¨®n noruega, desde que el 22 de julio de 2011 el ultraderechista Anders Breivik asesinara a 77 chavales en un campamento de las juventudes del Partido Laborista en la isla de Utoya. Su reflejo f¨ªlmico, Utoya 22. juli, del noruego Erik Poppe, ha sido realizado con exquisito cuidado y contundencia visual. Rodada en un ¨²nico plano secuencia, al asesino solo se le ve de lejos ¡ªni se menciona su nombre¡ª mientras la c¨¢mara se pega a una chica (un personaje ficticio) que huye a trav¨¦s de la isla. ¡°Es un proyecto colectivo en el que he contado con los testimonios de tres supervivientes. Opt¨¦ por la ficci¨®n por razones ¨¦ticas. Pienso que es mejor que nadie vea ah¨ª a su hijo o hija, a su novio o amigo", explicaba a la prensa Poppe. El realizador no da explicaciones sobre lo ocurrido, solo levanta ¡°testimonio de la barbaridad para honrar a las victimas¡±. Acierta de pleno.
El brasile?o Jos¨¦ Padilha ha reconstruido en 7 d¨ªas en Entebbe -que se estrena en Espa?a el 20 de abril- el primer gran secuestro de un avi¨®n comercial con rehenes, realizado por simpatizantes de la causa palestina el 27 de junio de 1976 en el vuelo de Tel Aviv a Par¨ªs, y que acab¨® en el aeropuerto de Entebbe (Uganda), donde comandos israel¨ªes mataron a los secuestradores y a 45 soldados locales. Solo falleci¨® un militar israel¨ª, el teniente coronel Yonatan Netanyahu. Su muerte impuls¨® a su hermano peque?o, el hoy primer ministro Benjamin Netanyahu a entrar en pol¨ªtica. Padilha gan¨® justo una d¨¦cada el Oso de Oro con Tropa de ¨¦lite, y es un h¨¢bil retratista de la violencia pol¨ªtica y social: en Berl¨ªn promociona una serie de Netflix, El mecanismo, sobre el mayor caso de corrupci¨®n de la historia de Brasil. Sobre 7 d¨ªas en Entebbe, el cineasta asegura haber aprendido varias cosas: ¡°Que cualquier pol¨ªtico israel¨ª reh¨²ye las negociaciones con Palestina porque sabe que eso tiene consecuencias negativas entre su electorado¡±. Esa restricci¨®n pol¨ªtica la refleja en las charlas entre el entonces primer ministro, Isaac Rabin, y el ministro de Defensa, Sim¨®n Peres, entonces considerado un halc¨®n. ¡°Rabin redact¨® una carta de renuncia porque tem¨ªa una matanza, pero esa opci¨®n le parec¨ªa a¨²n mejor que la negociaci¨®n¡±. La carnicer¨ªa no pas¨® por razones alejadas de lo militar. ¡°Tambi¨¦n s¨¦ ahora que los secuestradores, especialmente la pareja alemana, pudo haber realizado una masacre¡±, cuenta el brasile?o sobre los personajes que encarnan Rosamund Pike y Daniel Br¨¹hl. Ellos dejaron en libertad a m¨¢s de la mitad del pasaje, los no jud¨ªos, al inicio del secuestro, y cuando los 100 soldados israel¨ªes entraron en la terminal ugandesa, la pareja no dispar¨® a los rehenes.
La operaci¨®n se sald¨® con cuatro pasajeros muertos, los terroristas abatidos y 45 soldados ugandeses muertos, muchos de ellos asesinados por los israel¨ªes en un sal¨®n. ¡°Todo esto ha ido poco a poco saliendo a la luz en diversas investigaciones¡±, asegura Padilha, que cont¨® con asesores que confirmaron que cada plano se correspond¨ªa con lo ocurrido. De ah¨ª que se vea que Netanyahu no muri¨® enfrent¨¢ndose a los secuestradores sino por un tiro ugand¨¦s por la espalda al inicio de la operaci¨®n: ¡°Yo no hago propaganda", cuenta Padilha, recordando que varias pel¨ªculas previas, todas con aires heroicos, hab¨ªan mostrado esta operaci¨®n en el cine. Por desgracia, todo lo anterior Padilha lo enturbia, cortando el ritmo y jugando con las intenciones, con un coro de bailarines que entonan una canci¨®n tradicional hebrea para remarcar la falta de negociaci¨®n entre los bandos.
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