Tertulias de f¨²tbol o el ¡®S¨¢lvame¡¯ del bal¨®n

Contaba un d¨ªa el gran Alfredo Rela?o que para mantener una discusi¨®n futbol¨ªstica como si te fuera la vida en ello, cara a una gran final y en p¨²blico, tienes que ser un poco Peter Pan. Y as¨ª es. Pero hay ni?os¡­ y ni?os. En un concienzudo repaso a lo que hoy se han convertido las tertulias deportivas en la tele, puedes hacerte una idea del grado de inmadurez ¨Cy falta de rigor- del personal. Salvo contadas excepciones.

No todo el mundo puede ser Michael Robinson: un portento asombroso en el arte de la comunicaci¨®n. He ah¨ª un Peter Pan que sabe c¨®mo volar alto. En los a?os noventa, junto a Rela?o y ese realizador de la maravilla a¨²n en activo que es V¨ªctor Santamar¨ªa, revolucionaron la manera de contar el deporte en el medio desde Canal +. Y su huella llega hasta hoy. Representa la luz. Pero tiene actualmente su reverso. Demasiado tenebroso.

El legado de todos ellos perdura en la eterna escuela de El d¨ªa despu¨¦s. Contin¨²a siendo casi tres d¨¦cadas despu¨¦s la propuesta a¨²n m¨¢s moderna de la parrilla con Santi Ca?izares al frente, convertido en un fornido cancerbero comunicador. El lunes es un gran d¨ªa para abordar un recorrido por las tertulias televisivas. Puedes saltar de una a otra sin miedo a que se te cuele delante otro contenido a modo de distracci¨®n. S¨ªgannos¡­

Si comenzamos el itinerario a las 22.00, bien cenados, nos topamos con El d¨ªa despu¨¦s (Movistar +). Una mesa ¨¢gil en la que se mezcla la pericia de Ca?izares, la frescura de Ra¨²l Ruiz y el inevitable Maldini ¨Cdeber¨ªa reservarse un poco m¨¢s y no jugar tanto de titular- acompa?an una sugerente producci¨®n de reportajes marca de la casa y secciones se?eras, incandescentes y asombrosas, como Lo que el ojo no ve.

Es la mejor propuesta de la noche. A partir de ah¨ª, todo degenera. Si cambiamos a Estudio Estadio (La 2 de TVE), asusta una mesa y un plantel interminable de machos motivados que apenas aportan nada novedoso a un programa que no ha sabido dar su conveniente salto a la modernidad. De lo que s¨ª pueden presumir es de marca perdurable desde los a?os setenta hasta hoy. Debe incluirse en la misma liga de Informe semanal, que vive tambi¨¦n una triste decadencia, enfangado en el tono telemariano que asfixia desde hace a?os al ente.

Pero no nos despistemos. A la misma hora, abre una ventana acaso diferente Los lunes al gol (Gol TV). ?Por qu¨¦? ?Integra mujeres al plantel! Toda una rareza. Si bien en otros espacios deportivos proliferan como reporteras y presentadoras, no hay manera de encontrarlas habitualmente como contertulias. Si no fuera por ese punto en la igualdad de g¨¦nero, Los lunes al gol tampoco aportar¨ªa mucho.

El delito de atentado a la originalidad se agrava si nos movemos al protocasposo El Club (Bein Sports). All¨ª, una interminable introducci¨®n de 10 minutos, carente del m¨ªnimo inter¨¦s y a cargo de ?xel Torres, invita a fulminarlo sin piedad con el mando. Su t¨¦cnica consiste en contarnos qu¨¦ vamos a ver sin que haya manera de entrar en el ajo. Cuando con suerte logramos aguantar la previsible monserga y aparecen despu¨¦s los contertulios, el somn¨ªfero queda asegurado en un tratamiento antiinsomnio de lo m¨¢s efectivo. Nos duermen con su nana tirando a pedante, previsible y farragosa en tono l¨¢nguido y de baj¨®n.

A las 00.00 llega la tralla. Es la hora que anuncia la madrugada de El Chiringuito de jugones (Mega). ?Toma t¨ªtulo! Esa copia de S¨¢lvame para ultras, con forofos desatados y carentes del m¨¢s m¨ªnimo arte para la seducci¨®n por medio de argumentos templados, se desliza en torno a un filo peligroso. Si bien funciona como invento televisivo, h¨ªbrido de debates, farras y testosterona hist¨¦rica de campo regional, resulta poco recomendable para el buen gusto.

Es una barra de bar con serr¨ªn, cascara de mejill¨®n, zarajo quemado y alcohol de garraf¨®n en el que nada se entiende por su constante confusi¨®n de mercadillo de saldo. Lejos de poner orden entre las venas l¨ªricas de D'Alessandro, la altaner¨ªa retro de Hugo Gati, el amarillismo de Eduardo Inda y el cutre madridismo de Roncero, Josep Pedrerol, tan autoritario como falto de carisma, preso como de una cierta antipat¨ªa natural, fomenta el desali?o, la border¨ªa, la tangana y la vulgaridad. Las mujeres involucradas cumplen su rancio rol de azafatas a las que a menudo se les adivina cierto pasmo por el grado de zafia estupidez que despide la logia de maromos.

Por no hablar de esa especie de batiburrillo en la imagen, con la pantalla dividida en una morralla fragmentada dentro de la que resulta imposible guiarse. Mareado, no te queda otra que irte a la cama. Pero m¨¢s all¨¢ de conciliar dulces sue?os, con el melocot¨®n mental al que has sido expuesto, caes sin remedio preso de todo tipo de pesadillas.