Patinaje sobre fuego

No es que sea esencial ni mucho menos, pero esta cr¨ªtica, por si hubiera lectores que a¨²n no conozcan el hecho real al que se acerca la pel¨ªcula, va a obviar el asombroso suceso que convirti¨® a Tonya Harding en una figura medi¨¢tica y mundial, m¨¢s all¨¢ de su anterior condici¨®n de figura del patinaje art¨ªstico, de evidente corto recorrido. Ese acontecimiento tr¨¢gico es el que provoca la pel¨ªcula y, sin embargo, los autores de Yo, Tonya, excelente biograf¨ªa cinematogr¨¢fica de la deportista estadounidense, han hecho algo sorprendente en el plano art¨ªstico, y felizmente arriesgado en el plano moral.

Primero, no basar su relato en aquel incidente; lograr que narrativamente mute en consecuencia de algo mucho m¨¢s importante; ir de lo esencial a lo particular, del alimento para la combusti¨®n a la llama incendiaria. Segundo, transformar una tragedia en una comedia negra; o mejor, en una farsa, en una caricatura social que provoca la risa desvergonzada, que no siempre es realista pero que mantiene en todo momento una considerable cuota de credibilidad. Tercero, tener la valent¨ªa de convertir a una villana en una antihero¨ªna. Y cuarto, asentar una aparente historia de odios y envidias, de venganzas y frustraciones, en algo mucho m¨¢s interesante, en una reflexi¨®n sobre la lucha de clases en la sociedad contempor¨¢nea en general y en el deporte en particular.

Steven Rogers, en el guion, y Craig Gillespie, desde la direcci¨®n, hasta ahora lejos de una reputaci¨®n intachable en libretos melifluos como Siempre queda el amor y Qu¨¦date a mi lado, y pel¨ªculas tan dispares como Lars y una chica de verdad y Noche de miedo, arriesgan con el tono y logran un triunfo de la creatividad. Lo hacen con sus entrevistas a c¨¢mara en formato de falso documental, acerc¨¢ndose as¨ª a los entresijos de la gloria y el poder desde el lado m¨¢s idiota del sue?o americano. Una esquina enmarcada en la risible y terrible figura de la madre, interpretada por la formidable Allison Janney. ¡°Esto es Am¨¦rica¡±.

Quiz¨¢ la representaci¨®n de la competici¨®n, mejorable en su aparataje digital y con la convencional compa?¨ªa de la voz en off de un comentarista televisivo, no sea la parte m¨¢s lograda de la pel¨ªcula. Sin embargo, fuera de las pruebas deportivas, y con un material real que hubiese hecho salivar a los hermanos Coen de Fargo, Gillespie acompa?a su puesta en escena y su montaje con est¨¦ticos efectos de sonido e imagen, canciones y congelados, que, sin llegar a ser maestros, est¨¢n en la l¨ªnea de las mejores pel¨ªculas de David O. Russell.

Tonya Harding, deportista de la estirpe de George Best y Dennis Rodman, de Jelena Dokic y Paul Gascoigne, fue una ni?a criada a tortas, reconvertida en esposa tratada a tortas, que nunca logr¨® maquillar un origen social del que renegaba y del que estaba orgullosa. Y Margot Robbie, su may¨²scula int¨¦rprete, lo resume en un plano frente al espejo que refleja esa imposible ambivalencia. Un momento deslumbrante de la lucha de una mujer consigo misma, y con las condiciones que la hundieron y, al tiempo, la hicieron m¨ªtica.